Acantilado

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Lo tenía claro, me tiraría por aquel acantilado llamado Gajeel Redfox y para ello debía hablar antes con Rogue. 

Lo encontré durante el recreo hablando con Sting, parecía entretenido. Cuando me vio esbozó una gran sonrisa que me dolió en el pecho. Estaba a punto de romperle el corazón.

-Rogue ¿podemos hablar?

-Bueno chicos, mejor me voy -dijo su amigo levantándose para irse.

-¿Qué ocurre?

-Bueno yo... quería hablar sobre lo nuestro.

-Oh -fue lo único que dijo, su expresión cambió completamente. Odiaba tener que hacer aquello, pero no me quedaba otra.

-No se por donde empezar... -dije dubitativa

-Quieres dejarlo -dijo con solemnidad, sentía que las lágrimas intentaban escapar de mis ojos. Aquello debía ser al revés, ¿por qué estaba él tan calmado?- ¿Qué he hecho mal, Levy?

-Tú no has hecho nada mal -empecé a llorar-. Lo que ocurre es que...

-Redfox -me interrumpió, lo miré con los ojos muy abiertos y asentí-. Veo como le miras y no te imaginas los celos que siento. Sabía que este momento iba a ocurrir. Sin embargo, prefiero que vayas con él a que sigas conmigo pensando en otra persona.

-Lo siento -musité.

Me dió un fuerte abrazo que agradecí.

-Espero que valga la pena -añadió deshaciéndose del abrazo para irse.

Me dejó allí sola y llorando, probablemente él también necesitaba estar solo. Me sentía peor de lo que había imaginado, fue tan comprensivo conmigo que me dolía hacerle daño. 


Al salir de clases, ya más calmada, busqué a Gajeel. Estaba nerviosa por tener que saltar por el acantilado. Lo localicé a la salida hablando con una chica, Flare Corona. Me acerqué a ellos y vi como Gajeel se inclinaba hacia ella dándole un beso en los labios.

Me quedé paralizada. En aquel momento lo comprendí: había sido una estúpida por dejar a Rogue, por creer que Gajeel sentía realmente algo por mi. Deseé volver atrás para no tirarme por aquel acantilado sin fondo, porque ahora estaba cayendo.

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