Cambios.

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~<3~

Desde ese día las cosas no cambiaron mucho, como todo el mundo esperaba, pero algo se incrusto justo en medio de mi corazón, no estaba muy segura de que era pero ya había algo más para mí, era algo estaba segura seria inquebrantable. Fueron días, meses, y se cumplió un año de conocernos o más bien de conocerlo, pero antes de llegar ahí hay ciertas variaciones en la historia.

Era sábado y no tengo idea de cómo consiguió mi teléfono por que no recuerdo haber selo dado, pero me llamo, sonó y al tercer timbre conteste, al escuchar ese ''Hola'' al otro lado de la pantalla, mi corazón perdió su ritmo normal como era de costumbre, no dije nada, no podía decir nada, solo sonreía, hasta que dijo:

-¿Ann? ¿Estás ahí?- Preguntó.

Nunca me gusto mi nombre, hasta que lo escuche de su voz.

-Si... ¿Qué pasa?-Dije

-¿Estas muy ocupada?- Pregunto

-La verdad no, ¿Por?- La curiosidad me mataba en ese par de segundos.

-Quisiera verte en 10 minutos en la parada de autobús ¿Esta bien?

-Está bien, alcancé a susurrar.

-Bueno, entonces nos vemos ahí- Dijo antes de colgar.

Cuando la llamada termino, trate de arreglarme lo más rápido posible, no sé si podía contarlo como una cita pero quería verme y eso hacía que cada segundo fuera más lento que el anterior. Salí un par de minutos antes para llegar justo a tiempo. La curiosidad mato más corazones que gatos y a mí la curiosidad en ese momento me estaba asfixiando. Llegue y estaba sentado donde siempre con la sonrisa perfecta que utilizaba para enamorarme y que irónicamente le funcionaba muy bien; llegue y me senté a su lado, se veía bien no podía quitar mi mirada de él, enserio se veía tan bien, me miro y sonrió como era de costumbre y dijo:

-Tengo que decirte algo- Había algo raro en su voz era casi invisible pero yo lo note.

-¿Pasa algo malo?-Pregunté con cierta seriedad.

-No lose, tal vez sea para ti- Esa respuesta ciertamente no era la que esperaba.

-Lo que pasa es que...- dijo, se quedó callado y pensativo un momento y después me miro no directamente a los ojos como era de costumbre, si no directo a mis labios, no sabía si significaba algo porque nunca he sido buena para descifrar el lenguaje corporal y siendo sincera cuando estoy con el las cosas que requieren concentración me cuestan el doble de trabajo.

-Tengo que irme- Dijo al fin, rompiendo ese silencio.

-¿Qué? ¿Irte? ¿A dónde?-Se notaba la sorpresa en mi voz.

-Me mudare de casa y posiblemente eso haga que me cambie de escuela -Mientras más hablaba su voz más se apagaba. Y mis lágrimas como una alarma automática a sus palabras comenzaron a caer por mis mejillas, no podía detenerlas, no quería que me viera llorar pero se iría y posiblemente no volvería pronto, dejaría de verlo por un largo tiempo. Este fue el momento que cambio la historia, ¿por qué justo cuando comenzábamos a hablar, llevarnos a bien, tenía que irse? Fue un lindo momento cuando comenzó pero todo acabo cuando se tuvo que levantar de esa banca y volver a casa, por primera vez supe lo que era extrañar a alguien sin que se haya ido, saber lo que era quedarse sin mundo de un momento a otro, lo vi alejarse y no pude detenerlo, no quería afrontar la idea de que ya no lo vería, no con la frecuencia de antes o ni siquiera con frecuencia. Llegue a ese lugar con la luz del sol pegando en nuestras caras y me fui hasta que las estrellas llenaban el cielo y cuando camine de regreso a casa me di cuenta que una parte de mi se había quedado o tal vez se había ido con él. No volvimos a hablar, las miradas disminuyeron y volvimos a ser desconocidos; hasta el día que me dijo que quería verme para despedirse.

¿Despedirse?... Fui por el simple hecho de que no quería seguir sin verlo. Cuando llegue a donde estaba, su cara se veía apagada y dolía... como no creí que doliera la partida de alguien. Me vio llegar y me abrazo, me sostuvo entre sus brazos un par de segundos y fue perfecto...mientras duró.

Y lo vi subir en aquel auto azul e irse. Observe como ese auto avanzaba por la avenida y en un par de minutos desaparecer en la autopista. Tuve que acostumbrarme de golpe a la idea de no verlo más, de que el mismo vacío lugar volviera a ser el mismo vacío lugar antes de su llegada, acostumbrarme a la idea de que su aroma ya no estaría más en mi aire. Se fue y no estaba segura si volvería...

El hecho de aceptar esa idea ya me hacía sentir pésimo, sigo sin descubrir cómo le hare cada día de la semana para sentarme en esa banca a esperar el autobús sabiendo que ya no saldrá de esa puerta que ya no será más mi acompañante; que no se sentará a mi lado en ese vacío autobús.

Aun no descubro como seré yo de nuevo, ser como era antes de mirarlo. Pasaron días, semanas y mi vida no tenía mucho sentido todos los días se habían vuelto rutina y la rutina de a poco costumbre. Volví a encerrarme en los libros, aquella banca volvía a ser la misma de siempre. El lugar en el autobús donde el siempre se sentaba era ocupado por diferentes personas cada día. Y cada que observaba ese lugar, me acordaba de su perfección tan exacta y a veces un par de noches me preguntaba:-¿Qué estará haciendo? Y después de un par de lágrimas me preguntaba:-¿Qué me estoy haciendo?...

No volvimos a hablar, ni siquiera sé si está bien, o si su casa está muy lejos de aquí, no sé nada de él y me abruma la idea de que tal vez ya me haya olvidado, cuando a mi aun me duele ese pequeño e insignificante beso en la mejilla. De vez en cuando salgo a la calle con la esperanza de verlo, tan siquiera pasar. Pero no pasaba nada, así fueron meses y no sabía nada de su paradero, y poco a poco me acostumbre a la idea de que no llegaría el mensaje que tanto esperaba, que no habría llamada que ya no habría nada... Y me quedé como al principio de esta historia sin él y sin nada pero ahora con recuerdos que perforan el alma...

Poco a poco su recuerdo se fue difuminando hasta que ya no había más un recuerdo, a veces en la oscuridad de la noche lo imaginaba y deseaba volver a verlo, pero caía de golpe a la realidad y me daba cuenta de que no lo vería. Como muchos dicen la vida no se detiene ahí, no se detiene por nada y mucho menos por alguien, entonces tome eso como experiencia y me levante, seguí con mi vida, porque no quería quedarme esperando cuando volvería...

Y entonces de la nada llega alguien y cura las heridas que tanto te dolían y limpia las lágrimas que aun derramabas. Supongo que cuando llega esa persona es como el acto de amor verdadero hacia la otra persona, si la otra vuelve y parece que no ha pasado nada desde que se fue es amor, pero si te das cuenta que quieres a la segunda persona te quedas con ella. Me di la oportunidad de ser feliz con o sin él, me di la oportunidad de salir adelante.

Dije que sería capaz de enamorarme de nuevo, me prometí que sanaría mi corazón y sería feliz, Y costo trabajo pero lo conseguí, llego alguien... Aunque a veces me siento junto a la orilla de mi ventana y observo como la lluvia golpea el pavimento, rompiendo su forma perfecta la impactarse y me empapo en ese clima que te pone melancólico...Deje un par de días la realidad por su ausencia, pero a pesar de haber caído en un pozo aparentemente sin fondo hay forma de salir y lo hice; me cuesta entender por qué mientras más vacía tu vida más pesa, es irónico.

Y entonces conocí a André, esa persona que se convirtió en artista pinto una sonrisa de colores en el lienzo gris de mi rostro; me di cuenta de lo bonito que era lo que todo el mundo dice inexistente; conocí un amor de verano o tal vez era de otoño pero lo conocí, André cambio drásticamente mi vida, él no se iba, él sabía que mi corazón estaba roto y que faltaban muchas piezas y en lugar de irse como una persona cuerda haría, se quedó y rompió su tierno y cálido corazón solo para completar el mío. 

Miradas.Where stories live. Discover now