Parte 5

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Se aspiraba humedad en el aire. No era invierno, tampoco verano, solo un día más de otoño, pero las nubes indicaban que una lluvia se aproximaba, las cuatro de la tarde y el cielo era similar a las seis. GongChan salió con su paraguas a la mano; su vestimenta completamente clara excepto por su calzado café. Sus cabellos no se encontraban merodeando por su frente como siempre, esta vez pasó el cepillo por ellos colocándolos atrás innovando el peinado. En la otra mano sostenía un ramo de veinticuatro rosas, y sin saber muy bien la dirección subió a un taxi y la dictó, esperaba llegar a tiempo; gotas de lluvia se insertaron en el camino, no era un torrente aguacero pero tampoco una llovizna. El taxista se detuvo en las rejas de un gran jardín y ni explicar el tamaño de la casa, pagó la carrera y expandiendo su paraguas se bajó, quedó frente a frente de la casa con tendencia a mansión, la detalló buscando el número de la casa y verificando sí este era el lugar.
Las rejas estaban abiertas por lo que pasó, el jardín estaba plagado de flora <> pensó observando las flores que le faltaban. Buscó la entrada, pero la puerta principal estaba cerrada, así que decidió a dar la vuelta y justo en otra parte del jardín se hallaba todo, eran aproximadamente veinte personas sentadas en unas sillas plásticas ahí al aire libre casi todos vestidos de blanco, eso por supuesto incluía a Jane.


GongChan poniendo en modo activo su radar la buscó entre los asistentes y la encontró a una esquina con un vestido blanco ceñido en la mitad del cuerpo y en la otra mitad caía a manera de copa, su cabello estaba recogido, primera vez que la veía de tal manera, más femenina que lo habitual, su cabellos castaños se veían realmente hermosos ante los ojos del joven pese a su serio semblante y constantes parpadeos. Su sutileza al alzar la cabeza o agacharla, sus delicadas manos componiendo su peinado o parte de la falda de su vestido. Ella se puso en pie, seguramente iba a buscar algo dentro de la casa, pero quedó de pie inamovible a mitad del camino; su presencia se había cruzado con la de él, y los separaban solamente veinte pasos diagonales, que al mismo tiempo se decidieron en acortar. -Hola. Manifestó Jane un brillo distinto en sus ojos, -Hola. Dijo él tragando en seco, ya ella había caído en cuenta de la existencia del ramo de rosas.

-Me agrada saber que hayas querido venir. Todo acaba de empezar hace unos minutos, por el ambiente lluvioso se postergó media hora.
-Me agrada saber que no llegue tarde.
-Tú nunca llegas tarde. -Mencionó ella seguida de una carcajada para evitar la tensión.Se sentó en una silla cualquiera, y desde ahí atendía a las palabras en conmemoración a la madre de Jane, pero también la detallaba, le clavó la mirada y no se la despegó hasta que todo se acabara. En esos momentos se apreciaba hermosa, anteriormente captó esa impresión, pero ahora era diferente, la tranquilidad que radiaba lo mantenía impresionado y a la expectativa de sus movimientos. Antes del final, ella pasó al frente y dio un muy sincero discurso de agradecimiento el cual terminó casi llorando, no era para menos sus palabras resaltaban por lo bellas que luego se difundieron en aplausos y palabras de aliento hacia la joven. El pelinegro se perdió entre los asistentes, al salir la puerta de la entrada ya estaba abierta como para pasar y quedarse un rato a charlar, pensó que eso solo podía ser una situación familiar, así que buscó una mesa para dejar aquel ramo de rosas, pero en medio de su acción una voz lo sorprendió.- ¿Pensabas irte sin habérmelo entregado por ti mismo?
-Parece que estarás ocupada en los siguientes minutos. -Contestó encogiéndose de hombres y aguardando las manos en sus bolsillos.- ¿Me ayudas a poner la mesa?
GongChan no tuvo más remedio que aceptar. Aparte de arreglos florales también mandó a hacer comida, que él le estaba ayudando a servir y llevar a la mesa, para luego uno a uno de sus familiares se sentara disfrutando de la cena. Nuevamente intentó irse sin despedirse, y ella volvería a retenerlo por un tiempo más, aclarándole que no iba a cenar con ellos, porque quería hablar con él. GongChan muy paciente espero unos minutos más hasta que ella volvió a aparecer pidiéndole que fuera a la parte trasera del jardín. Se sentaron sobre una banca y ahí por fin el joven pudo entregar formalmente el ramo de rosas de tres colores, Jane las recibió con una sonrisa y olfateando su olor, más específicamente perdiéndose en esa fragancia. Llevaba un pliego de papel de setenta centímetros de alto, pero lo cubría una bolsa; eso irrumpía la paciencia del hombre retratado que le preguntó que llevaba ahí, y ella automáticamente enmudeció, si o si este debía ser el momento para entregar su regalo.


-En mis tiempos libres suelo dibujar, hace unos días pinte a alguien no sabía quién era, pero luego se asemejo a ti; pensé desde que te vi en mejorar aquel boceto en esto. -Comentó sacándolo de la bolsa e impactando al extrañado florista que por vez primera veía algo retratado de él. GongChan levantó sus dedos para rosar su cara dibujada, él que estaba ahí sí que se parecía a él. -Lo pinte con unas rosas, hoy me trajiste esto, creo que tú eres una persona que me hace creer en las casualidades.-Las casualidades nunca ocurren porque sí. -Dijo, aun rosando su retrato, seguido agradecerle como reprocharle que no debió poner tanto trabajo en hacer algo como eso para él. Un impulso propiciado por Jane la llevó a abrazarlo, dándole las gracias ayudarla y no haberla tratado mal como ella piensa que se merecía, sus groserías en algunos momentos y el exceso de amabilidad de él no los sentía compatibles, pero que al menos hoy agradecía conocerlo porque no esperaba que se perdiera el contacto tan rápido.-Saber que una persona tan bella como tú me entrega esto desinteresadamente y todo el tiempo me apoyó pese a mis pretensiones o pese a ser un desconocido, me hace muy feliz. -Masculló desasiendo el abrazo. -Hoy debería sentirme deprimida, pero no lo estoy. Tú me haces ver esto de otra forma, ahora recuerdo a mi madre de la más hermosa forma, no con una lágrima sino con una sonrisa; me siento liviana.
-No es por mí. Eres maravillosa Jane, en todos los sentidos. Ojala poco a poco te analizaras más a ti misma, y cuando descubras todo lo que eres, sabrás porque decidí ayudarte, aguantarte o venir hasta aquí. -Se levantó y miro su reloj, con una brillante sonrisa dio la vuelta diciendo que esperaba verla encargando arreglos florales de nuevo. El encuentro de esos dos ocurrirá de nuevo, tan pronto como se mueven las manecillas de sus relojes, sus ojos se volverían a encontrar y ese día solo existiría un brillo prologado en los ojos de ambos y una entrelazada de manos que no se deshacera jamás.


FIN

El florista (GongChan - B1A4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora