Influencias negativas

Capítulo III

          Siempre salgo de casa antes, no me gusta ir con prisas ni llegar tarde a ningún sitio. Caminando por la acera observo a la gente que deambula. Me parece extraño por que muchos van o lo parecen muy estresados o con cara de tristeza. Yo siempre intento hacer una sonrisa cada mañana, ese es el verdadero propósito de la vida, un día sin una sonrisa es un día perdido. Me pregunto que les habrá pasado para que estén con esa apariencia, me gustaría saberlo y me tienta, por que si en algo pudiera ayudar inmediatamente me ofrecería.

          Voy camino al instituto, está a 7 minutos andando, casi al lado de mi hogar. Me gusta ver a los vecinos o residentes de las casas,  ver su rutina, su objetivo en su día...

          Ya he llegado a la puerta del instituto, miro sobre la gente a ver si veo a mi amiga para entrar juntas a clase. Rápidamente la observo entre la multitud y me acerco a ella. Nos damos un abrazo y me cuenta cosas que le han sucedido durante el fin de semana.

          Ya estamos en la primera hora de clase, se me hace aburrido pero intento atender y que se me pase rápido la hora.

          Ya ha llegado la hora del patio, para poder almorzar y recoger fuerzas para lo que queda de día. Salgo donde están todas las mesas, observando la gente que esta sentada en ellas. No sabía a dónde dirigirme ni cómo actuar. Inesperadamente pasa un chico popular (como le llaman aquí) y me echa un piropo indeseado que me hace quedar confusa. Rápidamente voy a la mesa donde estaban los "populares" y no quedarme más tiempo parada.

          Se quedan mirándome asombrados, a partir de ahí me replanteé lo de haberme sentado en esa mesa. Justo el mismo chico de antes me dijo:
-¿Acaso alguien te ha invitado a tomar asiento?-
-No...- respondo enrojecida y tímida.
          Digo lo siento y me voy corriendo, de la vergüenza de lo que había hecho.