Capítulo 11.

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Sus suaves labios sobre los míos apenas se movían, mejor dicho, no se movían para nada. No podía decir que no me gustaba, sólo era un roce. Sin embargo no quería apartarla, aunque algo dentro de mí decía que debía hacerlo. Me separe levemente y la miré, ella seguía con los ojos abiertos.

—¿Qué fue eso? — le pregunté.

—Mi primer beso— contesto aún con los ojos cerrados.

—¿Por qué yo?

—Porque estoy enamorada de ti.

Agache la cabeza pensando en sus palabras, yo no correspondía completamente sus sentimientos. Nunca me había puesto a pensar en ella como algo más que sólo amigas, pero no era una idea descabellada. Ella era muy hermosa, inteligente, divertida, todo lo que alguien pudiera llegar a desear.

No puedo recordar si antes del accidente a mí alguna vez me gusto, tal vez, pero amaría poder recordarlo. Estoy segura que a lo mejor sí.

—Escucha, Camz, eres una persona genial pero no estoy segura de mis sentimientos por ti, ¿crees que puedas darme un poco de tiempo?

—No dije eso esperando que tú sintieras algo por mí, sólo quería decirlo porque sentí que deberías saberlo— me dio una mirada que casi me mata. Se veía triste y sus ojos brillaban.

—Hey... Está bien — la tome de la cara y acaricie su nariz con la mía, sé que ésto era como darle esperanzas pero creo que me me gusta. Con la punta de mi dedo trace sus labios.

—No quiero que hagas ésto por lastima — se aparto y se levanto de la cama, en un movimiento me pare enseguida de ella, tome sus manos y la jale hacía mí. La enrolle con mis brazos en su cuello y ella en mi cintura.

No quería que ella sintiera que las cosas iban a cambiar entre nosotras. A pesar de todo siempre va a ser mi amiga.

**

Apenas paso un día desde que llegamos a la cabaña y las cosas con Camila están algo tensas, ella me ha evitado en muchas ocasiones. La entendía, sabía que se sentía avergonzada por su declaración y que yo no le pude corresponder en ese momento.

Me aburría a montones, no había muchas cosas que hacer sin Camila, casi siempre ella jugaba con Sofi intentando hacer como que yo no estaba. Eso me dolía.

Pensé que tal vez podría mandarle un mensaje a Keana y encontrarnos en algún lugar aquí cerca, era mi única opción para matar el tiempo en el que no hacia nada. Mierda. Yo no tenía un teléfono. Recurrí a mi única opción, pedírselo a Camila. 

La busque con la mirada y la encontré en la mesa del comedor, miraba su teléfono el cual lo sostenía con la mano derecha y con la otra se recargaba en la mesa con la palma en su cara, me acerque un poco por detrás y hable. 

—Camz... — le susurre en el oído y pego un brinco.

—Casi me matas de un susto — puso su mano en su pecho con una expresión asustada.

—Lo siento, no era mi intención, tal vez un poco pero no vine a eso, me preguntaba si me podías prestar tu teléfono para enviar un mensaje— jugué con mis manos y me balancee en mi lugar.

—Sí, claro... — hice unas cosas en él y me lo extendió, saque el papel con el número y lo apunte, escribí un rápido mensaje diciendo donde la vería. Elimine el mensaje de la pantalla, no quería que ella se sintiera mal de alguna forma.

—Gracias — le sonreí y le devolví su teléfono. 

Salí de la casa antes de que preguntará que es lo que había hecho, no quería, y no necesitaba explicarle. Algo malo de algunas de las pastillas que tomaba, eran mis constantes cambios de humor. No los controlaba y me hacían parecer una bipolar.

El último suspiro. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora