Juego de dos.

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-Que haces? ... Apenas pude decir cuando vi a Franco entrar al baño y pararse frente a mi.   -Hago exactamente lo que quieres que hagas.    -Como sabes que eso quiero? ...  Pregunté subiendo la mirada hasta toparme con su mirada.  -Tus ojos lo piden.  Dijo mientras se agachaba hasta estar a mi altura y tomaba mis manos entre las suyas.        -Apartate un poco por favor.  Pedí nerviosa de tenerlo tan cerca de mi y en la forma en que se encontraba.   -Vamos, entonces parate y acómpañame.      Me paré obedeciendo como si de una órden se tratáse y le seguí.

-Auch!, Joder! me he partido la madre, coños!!  Vociferé todas las asdjvjdcbvsss que me llegaron a la cabeza al darme en el dedo pequeño del pie.  -Espera!    Gritó Franco que iba delante de mi mientras volteaba y dejaba ver su cara de preocupado.  -Anda, ya está.  -Me duele mucho, empecé a quejarme como niña pequeñita.  -Ya se te pasará, solo respira.  Tomó mi pie y empezó a masajearme suave y lento mientras cantaba como si yo fuera una pequeña, bueno, debo admitir que justo como tal me comportaba en ese instante.          

-Ya se ha pasado, puedes dejarme.  Dije bajando mi pie de sus piernas y poniendome de pie para ir hacía la sala con la intención de alejarme de él.    -Porqué me dá la impresión de que tratas de alejarte Karina?   -YO? Dije con total sarcasmo mientras me señalaba. Se acercó a mi dejandóme corta otra vez la respiración, buscó mi mirada y al encontrala fijó en ella sus ojos, lo esquivé y traté de escapar de su agarre pero esta vez no me funcionó.

-Sé que quieres tanto como yo nena.

-Yo, yo no quiero nada Franco, estoy disgustada y enojada contigo... Es más, ni siquiera deberías estar aquí.

-Puedes decir lo que quieras, pero tu mirada y tu cuerpo dicen exactamente lo que quieres.

-Franco, suéltame.

-Y si no lo hago?

-Te mataré?

-Que sea a besos por favor!

-Deja de jugar.

-Pero, si no juego.

-Entonces Suéltame!  Dije furiosa tirando mi rodilla hacía delante y chocando con esta su parte íntima a lo que pensé respondería alejandose, pero fue todo lo contrario, pareció eso ser el impulso para que Franco plantara en mi sus labios.     Me apretó contra el con tal magnitud que pensé que perdería la respiración, buscó mi lengua dentro de mi boca y jugueteó con ella haciéndome gemir de placer y curvar mi cuerpo, ya cansada de la posición en la que me encontraba opté por acomodarme y subí poco a poco poniéndome en puntas y dejando dar paso a una respiración menos agitada.        Agarró mis piernas y las entrelacé en su cadera mientras colocaba mis brazos en su cuello, mi posición dejó libre mi trasero para el a lo que no dudo un segundo para apretarlo contra el haciendome sentir su erección dura en mi parte baja.       Me sostuvo fuerte hasta encaminarse conmigo a la cama, una vez allí quitó mi playera, y bajó mis shorts, me dejó desnuda por segunda vez.    

Sabía perfectamente que lo amaba, y más aún, cuanto deseaba tenerlo así, pero también sabía que podría ser que el no sintiera lo mismo por mi,  al final era mi mejor amigo, lo conocía de pies a cabeza...  Respiré profundo y traté de disfrutar a mi mejor amigo, si se podía seguir diciéndole así.

-Dime que me amas. Susurré entre gemidos al tenerlo sobre mi.     -Te... -Te amo, escuché en un hilo de voz poco audible empapado de placer. No quise creerle, pero proseguí...   -Porqué me haces tuya si no me vas a amar como yo a ti?...   Paró sus movimientos y me miró, era una mirada fría pero a la vez tierna.  -Que tú me amas?  Preguntó.    -Duraste tanto para darte cuenta de nuevo Franco, después de todo lo que pasó entre nosotros tenías dudas?...    Se paró de la cama y fue en busca de su ropa, dejandome otra vez sola, como siempre.

-Ni amante ni mejor amigo, mucho menos novio.  Pensé entre mis adentros arreglando mi cama y poniendome la ropa que Franco me había quitado. 

-Debo irme.  Dijo mientras me daba un beso en la frente y se iba por la puerta, sí por la puerta, por donde más.     Me limpié la frente y deseé morir justo ahí, de la nada, pero morir, porque de vivir ya estaba exhausta y cansada.

-Ojalá y se te pierda la puerta!  Fue lo último que dije antes de tirarme a la cama y cerrar los ojos.

¿Se acabó o lo acabé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora