Capítulo 6: La primera pelea

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No todo son mariposas de diferentes y distintos colores. También hay peleas, celos, y demás cosas. A veces se necesita un poco de desastre para tener armonía. Y quizás esta era lo que necesitábamos. O quizás no. ¿Quién iría a saberlo? Ninguna de mis amigas hablaba de nosotros. Y dudo que los amigos de David hablaran de mí, aunque, ¿yo qué voy a saber? Uno nunca sabe, como dice mi madre.

Todo empezó una tarde que me sentía muy mal.

Estaba empezando a escuchar las voces de nuevo y eso no era muy común, ya que siempre las escuchaba de noche o en la mañana; nunca, o sea, escuchen bien esto: NUNCA EN EL MEDIO DÍA.

Así que estas voces me decían: "¡Come! ¡Hazlo! ¡Maldita cerda anoréxica! JAJAJAJAJAJA, ¡NO PUEDE! ¡VE A LLORAR CON TU MAMI! ¡AHHHH, VERDAD QUE NO..."

Me estaba desesperando, cada segundo que avanzaba era un nuevo momento para que las voces hablaran más y más alto y no lo podía soportar.

Para empeorar la situación, mis amigas me decían que comiera y no lo podía soportar, no podía manejar la situación.

Comí algo de arroz, algo de ensalada y un poco de carne y dejé la papa y el postre (imaginen lo mal que estaba si dejé el postre).

Dejé la gran cantidad de comida en el mostrador y me fui corriendo a mi habitación; pero antes de poner la comida donde tenía que ponerla vi que David terminó su almuerzo y me alcanzó para darme algo pero no le quise escuchar.

─Un dulce para una chica tan dulce como tú ─me dijo mostrándome el postre, mientras huí de la escena.

─Ahora no, David ─susurré pero él no me escuchó.

─Listo, todo bien... ¡CREÍDA! ─gritó David a lo largo del camino mientras yo lloraba por sus palabras como cuchillos: asesinos.

Ya estaba corriendo por el pasillo y llorando. Entré a la habitación y estaba Alexandra, esta chica que está en las drogas, y Estefanía, mi amiga con trastorno bipolar. Me estaba desesperando. Tenía ansiedad y quería huir de ese lugar. Alexandra trató de calmarme pero no funcionó. Al final simplemente me tendí en la cama de Estefanía y empecé a llorar muy fuerte. Tan fuerte que vi entre mis cabellos sucios a David en frente de la puerta de la habitación cepillándose los dientes y viéndome llorar. No lo podía creer. Era la segunda ─o primera─ vez que me veía tan vulnerable al dolor. Y lo odiaba. Y lo odiaba a él. Y me odiaba a mí. Y odiaba las voces. Y odiaba al hospital. Pero en especial, me odiaba a mí.

Tiempo de visita. Ni me acuerdo quién vino pero sé que no les conté lo que pasó. No sabría cómo reaccionarían ni que harían frente al caso.

Cuando regresamos al patio nos tenían con Coca-Cola y natilla y un pedazo de pan. Aún seguía mal, así que le di mi comida a Luis. Él la recibió con encanto.

Vi a David al otro lado de la mesa y quise llorar.

─Hey... Jessica.

─ ¿Qué quieres? ─le dije sin siquiera mirarle de la rabia y tristeza que tenía.

Sentía que podría volver a llorar frente a él. Pero solo por eso, solo por el hecho de que estaba frente a él, me resistí y decidí ser fuerte.

─Lo siento. ¿Me perdonas?

Lo miré culpable.

─Como sea, no importa, supongo.

Él sonríe.

Me sentía tan mal y tan débil que no quería pelear más, pero no lo quería perdonar. Seguía herida.

─ ¿Puedo saber qué te pasó?

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2015 ⏰

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