2- Una margarita.

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A la mañana siguiente desperté sudada y con el cabello pegado a la frente por un mal sueño. Aparté las sábanas de mi cuerpo y dejé que la brisa me acariciara la piel pegajosa. Pensé en llamar a mi madre, pero al ver la hora en el reloj colgado en la pared frente a mi cama, me di cuenta que ya no estaría en casa; y seguramente mi cuidadora estaría engullendo nuestra comida en la cocina.

- ¡Señora Louisse!- Grité mirando la puerta cerrada. No oí respuesta alguna de regreso y fruncí el ceño- Maldita vieja inútil- Hablé por lo bajo malhumorada.

Hice maromas para poder llegar a mi silla de ruedas, pero lo único que conseguí fue golpearme el mentón contra el suelo al caer de mi colchón. Gruñí adolorida y estiré un brazo para alcanzar la base de la ventana y tomarla de apoyo para levantarme.

Mientras me sostenía con la mano izquierda, la derecha se encargaba de atraer la silla hasta poder sentarme en ella. Di un suspiro cansado cuando mi trasero ya estaba sobre el suave cojín y me encargué de acomodar mis inservibles pies en las pisaderas.

Una flor en el suelo llamó mi atención, estaba justo donde yo había caído anteriormente. Acerqué la silla de ruedas y me incliné para tomarla, poseía el mismo papel decorativo que la anterior, sólo que este tenía algunas palabras escritas.

«Espero que esta margarita te arregle la mañana. Estoy tremendamente feliz de que hayas recibido la flor de ayer. No pude evitar sonreír al ver tu expresión confundida al tomarla, espero que mi pequeña nota de ayer te haya sacado de dudas.

Lo que me gusta de esta flor, es que es pequeña y delicada, me recuerda a ti.»

A mi cerebro le tomó un tiempo entender lo obvio. Mi primera reacción fue tirar la margarita al suelo asustada con la mandíbula hasta el centro de la tierra. ¿No había sido casualidad la rosa de ayer? ¿Quién la envió? Miré el rollito de papel aun en mi mano y releí el escrito.

«espero que mi pequeña nota de ayer te haya sacado de dudas»

¿Nota de ayer? Eso significa que lo que yo creía un papel decorativo, era en realidad un mensaje. Con rapidez, cerré la ventana de mi habitación -Sintiéndome algo perturbada- y me dirigí al cuarto de mi madre, donde se encontraba la rosa en un mini-florero. Se la había entregado a ella porque a mi no me agradaban las flores, y ahora menos si un desconocido se colaba quiénsabecomo hasta mi ventana y dejaba las susodichas junto a una tétrica nota.

Flores en mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora