Capítulo 5 -La antigua ciudad de Saxe-Gotha

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Aproximadamente a un kilómetro de distancia de las murallas de la ciudad de SaxeGotha, en la escenificada área para el asalto, las trescientas cincuenta tropas del Batallón de De Vineuil esperaban la orden que indicara el comienzo del ataque.

Hoy, quince días después del desembarco, el ejército aliado finalmente lanzó su ofensiva.

Liderando la Segunda Compañía, Guiche estaba temblando de pies a cabeza, mirando fijamente a la ciudad cubierta de niebla de Saxe-Gotha.

―¡Comandante de la Compañía, Señor!

El sargento que se encontraba en guardia a su lado, Nicola, habló con un tono suave.

―¿Q-Q-Q-Qué pasa?― balbuceó Guiche.

―Se le ha caído su varita.

Guiche inmediatamente miró debajo de su pie y vio su varita en forma de rosa en el suelo.

Frenéticamente recogió su varita y la metió dentro del bolsillo delante de su pecho, mientras trataba de mantener una expresión solemne en su rostro.

―¡Comandante de la Compañía, Señor!

―¿Q-Qué pasa?

―Aunque puede que no sea de mi importancia, sigo pensando que sería mejor que vaya al baño primero.

Guiche inmediatamente lo miró y dijo:

―¡Ya he ido!

―Eso es bueno, entonces,― respondió Nicola mientras sonreía. ―no hay nada de qué preocuparse. Según los informes, en los últimos días, los cañones del enemigo han sido destruidos por el bombardeo de nuestras flotas, y sólo han desplegado semi-humanos para vigilar las calles.

―Esos s-semi-humanos son increíblemente feroces, y sus cuerpos son enormes.

―Pero son estúpidos y es increíblemente fácil de engañarlos con trampas―comentó Nicola mientras miraba hacia el frente.

Guiche observó al pequeño hombre llevando un fusil. Ésta era la primera batalla real en la que había participado, y no había nadie más en quien pudiera confiar. Con esos pensamientos en su mente, el hombre delante de él parecía ser más grande que cualquier otro zopenco que él conociese.

―Sin embargo... ¿desde dónde podremos iniciar nuestro ataque? La ciudad entera está rodeada por las enormes murallas de piedra...

Escuchando la preocupación de Guiche, Nicola asintió su cabeza.

―Alguien vendrá pronto para "abrir una ruta" para nosotros.

Después de un rato sin que pasara nada, una flota de barcos de guerra apareció en el cielo. Diez barcos de guerra, todos perfectamente alineados en una fila, procedieron a bombardear el muro con los cañones. En el frente de la flota de los barcos de guerra, la potencia de fuego era tal que el enemigo estaba completamente indefenso.

¡Boom—! ¡Boom—! ¡Boom—!

Acompañado por el estruendo provocado por los disparos de los cañones y espesas nubes de humo, los muros comenzaron a derrumbarse y gritos de entusiasmo se escuchaban de los soldados reunidos en la zona. Bajo la lluvia de fuego de los cañones, las murallas se desplomaron.

Y luego, aparecieron delante de sus ojos, un grupo de enormes golems de piedra.

Debieron ser creados por magos clase Triangular, pensó Guiche para sí mismo.

Dado que él mismo era un mago clase Puntual, no podía crear golems así de grande, por lo que los miró con admiración. Aunque eran un poco más pequeños que los golems creados por Fouquet la Tierra Desmoronadora, quien una vez había sacudido toda Tristain, seguían siendo enormes. Los golems, con una altura aproximada de unos veinte metros, se acercaron poco a poco y con pasos sólidos a los muros derrumbados.

Zero no Tsukaima #7 "Pentecostés de plata"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora