De: Xavier Wagner
Fecha: Miércoles 24 de noviembre, 09:10 PM
Para: Secretísima Virtual
Asunto: Beatrice me contó...
Hola, Secretísima:
Pasé una semana terrible, dificilísima, por eso no te contesté. Es cierto que también tenía miedo de tu reacción por haber mandado a Beatrice, pero no fue ese el motivo principal de mi silencio.
En casa hubo discusiones que me pusieron mal. No quería escribirte en un momento de tanta bronca y tristeza, así que preferí esperar hasta hoy. Es increíble cómo nos pasan cosas parecidas con nuestro padres. Aunque lo hacen con buena intención, ¡A mí también me presionan! Todavía falta tiempo para mi ingreso en la universidad, pero mi padre ya está haciendo planes. El otro día vino entusiasmado de casa de un amigo, y me anunció:
-Averigüé de dos buenas universidades en los Estados Unidos que otorgan préstamos de honor, anticipados. Se pagan una vez que te dan el título y ya tenés trabajo. Pensé que podrías tomar uno y estudiar en alguna de ellas. Son excelentes.
-Papá, no me gustaría estar endeudado para cuando me reciba. ¿Por qué no puedo ir a una universidad estatal?
-Para abrirte camino, es mejor una privada.
-Para abrirme camino, lo mejor es romperme el alma y estudiar... donde sea.
-Tu padre tiene razón, y yo pienso igual. Te lo decimos porque es lo que más te conviene.
-Mamá, no presiones vos también. No pueden decidir ustedes por mí, soy yo el que tiene que elegir.
Se quedaron callados, serios, como ofendidos conmigo. Podía imaginarme lo que pensaban: "¡Qué malhumorado! ¿Por qué nos trata así? Si solo queremos lo mejor para él". Me sentí culpable, furioso, y me encerré en mi cuarto a tocar la guitarra (no te dije que yo tengo el mismo hobby que vos).
Durante toda la semana me estuvieron hablando del tema; parece que los préstamos de honor se piden y se otorgan con bastante anticipación, y hay que dar un examen previo. Entiendo que "quieran lo mejor para mí", pero odio que no me pregunten qué es lo que yo quiero. Se tata de la universidad, no del colegio primario o secundario, y endeudarme desde ahora, o que se endeuden ellos, me parece absurdo. ¡Son miles de dólares! Si no puedo pagarme una universidad privada, voy a una estatal. ¡Qué me importa que los préstamos sean algo común en los Estados Unidos y ahora acá! Quisiera que tuvieran más confianza. Yo puedo abrirme camino por mí mismo, cumplí dieciséis años, no soy un bebé. Además, ¿cómo les digo que cambié de idea y ya no quiero ser ingeniero electrónico como papá? Mamá está muy ilusionada con esa idea. Papá me entendería si elijo ser médico, como mi abuelo, por ejemplo, o abogado, igual que mis tíos. ¿Cómo le explico que yo quiero ser bioquímico y dedicarme a la investigación? Me parece oírlo: "Una carrera sin futuro. Para morirse de hambre". Te quedás a mitad de camino. ¿Por qué no estudiás medicina, entonces?" (eso lo diría mamá).
Es complicado, SV; si los conformo a ellos, no voy a estar conforme yo. Si me salgo con la mía, me va a costar darles el disgusto. Después de nuestra última conversación, los dos están silenciosos, como ofendidos. Es duro ser hijo único y que tus padres esperen tanto de vos. Si tuviera un hermano, sería distinto.
¿Que quiero ser en el futuro? Me gustaría tener un laboratorio y producir mis propios remedios; descubir alguna cura milagrosa para enfermedades sin esperanza como la esclerosis múltiple, la leucemia... Yo también tengo mis ambiciones. Y en mis ratos libres me desahogo tocando la guitarra de oído y cantando (soy afinado aunque no tenga mucha voz) folclore, jazz, rock, lo que sea. Hasta en eso coincidimos, SV.