Espejo roto.

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02.

Harry suspiró luego de repetir aquel nombre desde sus labios, observó su reflejo en el espejo, esperando que cualquier cosa sobrenatural ocurriera, sin embargo, no sucedió nada. Bufó mientras negaba, tenía ganas de reírse por ser tan estúpido de haber creído que algo llegase a ocurrir. Apagó la cámara y envió el video al grupo que había sido creado por Adam. Al menos ya sería aceptado y eso era lo único que le importaba a Harry.

Sin embargo, la sombra de algo que resaltaba en la pared, hizo que su pulso se incrementara. Algo se estaba moviendo detrás del sillón que estaba solo a unos cuantos pasos, tomó una respiración profunda y se encamino allí para ver de qué se trataba. El latido de su corazón era lo único que podía oír, todo estaba tan silencioso, ni siquiera su hermana que solía ver las películas de Disney Channel que daban en esta época del año, eran audibles. Con manos temblorosas movió unos centímetros el sofá y gritó cuando algo se abalanzó contra él.

Al sentir un lamido de lengua rasposa y un ronroneo, dejó de gritar. Había dejado salir el grito más aterrador de toda su vida, hasta que se dio cuenta que se trataba de su gata Cleopatra. La acogió entre sus brazos, antes de que ella se cayera y comenzó a consentirla, a la vez que le decía: -Me has dado un gran susto, cariño.

Tiempo después, dejo a su mascota sobre el suelo, para luego observar el reloj que colgaba de la pared en la sala principal, ya iban a ser las ocho de la noche. Dándole a entender que nada había ocurrido; Louis nunca existió o si fue así, su alma no estaba involucrada en un estúpido ritual.

-Debí suponer que todo esto era una completa mierda -Bramó el joven junto con el entrecejo fruncido. Se acercó de nuevo al espejo, y solo sintió un poco de conmoción al ver una pequeña grieta al final de este. Quizás su hermana en sus tantas locuras, lo astilló días anteriores o paso en la mudanza.

Se alejó de allí, comenzando a subir cada escalón con algo de prisa. No era como si pensara que alguien lo jalaría de los pies, claro que no, él no tenía miedo. Vigilo a su hermana un instante, viendo que estaba haciendo y se sorprendió al ver que ya se encontraba arropada bajo las sabanas de su cama, profunda en un sueño que fácilmente no sería interrumpido. Harry sonrió ladinamente y suspiró, quería a su hermana como a nadie más en el mundo, su paciencia con ella era tan factible que aceptó vestirse como Peter Pan, y hablando de ello; sus testículos necesitaban ser liberados.

A paso veloz se adentró a su habitación, la cual quedaba solo a unos pasos de la de su hermana y cerró la puerta tras él. Con poca disposición y delicadeza se recostó sobre su cama, observando nada más que el techo. Se dio cuenta que los dueños anteriores habían tenido fotos o carteles pegados allí, ya que se encontraba esquinas de papel selladas a través de la madera. Quizás pegaría carteles de Halsey o Avril Lavigne, pensó Harry. Para tapar los residuos dejados por los antiguos propietarios.

Tapo su rostro con las manos, tratando de quitar algo de la pereza que comenzaba a sucumbir su cuerpo. Debía por lo menos ver algo de videos pornográficos, ya que su madre por fin no se encontraba en casa y no le obligaría dejar la puerta abierta de su habitación. De hecho, de solo pensar en una buena paja, se levantó rápidamente y sacó su portátil de la mesa de noche. Mientras su equipo cargaba su página favorita, relamió sus labios; sus gustos eran variados, le gustaba ver tanto heterosexual como homosexual, así que lo que viera más atrayente, lo seleccionaría.

Primero, decidió desnudarse y vestirse con la piyama que fue elegida por su madre hace dos meses cuando viajaron a México y le parecían cómicos los sombreros de mariachis con ojos singulares que yacían de forma alegre. Sacó su miembro, comenzando a acariciar con suavidad toda su longitud al ver un chico rubio ser jodido por dos hombres negros.

Halloween. | Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora