Vuelve conmigo, Mary.

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Tobías recordó todo lo que tuvo que pasar ese día. Ese recuerdo trágico de como su padre murió, y la tristeza que tuvo que pasar al volver a ver el cadáver de su padre. Para su mala suerte, los jinetes lo habían cogido como su rehén.

-¿Qué haremos con este niño, Red? – dijo White.

-¿Viste como mato a nuestro subordinado? ¡Este niño es fantástico! Podríamos tenerlo como protegido.

-¿Estás loca? – Dijo Bay – Solo es un niño, matémoslo de una vez.

-Parece que no entiendes. ¿Tú crees que un niño como él tenga el valor de asesinar a alguien? SI lo adiestramos bien, puede ser que crezca siendo un mercenario como nosotros.

-Entonces tenlo tú, yo no pienso tener a un niño bajo mis órdenes – dijo Bay.

-Lo podríamos cuidar juntos ¿No lo crees? – dijo White.

-Prefiero cuidarlo solo, tu encárgate de otros asuntos – dijo Red.

Los días pasaron y esos tres Psycho se refugiaron en Europa. Aunque sea extraño, Red tenia familia en España. Su familia estaba consciente de que ella era un Psycho y prefirieron mantenerlo en secreto. Red y White eran tratados como hermanos para su familia. La casa Hawok, una delas casas más adineradas de toda Europa, era un buen lugar para vivir. Después de que fuera capturado por los Jinetes del Apocalipsis, Tobías despertó.

-Señorita, su invitado despertó – dijo una mucama de la casa.

-Gracias, ya puedes retirarte – dijo Red.

Tobías estaba confundido ¿Qué hacía en una casa tan lujosa? ¿Y por qué el Jinete de la guerra de encontraba con él?

-¿Cómo te encuentras? – dijo Red.

-¿Qué hago aquí? ¿Y porque estás aquí, maldita? – dijo Tobías.

-¿Qué palabras son esas? Eres un niño y debes comportarte bien – dijo Red acariciando su rostro.

-¡No me toque son tus manos de asesina! – dijo Tobías.

Estaba confundido, Tobías salto de la cama y corrió para buscar auxilio, pero en el camino se encontró con otros tipos. Él no lo sabía, pero ellos eran White y Bay.

-¿Con prisa, querido amigo? – dijo Bay, sujetándolo de los brazos.

-¡Suéltame! – exclamó Tobías.

-No debes escapar, amiguito. Nosotros solo queremos volverte más fuerte, así nadie volverá a hacerte daño – dijo White.

-¿Volverme más fuerte? – dijo Tobías.

-Así es – Red salió del dormitorio en donde estaba Tobías con una jeringa en las manos – Solo quiero que seas uno de nosotros. Vuélvete un Psycho como nosotros.

-¡Aleja esa cosa de mí! – Exclamo Tobías – Nunca seré como ustedes.

-¿Esto? Esta jeringa solo contiene una pequeña dosis para tu fiebre, debes estar cansado.

Tobías no lo había notado, pero su frente estaba ardiendo. Los ojos le pesaban y tenía la nariz tapada. Estaba enfermo. Ese recuerdo que él tuvo de pequeño fue el más extraño suceso que le había pasado. Él no sabía si los Psycho aparentaban ser malos o si solo eran personas buenas pero la vida los había tratado mal, él nunca lo supo.

-¿Y qué paso después? ¿Cómo lograste escapar? – pregunto Andy.

-Después de eso, me desmaye. Luego de despertar, los días fueron una rutina. Esos Jinetes no parecían tan malos. Me trataban bien, al igual que toda su familia, me invitaban a comer, jugaba con sus amigos. Era como si fueran una familia normal – dijo Tobías.

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