Escala en SOL Menor

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Es verdad que el sol tuvo siempre un sueño: él quería ser el único ser de luz, el único supremo ante la oscuridad del espacio, el calor ante el frío y entonces... ser único para cada cosa existente y no existente. Una suprema escultura de perfección que jamás llegaría a ser igualada por nadie, un ideal de perfección que lo haría venerable.
Sin embargo, desde siempre, la infinita masa de iguales que tenía no concluyó en darle de por fin una considerable competencia, hasta que el sol, un buen día, en su egocentrismo y soberbia prefirió ser para pocos lo que jamás sería pero ser en fin.
El objeto que se vió reflejado en La Tierra (en esa bola de roca y agua que siempre orbitó su glorioso y pobre reino) hizo que la avaricia, el deseo y la emoción logren dar vuelta lo horrible que ha de ser un ser de fuego, un gigantesco y vanidoso dragón que bajo su propia palabra debía ser temido y respetado; fue, que por la mendacidad que la estrella promulgaba, encandiló la vista a sus enemigos ㅡque jamás fueron el juicio sino iguales a su mendiga gloriaㅡ y con ellos a sus devotos.
No brilló lo suficiente, y en su tan grande su desilusión, pudo ver aparecer al primer y único competente. Un pequeñísimo y pálido ser celeste, que orbitaba al rededor de su menospreciado favorito, quien tomó luz e hizo de ella oscuridad y así dejó ver de la cara la cruz y con ella las millones de cruces que brillaban en el mismo firmamento que los dos.
Un firmamento que incluso cada tanto desdicha en pleno día la luz del rey sol.

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"Glorioso quien brilla y deja brillar."

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