Parte 2

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El teléfono suena a las tres de la mañana, tanteo el buro medio dormido, procurando no despertar a la joven que duerme a mi lado. Contesto con voz leve.

-¿Hola?-murmuro. Una voz sensual me contesta riendo.

-¿Aun no sabes quién soy?-me quemo los sesos pensando en un posible respuesta, esperando que sea la correcta.

-Una pista-rió fingiendo seguridad, me levanto con suavidad de la cama.

-Oh Vamos Len, solo ha pasado una semana... ¿tan pronto de olvidas de mi?-la mujer hace un puchero con la voz, me la imagino haciendo una cara infantil.

-Que te puedo decir... soy un hombre ocupado-descubro la ventana solo para observar a la tranquila cuidad que duerme en ese momento. La imagen de una mujer madura llega a mi mente.

-Más bien eres hombre de muchas... eres irremediable-me quedo sin palabras, distraído, con la vista perdida entre edificios luminosos-Deseo verte- me sorprendo, nunca me había topado con una mujer así, la gran mayoría solía gritarme diciendo que no tenia corazón o alguna tontería así.

-¿Pasas por mi?-volteo levemente para observar a la joven que descansa sobre la cama, me dirijo hacia su escritorio, tomo papel y lápiz. Escribo una nota.

-Claro, dime la dirección.

-Calle Hokaido... estoy en el centro.

-Perfecto... Nos vemos dentro de una hora- dejo el celular en el escritorio, tomo la nota y la coloco sobre el buro. Comienzo a vestirme.

"Me surgió una emergencia. Discúlpame. Nos vemos mañana."

Es una nota algo fría, pero ella lo entiende, sabe a la perfección que no es la única y que no tengo deseos de que así sea. Comienzo a preguntare si no estere hecho de alguna especie de droga adictiva. Todas desean tenerme... bueno, casi todas.

A pesar de ser tan joven tengo en mí haber un gran número de conquistas, incluyendo mi hermana, aunque le gusta negarlo. Todas caen... todas menos una. Su nombre es Miku Hatsune. Dos años mayor que yo, pero no por eso imposible. Es alta, tiene piel blanca, largo y brillante cabello turquesa que suele llevar en dos coletas altas. Su sonrisa es hermosa, sus mejillas rosas hacen que cualquiera desee mirarla aunque sea una vez. Lamentablemente, ella es prohibida.

Un coche llega a la entrada del edificio, una mujer de corto cabello castaño me sonríe dentro abriendo la puerta. Entro con seguridad y le doy un beso largo, paseo por su labio inferior mi lengua, ella se estremece.

-Tranquilo, aun no llegamos a casa- se aparta de mí y continua manejando.

-¿A dónde vamos? ¿Me llevarás a tu casa? Sería la primera vez.

-Len, sabes que soy casada, si mi marido te encuentra, te mata-Ríe para sus adentros, yo siento un terrible escalofrió recorrer mi nuca.

-Iremos a un hotel, como siempre. Sabes una cosa, deberías dedicarte a esto, ganarías muy bien.

-¿Prostituirme? ¿Estás soñando? ¡Jamás! Yo lo hago por placer... además eres tú la que me busca, no puedo negarme mi dulce Meiko por que podrías golpearme. Eres mayor que yo-volteo a verla y sonrió-Te acusare de estupro.

Meiko soltó una estruendosa carcajada-Eres irremediable, aunque desee no hacerlo más, no puedo, eres adictivo-pronunció esta última palabra despacio.-y mejor que mi marido-estacionó el auto y se bajó de él.- ¿Entramos?

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