-Hija tienes que despertar. Hoy es tu primer día de clases y no puedes llegar tarde- dijo su padre desde la puerta.
Astrid se había olvidado de que tenía que ir al colegio. Era el primer día de clases y no se sentía con ganas de ir.
Cuando entró al comedor vio en la mesa un sandwich y un jugo de manzana, enseguida apareció su mamá.
- Come, tu padre te va a dejar para que tomes el autobús, hoy no podrá dejarte hasta el colegio.
- Yo puedo ir sola- sugirió Astrid.
Su madre la miró con una cara de asombro y dijo:-No creo que sea conveniente por ahora Astrid.
-¿Porque no?- preguntó poniendo una cara inocente con el propósito de que su madre cediera.
-Astrid...no hagas esto...
-¡¿Hacer qué?! Durante todas las vacaciones e inicios del semestre he estado encerrada y visitando el psiquiátrico.
Se asomaron unas lágrimas en los ojos de su madre- Está bien, creo que tienes razón. Pero tienes que llamarme cuando hayas llegado a la escuela. Voy a pasar por ti a la salida.
-Gracias, gracias, gracias- dijo Astrid emocionda.
Terminando el desayuno Astrid se despidió de su madre y su padre. Salió de su casa.
Al llegar a la entrada del colegio se sintió invadida por el miedo. En el estómago sentía un nudo de solo pensar en entrar.
- Hey miren, ahi está Astriloca.- dijo un chico de su salón señalando a ella para dejarla en ridículo con los demás.
Astrid lo miró como a un insecto y esto bastó para que dejaran de burlarse de ella.
A pesar de no mostrarse afectada por las burlas, dió media vuelta y se fue caminando sin alguna dirección.
Después de caminar por una hora Astrid se detuvo en un parque, buscó un lugar comodo en donde sentarse.
Hace tiempo que no caminaba sola, normalmente iba acompañada de un adulto o enfermera.
El tiempo que había pasado en el psiquiátrico era 50% borroso debido a los medicamentos,sedantes, terapias intensivas,la soledad y del otro 50% estaba mas conciente.
Cuando Astrid se dispuso a pararse escuchó una música muy familiar. Era una canción de Chopin llamada Marcha fúnebre.
Comenzó a buscar de donde había surgido la música. Se detuvo al lado de las escaleras de un puente peatonal y le sorprendió ver una figura en posición fetal debajo de las escaleras.
Al sentir escalofríos decidió alejarse lo mas pronto posible.
-Astrid...-dijo una voz débil
Por un momento había escuchado su nombre, dio otro paso más.
-¡Astrid Lengstern!
No estaba loca, Astrid había escuchado su nombre, volteó y vio la cara de una chica que se asomaba bajo las escaleras del puente.Sus miradas se encontraron y Astrid no podía creer lo que estaba viendo; una cara con rasguños y pálida, moretones en los brazos,ojeras pronunciadas, el labio sangrando, y una chaqueta ensuciada de sangre.
-¿Le..Leila?- fue lo único que pudo decir Astrid.
ESTÁS LEYENDO
Mi yo y mi otro yo
Подростковая литератураTodo el mundo está loco. Quien diga lo contrario es quien más lo está.