Cuatro.

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Reachel no se movió desde lo que Alex le hizo.

No se molestó en moverse de su posicion ni para cambiar sus arapos o para comer lo poco que recibía por día.

Vivía entre sus lágrimas. Eran su bebida. Tenia miedo de alguna vez secarse entonces quedarse sin agua y entonces nces tendría que bajar y verle la cara al mounstruo al cual le temía.

Aquel hombre era peor que la oscuridad.

Alex tampoco hizo mucho. Desde hace tres días en los que no había visto a Reachel, ni siquiera sabia si estaba muerta, pero estaba seguro de una sola cosa; El estaba arrepentido. Muy arrepentido. Todas las noches pensaba en el imbesil que había sido con ella, como la había utilizado, lastimado y quería volver en el tiempo cuando eran niños y ella era feliz para alejarse a si mismo de aquella hermosa morena.

Sus pensamientos lo quemaban por dentro.

<<¿Reachel estaría mejor sin mi en su vida?>>

Era mas que obvio que si. Pero el rubio no se dejaría convencer así de fácil. No con la chica que amaba.

Volteo a ver su reloj.

3:45 am.

El estaba seguro de que apenas eran las 11:56 cuando se acostó.

No podía mas con esta tortura.

Se levanto cuidadosamente de su cama y salio para encontrarse con la habitación de Reachel.

Entro cuidadosamente. No prendió la luz, no quería molestarla.

- ¿Rae? - canturreo en voz baja.

Un sollozo.

- ¿Rae? ¿Estas allí? - dijo en la oscuridad. Sus palabras hacían eco contra el mismo.

Reachel se sorbió la nariz, mas no se movió.

- Por favor...- suplico cansada. - No me lastimes. Haré lo que tu quieras, pero por favor no me lastimes.- dijo ella seguida de una toz enfermiza.

A Alex se le encogió el corazón. Quería correr y abrazarla. Darle calor y curarla. Susurrarle cosas lindas al oído y decirle que todo estaría bien. Quería una familia con ella y encariñarla siempre que pudiera.

Pero eso no era posible. No después de rodó lo que le hizo.

<<Se fuerte. Muestrate firme>>

Otra vez aquellas voces dentro de su cabeza. Chillaban cuando olfateaban sangre. Tenían sed de ella. Una vez hasta le pidieron que matase y no tuvo mas remedio que hacerlo.

Se aclaró la garganta y se mantuvo en su lugar.

- Ven aquí, Reachel.

Mas sollozos.

- N-no mas, por favor.

- Te he dicho que vengas aquí.

Las maderas crujieron, haciéndole saber a Alex que su petición era consebida.

La luz de la luna llenaba la habitación. Un par de sombras se ocultaban detrás de los muebles para evitar que la luz las asesinara.

Cuando Reachel llego a Alex se mantuvo a distancia. Alex gruño y se acerco a ella de un paso.

Podía ver la cara de Reachel, estaba bañada de lágrimas, mocos y suciedad, pero el la seguía viendo hermosa.

Sus ojos destellaban suplicantes y tímidos.

- Lo siento tanto.- dijo Reachel.- No volveré a desobedecer.

- Bien. - dijo cortante el rubio.

- Por favor...dejame ir.- su barbilla temblaba sin parar.

- ¡No! - grito Alex y seguidamente rompió algo que tenia cerca. No vio que era.

La expresión de Reachel irradió miedo y comenzó a iperventilase.

- No, no, no...tranquila.- Alex se acerco a ella rápidamente y ella se sobresalto por un momento.

Le acaricio la mejilla cuidadosamente y casi enseguida Reachel reacciono con tranquilidad, provocando que la morena cierre los ojos y se sierne mas a aquella caricia. Hace tiempo no recibía una de ellas.

- No puedes verlo, ¿cierto? - dijo el rubio haciendo que la mirada de la morena se alzara.

- ¿Que cosa? - su mirada reflejaba confución.

- Que me vuelves malditamente loco y no sales de mi cabeza.

Reachel se sonrojo levemente y bajo la cabeza. Cuando alzo la mirada para verlo nuevamente a los ojos, no pudo evitar detenerse en sus carnosos labios, aquellos que la incitaban, la corrompían.

Se acerco a el levemente y plato un beso cálido en sus labios.

El beso creció y creció aun mas, hasta que ambos quedaron al natural frente a frente.

El acto fue lento y suave. Se sintieron el uno al otro sin descanso.

Para Reachel, cada caricia pertenecía a un acorde de la más hermosa partitura que ella alguna vez haya leído.

Todo era perfecto. Se deseaban mutuamente esa vez. No había obligación.

Alex sentia inspiración con cada uno de sus gemidos. Sin duda, para el, los pequeños sonidos de la castaña eran los mas dulces sonidos de la tierra.

La luna los observaba desde la ventana. Ella aplicaba ambiente y iluminación al acto.

- Eres tan preciosa...- decía Alex cada tanto, cuando podía apreciar su desnudez.

Una vez que fueron uno, no había marcha atrás. Ninguno se haría para atrás.

- Te amo tanto...- suspiro Alex en su oído cuando llego el momento.

A Reachel se le escapo una sonrisa, una sonrisa de las mas falsas y malévolas que tenía.

- No dejes de hacerlo jamas.- dijo aun sonriendo, solo que esta vez la sonrisa fue genuina y autentica.

Se separaron lentamente.

Separaron sus cuerpos, pero no sus miradas.

Y así se quedaron por unas horas; incapaces de abandonar el gran vacío de los ojos del otro, perdiéndose en ellos.

- Te amo Reachel. - susurro Alex antes de caer en los brazos de Morfeo.

Reachel suspiro pesadamente y se acuno contra él.

- Te amaba, Alex. - y con aquello se rindió contra el sueño y acompañó a Alex en las profundas respiraciones.

Se veían tan lindos desde allí.

El tenía ganas de hacerlos añicos a los dos.

Miró por ultima vez a la pareja por la enorme ventana y se retiro bufando.

- Ella sigue con el...- le dijo al hombre que estaba parado de espaldas mientras llegaba allí.

- Tendremos que esperar. Ya sera momento de atacar.

-Deveriamos sacarla de allí, Trev.

- No. Toda persona que este con ese hijo de puta merece morir, Vic. ¿No recuerdas lo que hizo?

Víctor lo pensó seriamente.

- ¿Estas diciendo que tenemos que matarla?











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