-¿Astrid?... ¡Astrid! Vamos has caso, ya ha terminado la terapia.
-¿En serio?- pregunto dudosa.
-¡Claro! Es todo por hoy. Has mejorado mucho. Felicidades. -dijo la psiquiatra al mismo tiempo que posaba una mano sobre su hombro.-Lo estas haciendo muy bien, no te rindas. Nos veremos dentro de dos semanas, si aún no han llegado tus padres puedes permanecer en la sala de espera, recuerda que no te puedes ir si ellos no firman tu salida.
-Lo sé...mmm...gracias...por todo...
La psiquiatra sonrió y le dijo:
-No seas tímida conmigo.- miró a Astrid una vez más.- Hasta luego.
Astrid contemplaba como se alejaba la figura de la psiquiatra Mary por el pasillo.
Se había quedado sola, decidió ir a la sala de espera, para ver si sus padres ya habían llegado y también para agarrar unas cuantas galletas.
Al poco tiempo llegaron sus padres y firmaron en la bitácora la salida de Astrid.
-¿Qué tal la terapia?-preguntó su padre cautelosamente.
-Bien, supongo. Mary me dijo que he mejorado mucho.
-Eso es maravilloso.- intervino su madre emocionada por el avance de su hija.
Al salir del psiquiátrico cruzaron el enorme jardín y después la entrada.
Astrid se detuvo un momento a respirar, cerró los ojos y sentía como el viento rozaba sus mejillas y hacia que su largo cabello se moviera en todas direcciones.
Miro el letrero de la entrada:
"Psiquiátrico Kaeprelin"
Aún recordaba la primera vez que había ingresado al psiquiátrico. Había sido llevada con una camisa de fuerza a los 14 años y escoltada por 3 asistentes de Mary, debido a su resistencia la tuvieron que sedar.
Dias después de mantenerla en observación le diagnosticaron un transtorno esquizotípico de personalidad.
ESTÁS LEYENDO
Mi yo y mi otro yo
Genç KurguTodo el mundo está loco. Quien diga lo contrario es quien más lo está.