Capítulo IV

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Al acabar las últimas horas de clase intento salir la primera para que no me digan nada y pasar desapercibida. Me siento un poco insegura, ya que seguro ya lo sabe medio instituto. Hace mal tiempo y no tengo ganas de nada, puede parecer tontería como me tomo los problemas. Soy así y no puedo cambiar por mí sola. Voy al banco más cercano y miro el horizonte sin mirar a otro punto aparte de ese. Logro relajarme, me levanto, tomo fuerzas y sigo por la acera mirando el suelo.
          De repente oigo una voz gritando mi nombre, al principio creía que era mi imaginación. Pero no, me giro, miro hacia atrás y veo a alguien persiguiéndome. Intento fingir indiferencia acelerando el paso. Veo que se acerca más y más. Me pongo muy nerviosa y echo a correr.
Me meto por un callejón muy oscuro que me causaba temor pero no tenía otra escapatoria.
          Yo sospechaba algo, pero no sabía el que. Seguía corriendo aunque sea el último esfuerzo que haga. Me era difícil esquivar obstáculos y los callejones parecían un laberinto sin escapatoria. Yo me cansaba cada vez más, no podía seguir pero mi cerebro pedía un último esfuerzo. De repente paro ya que delante mía había una pared sin salida. Me siento derrotada a la vez que aterrada. No sabía dónde estaba ni cómo volver.

Influencias negativasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora