Amarnos.

11 0 0
                                    

Y no se fue, durante meses, borro a Tomás con su nombre, lleno ese vació con su voz y su ausencia con su calor. Pero algo en mi aun no olvidaba a Tomás; André y yo nos enamoramos, fuimos un par de locos que quisieron probar el teorema de que el amor no existe, pasábamos horas al teléfono sin nada que decir, hasta que llega el día que todo el mundo espera, André me declaro su amor y me pidió de la forma más tierna nunca antes conocida que me quedara, no es que me fuera a ir, no después de todo, que me quedará a su lado para ser feliz. Fue un 03 de Octubre cuando me lo dijo, lo recuerdo también el momento sigue tan presente. Primero me llamó:

-Hola Cariño-Solía decirme en ocasiones especiales.

-Hola- Se notaba mi felicidad en la voz.

-Tengo algo muy importante que decirte pero no sé si quieras verme- Dijo sin mucho tiento.

-Claro que quiero verte-Dije emocionada.

-¿Me extrañas?-Preguntó

-Claro que si, Cariño-Dije.

-Entonces ¿porque no me abres la puerta y me das un abrazo?-Dijo

Me quedé en shock enserio estaba afuera, cuando quise contestar la llamada había terminado, corrí ansiosa a la puerta principal y al abrirla ahí estaba André con una simple rosa roja entre manos y mirándome directamente, se acercó y como todo un caballero se inco ante mí y dijo:

-He esperado el momento perfecto para decírtelo pero se que nunca llegará entonces quiero tomar este momento y hacerlo perfecto, Ann, Cariño, ¿Quieres ser mi novia?

No dije nada por un momento, no tenía palabras solo observaba la perfección del momento con cierto miedo de arruinarlo y después de tanta espera dije que SI.

Tal vez al leer esto piensen que el vacío de Tomás lo llenaba con André pero la verdad es que el me conquisto, sano cada herida, más allá de lo físico algo nos traía como si fuéramos polos opuestos destinados a estar juntos, por primera vez entendía lo que era pertenecer a alguien no físicamente si no pertenecerle en alma y espíritu. André poco a poco fue descubriendo todo de mi, mi adicción hacia le chocolate, el amor a ciertas series de televisión, lo mucho que amo leer en los días lluviosos; simplemente encontré a esa persona que sabía la peor parte de mí y aun así se quedaba para ayudarme a ser mejor. Sus abrazos cálidos que me quitaban el frio en ciertos días difíciles se volvieron mi motor, el me hacía fuego, me apagaba y me volvía a consumir solo con tocar su mano. No cabe duda de que me hacía completamente feliz, era cursi y empalagoso pero nunca me molestaron sus demostraciones de amor en público, me sentía bien a su lado, de alguna extraña forma me completaba y eso se volvió mi única razón de vida, él y sus abrazos cálidos, él y sus cursilerías tan naturales, todo él era mi estúpida y feliz vida.

Me enamore perdidamente de él, no lo planee pero sin el nada tenía sentido todo era aburrido y apagado; André me enamoro y nunca me ha gustado hablar de eternidad ni mucho menos del para siempre, pero había algo en André que me hacía creer en esas locuras y me hacía jurar amor eterno hasta que mi corazón dejara de latir, él era simplemente mi motor... Fue mi apasionado amor de otoño de invierno y primavera de todas mis estaciones, él era mi amor apasionado de día o de noche, de lunes o tal vez el sábado pero simplemente siempre fue el. André, que por el conté cada estrella y forme constelaciones, que contaba los lunares de su espalda y los sabía de memoria. Por el que escribí mi primera carta de amor, por el que soñé incluso con los ojos abiertos. Solo por André creí en la felicidad de esas sonrisas interminables y mariposas en el estómago o como alguien sabio una vez me dijo el hígado entonces a André le pertenecía todo mi hígado. Puede que suene estúpido pero André y yo nunca nos habíamos besado no porque no quisiéramos hacerlo si no que no hallábamos el momento perfecto para juntar nuestros labios, nos dimos cuenta de que no necesitábamos ningún contacto físico para querernos porque el simple hecho de hablar nos hacía felices a ambos. Hablábamos durante horas y ninguno de lo dos hallaba la necesidad de algo más que hablar; éramos y siempre seremos una relación extraña.

El primer mes... fue simplemente lo mejor no había duda de que había tomado la mejor decisión, me di cuenta también de que no lo quería por ser atractivo o por el deseo físico lo quería por las horas de charlas por los intentos de descifrarnos y que el otro lo supiera todo, de lo interesante que era estar con él. Recuerdo nuestro primer beso, estábamos sentados en el sillón de mi casa en una discusión de sobre porque la lluvia es deprimente, estábamos a centímetros y sentía ese pequeño hilo invisible que me atraía a sus labios y la conversación se acabó de repente, comenzó a acercarse poco a poco casi como si no se moviera y me beso, bese al fin esos labios tan delineados; tenían un sabor entre chicle de menta y pasta dental, me gusto descubrir ese sabor impregnado en sus labios, no estoy segura de sí besar es mi fuerte no soy experta en eso, pero fue mi primer beso y no quería besar otros labios desde que lo descubrí a él. Ha sido el beso más dulce y delicado que he tenido, poco a poco el nivel subió, toque su mejilla y su piel estaba erizada creí que era solo yo la que se sentía tan bien, a cada roce mi piel se quemaba en pasión y en un inexplicable amor.

No sé cuánto duro el beso pero puedo asegurar que perdí la noción del tiempo, cuando el beso termino, lo mire directo a los ojos y fue como si hiciéramos click, se hace solo una vez en la vida, mi click fue con él, con su mirada tan penetrante y cautivadora, André es exactamente lo que siempre había querido o tal vez más, pero no podía pedir más, me hacía feliz.

Llego el segundo mes y todo iba muy bien como dirían para ser verdad pero era real y podía tocarlo con la palma de mi mano. Fueron dos meses y después tres; los besos fueron aumentando y con ellos su intensidad, los besos dulces y lentos pasaron a ser rápidos y morbosos pero no se perdía el amor. Paso de la mano a la pierna de simples roces a caricias completas. Cuando me decía amor, me sentía extraña como si estuviera incompleta pero cuando me decía Mi amor le pertenecía, era suya y el a ratos también era mío. Nunca me fue necesario el decir que estaríamos juntos siempre porque yo sabía que el sabia a la perfección aunque suene extraño que siempre le demostraría cuanto lo amo.


Miradas.Where stories live. Discover now