Halloween. | Larry Stylinson.

Bienvenido, Harry.

03.

Harry dejo caer su celular sobre el suelo, conmocionado por lo que había acabado de ver. Podía escuchar los gritos de las niñas al ver una de sus películas animadas favoritas, solo como murmullos apagados de fondo. Sentía luego, como un sonido extraño se posicionaba sobre sus tímpanos y con molestia trató de limpiar con el dedo índice entre sus oídos, sin embargo, no se detuvo. El dolor de cabeza tuvo comienzo cuando el pitido exasperante se incrementaba. Y Harry no sabía que hacer... Solo recordaba la imagen del video, una y otra vez.

El video mostraba como proclamó el nombre de Louis tres veces, y segundos después una sombra oscura, sin forma alguna, se instaló a un costado de él. Mientras Harry cerraba los ojos y jactaba que todo era una mierda, vio como el espejo comenzaba a astillarse desde una esquina.

Sus manos temblaban sudoríficas ante los recuerdos de esa sombra, aquella sombra era la misma que había observado la noche anterior. Bueno, podía jurarlo, no era como si una sombra se pudiera reconocer, ya que era solo eso; una ilusión de la forma humana. Algo no existente y aunque ya haya probado Harry que sí alguien estaba junto a él, seguía sin creerlo. Entonces, ¿por qué tenía un dolor de cabeza exasperante? Eso no tenía una respuesta conclusa.

Así que, tratando de mantener la calma, no diciendo palabra alguna. Viendo como si fuera muy entretenido a las pequeñas niñas concentradas en la película. No obstante, los recuerdos de todo lo que había sucedido desde anoche, siempre traspasaban por su subconsciente, jugándole una mala pasada. Tapó su rostro con las manos, diciéndose así mismo que lo paranormal no existía. Que la sombra que estuvo a su lado solo fue algún error de la cámara de su celular, y suspiró profundamente. De repente, se irguió sobre el sillón cuando escuchó a las niñas gritar, destapó su rostro para ver de qué se trataba y solo se trataba de una escena emotiva entre el príncipe y la princesa.

Bufó exasperado, decidiendo ir al baño. Le preguntó a la niña dueña de la casa la dirección al baño, y cuando le dijo que era en el segundo piso, subió rápidamente los peldaños. Tenía que defecar rápidamente, ya que últimamente su intestino grueso pareciese no querer esperar hasta que encontrase un baño. Y en el momento que dio con la puerta correcta, sonrió gratamente.

Lavó sus manos lentamente, y bajo de nuevo la cisterna. No era como si alguien hubiera escuchado lo que sucedió minutos antes, Harry fue precavido, y bueno, siempre lo era cuando se encontraba en un baño ajeno a su familia. Aunque no podía negar que el haber hecho aquello, fue una maravilla porque su cuerpo necesitaba liberación. Sin embargo, cuando abrió la puerta, vio a nada más ni a nadie menos que a la hermana mayor de Trina. Sonriéndole de una forma que encontró Harry como cínica.

-¡Harry! Por lo que veo ya has acabado -Dijo con entusiasmo ella, y Harry solo quería escapar de allí- ¿Sabes? Puedes venir a utilizar mi baño cuando quieras -Guiñó uno de sus ojos azules zafiro y sonrió, haciendo que unas pequeñas arrugas se posicionaran al final de sus ojos. Era linda, lo sabía Harry pero no quería una mocosa detrás de él.

-Uhmm, ¿Emily? Creo que es mejor que me vaya -Argumentó nervioso, alejándose del baño y de la niña, que ahora lo estaba siguiendo, y acogió su brazo antes de comenzar a bajar los escalones.

-Vamos, Harry, mis padres no están y sé que quieres estar conmigo -Justificó mientras incrustaba sus cortas uñas sobre la piel pálida del rizado-. A los chicos como tú, les gustan las vírgenes.

-No, creo que me gustan más los penes -Declaró, tratando de zafar el agarre y lo logró con las palabras dichas ya que la niña quedó completamente anonadada. Harry rió victorioso, saltando en par las escaleras hasta que sintió un pequeño cuerpo abalanzándose sobre él y esta vez gritó cuando cayó fuertemente sobre los últimos escalones, golpeando su quijada contra el suelo.