Capitulo 5.
Antes a cualquier parrafo de la historia, me disculpo, me distraje algo, me sucedieron bastantes cosas de las cuales me preocupe quiza demasiado, tengo bastantes ideas por lo que me resulta dificil continuar la historia, mas sin embargo, aqui esta un capitulo mas, prometo seguir pronto, en serio.
Una vez salí de la bañera, seque mi cabellera y coloque un pijama cual encontré sobre el armario, un pequeño short de mezclilla gris y una blusa de tirantes rosa pastel.
Me encuentro totalmente disgustada, hacía poco habíamos subido al segundo piso en el cual nos alojaremos durante la próxima semana.
Cato se encuentra en su habitación, posiblemente destrozando lo primero que se ponga sobre su vista, ha tenido un ataque de ira; Yo no estaría muy lejos, sin embargo, he logrado calmarme, pero solo un poco.
Enobaria y Brutus ahora se encuentran buscando nuevas técnicas para recuperar los patrocinadores perdidos.
Rouge, se encuentra por otro lado de lo más tranquila, un poco indignada, más tranquila.
Por un momento, pierdo mi cordura, ¿Es acaso que un pedazo de mierda puede venir y arruinar mi reputación?
Golpeo la pared causando un gran estruendo, molesta.
Grito, grito porque no había posibilidad alguna de que un par de ridículos fueran mejor que nosotros.
Grito una vez más, por última vez asegurando prometerme a mí misma que la chica en llamas no fuera la ganadora.
Inclusive, aunque me costara mi propia vida.
Tomo del vestido cual utilice el día de la cosecha, arrugándolo, y tirándolo al suelo.
Y, por impulso, me dirijo a la cocina, tomo un par de especias en forma de grandes hojas y coloco la punta de esta en un extremo de la parrilla, causando que esta se quemara por la punta y como consecuencia, hubiera fuego.
Me dirijo hacia mi habitación en donde tomo del vestido y tiro la hoja en llamas junto con este.
Yo también puedo hacer fuego, chica en llamas.
Inmóvil, observo como la llama del fuego crece y consume el vestido completo, cual ahora parece tomar la figura de la chica, retorciéndose.
-¿Qué mierda?- escucho la voz de Cato a unos cuantos pasos.
Mierda, olvide cerrar la puerta.
-¿Qué mierda haces, Clove? ¡Quemaras el edificio!-grita el rubio. -No lo entiendes- niego. -¡No permitiré que una muerta de hambre nos robe fama!- continuo, entre gritos. -¡Ella no es la chica en llamas!, ¡Estas quemando un vestido, no a la chica!- responde este.
Inhalo, él tenía razón, esa no era la chica en llamas.
Exhalo, ese era el vestido que prometí quemar, pero no ahora.
-Arreglemos esto antes de que se den cuenta- dice este.
Cato se adentra hacia mi habitación y toma del vestido en llamas, se adentra al baño y lo deja sobre la bañera cual enciende inmediatamente.
-Pudo haber resultado mal- dice este, perdido.
-No tan mal como el hecho de que este par haya robado cada uno de nuestros posibles patrocinadores- comento pesadamente.
El rubio bufa, y sin antes avisar toma asiento en mi habitación. ¿Por qué no jugamos un juego?- pregunta este.
-¿Estas bromeando, cierto?- pregunto. -En realidad, no- responde este.
-Se llama pregunta y responde, ¿Conoces las reglas?- pregunta.
Asiento.
-Yo comienzo- avisa el rubio. -¿Tenias familia en el dos?- pregunta.
-Sí, mi padre y mi madre- respondo.
El asiente. -¿Han ido a despedirse de ti?- pregunta. -Si-.
-¿Qué te han dicho?-.
-Me han dicho que lo he hecho fantástico, que seguro ganare- respondo.
-¿Han ido a despedirse de ti?- pregunto.
El asiente.
-¿Y qué te han dicho- pregunto.
Suspira. -No, no han dicho más que amenazas- finaliza.
Asiento.
Su cuerpo cae pesadamente sobre mi cama.
-Algunas veces pienso el que, tal vez ir a los juegos no lo es todo- dice este.
-¿Acaso estás loco? Es para esto...- respondo, alterada, mas soy interrumpida. -Que nos entrenamos y para esto viviremos- finaliza.
Me tumbo sobre la cama junto a él.
-Tal vez debamos bajar, mañana comienzan los entrenamientos y necesitamos consejos por parte de nuestros mentores- opina Cato. -Tal vez- suspiro.
Por un par de segundos nos encontramos en el último escalón observan a Enobaria quien extiende sus brazos.
-¡Hey! Ahí están, el des orgullo del dos- exclama Enobaria. -¿Podrías callarte? ¡Mierda Enobaria! eres totalmente insoportable- respondo.
-No estás muy lejos de eso- defiende Enobaria. -Sabes que hay reglas, un insulto más y juro que yo y el rubio tendremos una larga conversación- comenta totalmente tranquila.
-¡Carajo! ¡Jodete Enobaria!- grito.
Por un segundo observo la dentadura de Enobaria.
-No necesito que me provoques- sonríe. -El chico ya sabe que hacer sobre la Arena- comenta.
Rápidamente fruncí el ceño.
-De todos modos tendría que pasar- dice el rubio encogiéndose de hombros. Por un momento me pierdo de la conversación. -El asesinarte Clove. Sin embargo, de cualquier modo habría un punto en los juegos en el que lo haría- finaliza.
Básicamente, él tenía razón, no éramos amigos, ni siquiera aliados, bueno, esto último sí, pero por obligación.
-Es bueno que lo aclares ahora, entonces sabré a quien no cuidarle la espalda en todo momento- levanto mis cejas.
-Ambos sabíamos que no pueden llegar a salvarse dos tributos, el ganador es solo uno, y no pienso sacrificarme por una estúpida que incendia vestidos a quien no le tengo ni el más mínimo afecto- defiende. -Haz dicho que no todo en la vida es ganarlos hipócrita, ahora pareces bastante interesado en hacerlo- grito en respuesta. -Se le llama actuación, quería enrollarte en la farsa de proteger a tu aliado más que a tu vida, quería hacerte pensar que ganar los juegos no era lo que querías, pero es inútil contigo- grita este, básicamente haciéndome explotar en furia.
-Eres un maldito falso, deberías joderte en el infierno una vez acabe contigo en los juegos- grito.
-Entonces te esperaría ahí gustoso- responde de lo más tranquilo.
Maldito bipolar.
-Ustedes dos, deberían retiraste- señala la morena. -Ahora- grita.
Maldita sea la hora en la que este rubio se cruzó por mi camino. El estúpido es una total farsa, ni siquiera puedo asegurarme de que Cato Hadley sea su nombre real.
Juro, por mi orgullo que este estúpido no sale vivo de la arena.
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Our sarcasm game; Cato y Clove.
Science FictionSabía que mis pupilas dilatadas reflejaban miedo, por primera vez en mi vida, temí a los juegos, por un segundo eterno.