Mensaje 17

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De: Xavier Wagner
Fecha: Martes 14 de diciembre, 09:19 PM
Para: Secretísima Virtual
Asunto: Fiesta de egresadas

Hola, Secretísima:
Al final pude convencer a tres chicos más para que me acompañaran: mi primo, su amigo Kevin, a quien, como tiene dieciocho, ya le prestan el auto, y el morocho que vendía panchos en nuestra kermés. Hasta último momento tuve miedo de que no nos dejaran pasar con una sola tarjeta. Por suerte, el de la puerta no puso inconveniente cuando le mostré la mía y le dije que los demás se la habían olvidado; delante de nosotros habían entrado otros colados, y el tipo se distrajo.
    Había tanta gente (vi más chicas que chicos), que no podía encontrarte por ningún lado. Ensordecían con música electrónica y todavía nadie bailaba porque era temprano. Una chica alta, con anteojos y un vestido celeste como el de las demás egresadas, se acercó y nos preguntó:
    -¿Ustedes por quién vienen?
    Mi compañero de colegio le contestó que una chica de tercero le había dado la tarjeta a un amigo de él que no había podido venir, y que no recordaba el nombre de la chica. (No habíamos previsto ese detalle, SV. ¡Si no sé cómo te llamás!) La chica alta nos miró con desconfianza, después se encogió de hombros y dijo:
    -Las de tercero están arriba, jugando al pool.
    Apenas pude, me deshice de mis amigos y subí por las escaleras a tratar de ubicar el salón de juegos. Después de entrar en varias habitaciones vacías, lo encontré; la puerta estaba entreabierta y se oían voces y carcajadas del otro lado. Me asomé con precauciones y te vi. ¡Qué linda estabas con esa pollera negra y la remera rosa! El pelo recogido te queda bien y me encantó que no usaras ni una gota de pintura. No soporto a las chicas muy maquilladas y tampoco me gusta la ropa sofisticada. (Con esas remeras rayadas, sin un hombro, parecen todas uniformadas). Sencilla y linda, mi CC real estaba concentrada en jugar al pool sin saber que yo espiaba cada uno de sus movimientos. Seguramente no esperabas que llegara temprano (te dije que lo haría tarde para despistar) y pensabas buscarme abajo como a las tres de la mañana.
    No me quedé mucho tiempo detrás de la puerta por miedo a que me descubrieras vos, o alguna de tus amigas. Me saqué las ganas de mirarte un rato y fui a reunirne con mis amigos en la planta baja; aunque sin dejar de observar la escalera para verte  aparecer.
    Tardaste en hacerlo. Entonces yo me puse al alcance de tu vista, aunque dispuesto a respetar la regla de no acercarme. Pero ¡qué rabia me dio ver llegar al desubicado de Marcos con su bota de yeso! No podía ser otro que él. ¡Cómo te miraba! Y no paraba de decirte cosas y ofrecerte bebidas y masitas y, con cualquier pretexto, te agarraba del brazo. De pronto, mi compañero me dijo:
   -A esa chica de remera rosa la conozco de la kermés.
    Yo, con tal de que te sacara de encima al colgado ese, lo convencí para que te fuera a saludar.
    ¡Con qué ganas te hubiera librado por mi cuenta de Marcos! Y no podía, tenía las manos atadas. Ni siquiera mis amigos debían enterarse de quién eras. Ya ves que, pese a la bronca, cumplí con lo que te había prometido: no revelar a nadie nuestro secreto. Por suerte vino una chica a decirle algo al enyesado, y mi compañero aprovechó para hablarte, mientras yo, por los nervios, me comía las uñas. ¿Qué te habría dicho ese colgado? ¿Qué le habrías contestado vos? ¿Se quedaría rondándote el resto de la noche? De repente, te vi volver la cabeza y descubrirme en la barra. Me hiciste un saludo con la mano, y yo te contesté igual. Eso fue todo.
    Cuando quise acordarme, mi compañero estaba de vuelta, vos habías desaparecido y se largaba el baile. Ya la fiesta era un mundo de gente y, por más que te busqué, no te volví a ver en las siguientes dos horas. ¿Te quedaste charlando con Marcos en algún lugar apartado? ¿Te fuiste a tu casa temprano? Sacame de la duda, por favor. Más que celoso, estoy furioso. ¿Por qué no me dijiste que iría tu ex? Te confieso que yo me había hecho ilusiones y fue ¡la peor noche de mi vida!
    No quiero más citas a ciegas, prefiero escribirte y recibir tus mensajes en lugar de verte y no poder acercarme; estar a metros de distancia y no poder llegar me hace mal. Peor es verte  con ese colgado pata dura. ¿No te enojás si te digo que fuiste un poco cruel? ¿Por qué te gusta hacerme sufrir? Cuando me contestes, quiero que me lo cuentes TODO. O nuestra amistad virtual se termina acá. ¡Ojo! Yo no soy un masoquista.
    Como para calmar los ánimos, ¿te puedo decir de nuevo que estabas muy linda? Besos.
  
                                                 Xavier

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