Capítulo 7.

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Pasaron semanas antes de que Lauren diera señales de mejoría. 

Semanas en las cuales empezaba a perder algo de esperanza.

Hoy se cumplían 45 días desde que estaba en coma. 

45 días en los que yo era la única que se preocupaba de ella, es decir, estaban mis padres, Dinah e incluso esa chica Ally que había venido un par de veces, pero ellos no se preocupaban de la forma en la que yo lo hacía.

Ellos no podían sentir la gran punzada en el pecho cada vez que iban a verla.

Cada visita, cada día y cada semana mi corazón se rompía más.

Pero debía ser fuerte, fuerte por ella.

Hoy iba con mi mamá al hospital, ella parecía realmente preocupada por Lauren, aunque creo que trataba de estarlo por mi.

El camino en el carro fue muy silencioso, me quede viendo por la ventana todo el viaje, éste día se sentía extraño, extraño de una buena forma. 

Llegamos al hospital y me adelante dejando a mi mamá atrás de mi, lo presentía, hoy sería un buen día.

Entré a su pequeño cuarto, en la mesita había un ramo de flores marchitas, las quite del jarrón y puse un nuevo ramo. Unas hermosas rosas blancas.

Su palidez era muy visible, incluso más que la primera vez que la visite. Mire su mano y sonreí con tristeza. Sus uñas estaban pintadas de un color rosa bajo. Recuerdo ese día, Dinah pensó que sería divertido pintárselas y ver su expresión cuando despertara... si es que despertaba.

Me senté en su cama y la contemple, aún en éste estado era increíble su belleza, sus parpados se veían grises.

Y de repente paso. 

Abrió sus ojos por completo, se veían dilatados por la luz, y fue tal vez lo mejor del mundo. Estaba olvidando porque me encantaban. 

Tan pronto como los abrió los cerro.

Fui corriendo a buscar a una enfermera. Me quede en la puerta gritando "¡Enfermera, enfermera!".

Una que estaba casi al final del pasillo vino a paso rápido a sonde yo me encontraba.

— ¡Ella abrió los ojos! — dije muy emocionada, di pequeños saltos mientras aplaudía.

La enfermera comenzó a revisarla, saco una lamparita y checo sus ojos.

— A veces pasa eso, es como una acción involuntaria de nuestro cuerpo, podría no significar nada.

 — Oh, está bien — mi débil voz se fue apagando.

Soy tan tonta, ¿cómo pude pensar que ella despertaría? 

Ella se retiro dejándome sola.

**

—Tienes que animarte, hija, ella va a despertar algún día de estos — mi papá trataba de subirme los ánimos, pero a éste punto, ni la pizza podía animarme.

— Algún día de estos... — repetí sus mismas palabras en tono sarcástico. 

Nos encontrábamos en la sala de estar, así que subí las escaleras y fui al baño.

Mire mi reflejo en el espejo. Mierda, en serio me veía mal, mis ojeras eran bastantes grandes, mi color de piel era un poco pálido y mis ojos se notaban más cansados de lo habitual.

No era una imagen de la cual estuviera orgullosa, pero era la imagen de alguien que se preocupaba, y vaya que yo lo hacía. Pero hablamos de Lauren Jauregui, no me rendiría tan fácil.

El último suspiro. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora