Parte 4

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Conducir por la carretera sin palabra alguna ni música que libere las tensiones puede ser más agotador de lo que ambos imaginaban. GongChan tenía mil preguntas en su cabeza sin embargo sabía que no era él momento para hablar, Jane solo apuntaba su vista hacia el retrovisor, <> se decía él intentando descifrar cada una de sus acciones. Pronto la chica quedó dormida, y la tensión fue bajando de nivel, hasta que despertó porque el conductor de la camioneta frenó en seco. - ¿Qué demonios sucede contigo GongChan?; ¡qué tal si no me hubiera colocado el cinturón de seguridad! -Vociferó Jane con violencia, quien ahora estaba depositando todo su mal estado de ánimo y frustraciones en ese muchacho. Él siguió permaneciendo callado, arrancó el auto y solo respiraba lo más hondo posible deseando que ella pronto se callara.

Jane cambiaba de postura a cada dos minutos, comenzó a odiar estar sentada por tanto tiempo, pero no solo eso, incluso le fastidiaba el paisaje desértico de carretera y más carretera. Sacó de uno de sus bolsillos el arrugado papel en donde escribió lo que deseaba que llevara la última corona de arroz; sin pronunciar palabra se la dio a ChanShik. Éste atrapó el papel en sus manos quizás arrugándolo aún más de lo que ya estaba, tan arrugado como se transformaría el corazón del joven al leer la frase, mantuvo su mirada fija en el papel por varios segundos, una lagrima apareció, era inevitable, dirigió su vista al volante, pero era algo tarde para acelerar o dar un breve giro en contravía, pues al frente de él venía otro carro con el cual pretendía chocar. En medio de sus rápidos reflejos Jane tomo el volante e hizo una curva prohibida la cual los salvó de una fuerte colisión con aquel auto, pero no pudo evitar terminar frente a frente de un árbol al borde de la vía. Sus reproches se volvieron a escuchar esta vez para explicar el accidente que pudo pasar, insulto tras insulto hacia GongChan y por más que él quisiera guardar la calma, estalló, en medio de su voz un poco quebrantada le gritaba que ninguno tenía la culpa de esto y que lo mejor era dejar atrás algo que no ocurrió y separarse lo más pronto, además que él debía responder por ese pequeño daño al estrellarse que había sufrido la camioneta.


Jane enmudeció, él le gritaba que ya no quería estar un minuto más a su lado, todo el remolino de emociones que se agitaban y mantenía GongChan en su pecho estaban siendo liberadas con aquellos gritos que ni él mismo creía que su voz se mantenía a tal tono. La castaña guardo silencio, posiblemente las lágrimas estuvieron a punto de aparecer por tercera vez en ella, pero las dejó pasar no quería que él la viera llorando, sin duda la sensibilidad de los dos se sentía en su máxima puntuación. Duraron otros treinta minutos que fue lo que demoro la camioneta en llegar a la ciudad y cuando se encontraban en el centro histórico, Jane pidió que la dejara ahí, no importaba cuanto GongChan se negaría e insistiría en llevarla hasta su casa, él al menos ya había detenido el auto y eso le sirvió a ella para bajarse sin decirle otra cosa que esperar sus dos arreglos, estrellando y cerrando con fuerza la puerta de la camioneta
Un día pesado se avecinaba, el chico de las vestimentas blancas lo presintió así al despertar. Visualizo el reloj de madera, grande y anticuado situado en el centro de su habitación, fue un regalo de su abuela, preciado objeto para él. Su reacción se concluyó en un minuto, se limpió los ojos para mirar con más claridad y cuando pudo realmente ver la hora se sorprendió, hizo todo rápido, ¡muy rápido! Más rápido que de costumbre, se bañó, paso sus manos por su cabello, estaba despeinado pero el cepillo no era algo que iba a pasar en esos momentos, peleo con los zapatos porque no querían entrar a sus pies, se desesperó en amarrar sus cordones, observó su armario y no tenía ninguno de sus chalecos limpios, tomó el único que le quedaba. "Debo lavar la ropa más de seguido" dijo entre dientes colocándose su chaleco gris, él odiaba llegar tarde, pero no todos los días se puede llegar temprano."Un bello flower boy" fue el primer comentario que recibió de una de sus clientas fieles; Susan soltó una carcajada sarcástica, GongChan apunto con su dedo señalándole que debía subir y ella se marchó avergonzada. Aunque el joven proyectara cierto tipo de imagen a veces odiaba ser etiquetado de cierta forma, así se lo dijeran como un alago. Todo en la floristería marchaba a la par de un reloj suizo, no quejas, no pedidos retrasados, no clientes insatisfechos, tampoco una gruñona que le amargara su día... ¿Ella amargaba su día?; la pregunta resonaba en su mente como una ráfaga de viento que sopla fuerte llevándose todo lo débil que está a su paso.

El florista (GongChan - B1A4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora