Colección de Niñas Enfrascadas

160 7 2
                                    

Quisiera en un frasco guardar tu perfume, tu calor, tu inédita presencia. Quisiera en un frasco guardarte, pero nunca en uno grande, porque si bien podría bien verte mientras recoges del aire tus infinitas mariposas, serías una carga molesta (más de la que de por sí ya eres); te guardaría en un frasco pequeño, así podría llevarte, ponerte y tenerte como yo quiera y a mi antojo, así como tu haces conmigo.

Quisiera en un frasco guardar tu perfume, ese asfixiante y espeso bálsamo que me llevaría incluso a trepar la montaña más alta con tal de conseguirlo; y en esa excitante disnea recordaría aquellos lluviosos días de invierno en los que nos amamos.

Quisiera en un frasco guardar tu calor; esa escalofriante cercanía de tu cuerpo que tanto miedo aún me causa, miedo (no por ti claro) sino a no poder sentirlo más... sabes que me aterra la idea de no volver a palpar esa vehemencia tan particular tuya. Quisiera, y ay Dios si pudiera, guardar tu estar; aquel molesto sentimiento de tu proximidad, pero que tan feliz me hacía. Y así cuando las nubes de mi soledad me rodearan y la angustia de mi pecho se apoderara, sólo bastaría con destapar el frasco y te tendría conmigo y todo lo malo se iría por tu arribo. Entonces, cuando ya te vuelvas densa o no te necesite, precisaría de tapar el frasco y sería suficiente para que te desvanezcas de vuelta a ese armario de cristal.

Si en un frasco te tuviera serías absolutamente perfecta; atesorarías esa perfección que tanto anhelo me causa, pero en consecuencia no serías igual porque ya no te tendrías y ya no serías tú. Por eso aún no te he enfrascado, porque si en un frasco te tuviera serías exactamente lo que no eres.

Si en un frasco te tuviera, no acabarías más que en aquel dejado, gris y lúgubre estante; una más de la terrorífica colección; una morriña niña enfrascada.

Octavio Murillo



♧ Cuentos de Tarde ♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora