Ya habíamos salido de la visita: me visitaron mi hermana y mi papá, y estaba tan emocionada de verlos, ¡sentí como si no los hubiera visto en años! ¡Eso es demasiado!
Y como es costumbre, lo hablamos todos cuando estamos en el patio, o en el cuarto si somos compañeros.
Y como es costumbre también, me encontré con David. Parece una pulga, siempre pegado a mí, qué fastidio.
─Hey... Jessica.
─Diga.
─Te tengo un regalo.
─ ¿En serio? ─por primera vez David me sorprendió, pero no se confundan, no es la única ni última vez.
─Sí.
Y me mostró un juguete para niños que traen en los paquetes de papas fritas.
Me eché a reír.
─Sí, claro, adiós.
─ ¿No me lo va a recibir?
─No... ─no paraba de reír─ ¡Qué regalo más chichipato!
─Bueno. Hey... ─llamaba a uno de sus tantos amigos─ te lo regalo.
Y el disimulado David me lanza una mirada de: "JA, ¿ahora qué se siente?". Y yo con cara de: "No me importa ni un poco, pero buen intento".
Luego, nos reunimos todos a conversar un rato. Nuestro grupo era un grupo algo extenso que crecía cada día, cada día había un nuevo en el manicomio entonces cada nuevo era de nuestra "pandilla", por decirlo de algún modo.
Primero, estaba Sara, que era la que ponía paz y armonía al grupo, la que mandaba, la mejor de todas en mi parecer. Tenía una estatura promedio, 20 años, cabello negro y largo casi hasta la cola ─en mi opinión, algo envidiable, pues en comparación, yo soy una cosa fea... con labios sensuales, pero cosa fea─. Viciosa. No tengo nada más por decir.
Luego, estaba Catalina. Casada. Con un hijo. Anorexia nerviosa principalmente. La mejor amiga que pude haber tenido, no es que ella y yo hayamos sido mejores amigas, pero es una gran amiga.
El Mono. Se le decía así por obvias razones ─era rubio natural─. No me acuerdo de qué padecía, ni si era casado, soltero o qué carajos, río. Pero sí sé que a cada rato me miraba con esas miradas de tonto enamorado y yo le decía: "¿qué?" y él solo decía: "nada ─reía─, que usted está muy linda" y terminaba con una sonrisa tonta. Jessica siempre enamorando ─mentira, solo bromeo.
Isabel. Pero todas le decíamos Isa de cariño. Reíamos muchísimo con ella, así como que demasiado. Vino a parar aquí por depresión, tenía serios problemas con su madre, ella le decía que no servía para nada y cosas de ese estilo.
También hubo otra amiga que estaba en las drogas ─muy en las drogas─ como Sara: Alexandra.
Lizet. La parcera que no se olvida. Nos reíamos mucho con ella, ya que ella era un poco... ¿cómo te digo? Ñera. Muy ñera. Pero, Lizet, si estás leyendo esto, en la buena, parcera.
Y bueno, hay muchas más pero que, lamentablemente, no juegan un papel súper importante en la historia
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Amor de locos
Teen FictionPor ahí dicen que todos los humanos en la Tierra están locos. Por ahí dicen que un amor de adolescentes es de locos. ¿Qué tal si dos adolescentes locos se enamoran? Descubrelo por ti mismo.