Prólogo

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"¡Mierda!" Pensó Lauren mirando el reloj de su teléfono. Llegaba tarde. Había quedado con Camila a las cinco en punto en un parque y llegaba tarde.

"Genial, a este paso ella se habrá marchado antes de que yo llegue." Angustiada, aceleró el paso, todavía le faltaban un par de cuadras. Y mientras Lauren agarraba con nerviosismo la rosa que tenía en su espalda, repasó mentalmente lo que tenía planeado decirle a Camz.

Hoy le confesaría que la amaba.

Y mientras Lauren pensaba, no se dió cuenta de aquel hombre corriendo. Tampoco se dió cuenta de lo que escondía en un bolsillo. Y tampoco de que aquel semáforo estaba en rojo...

Pero Camila sí. Sí que se dió cuenta de aquel hombre corriendo, de aquella pistola que guardaba y de aquel semáforo en rojo.

Y sino hubiera sido porque Lauren estaba escuchando música con los cascos puestos, habría escuchado el disparo de aquel hombre, no habría cruzado sin mirar y Camila no hubiera gritado...

Y si Camila no hubiera gritado, el atracador no la hubiera visto. Y si el atracador no la hubiera visto, tampoco al polícia que tenía detrás la castaña. Y sino los hubiera visto, él no habría disparado.

Y cuando Lauren escuchó el disparo, se encontró con gente corriendo por todo el lugar intentando huir. Y mientras Lauren intentaba entender qué había pasado, un segundo disparo cruzó el cielo. Y ahí lo vió.

Aquel policía cayendo al suelo, justo al lado de otra persona...

Justo al lado de Camila.

Y muerta de miedo, Lauren corrió en dirección contraria a las demás personas, viendo a su mejor amiga tumbada en el suelo. Estática. O muerta.

Y cuando Lauren llegó, sólo fue capaz de gritar el nombre de su amiga, y suplicar que no estuviera muerta.

Y no lo estaba.

Camila abrió los ojos, y mientras la sangre manchaba su camiseta blanca, ella intentó decirle algo a Lauren.

Quería decirle que la amaba, desde el primer momento que la vió.

Pero sólo pudo tocar su mejilla pálida y fría, manchándola de sangre. Y mientras Camila intentaba pronunciar sus ultimas palabras, una lágrima cayó en su frente. Y sin poder evitarlo, Camila le limpió las lagrimas con su mano a Lauren, porque a pesar de todo, Camila nunca quería ver a Lauren llorar.

E, irónicamente, una segunda lágrima fue lo último que sintió Camila antes de cerrar los ojos.

Y mientras Lauren lloraba, tocando la mano muerta de su amiga mantenida en su mejilla gracias a su mano, no se dió cuenta que aquel atracador había robado un coche.

Tampoco se dió cuenta de que la polícia tenía acorralado al hombre de ojos azules, quien, desesperado, atravesó el parque en un vano intento de escapar.

Pero si él no hubiera girado la cabeza para ver si la polícia lo perseguía, no se hubiera dado cuenta de que se iba a estrellar contra una casita de juguetes. Y dando un brusco giro, no se dio cuenta que iba derecho a dos adolescentes.

Pero ya era tarde.

Y al final, después de todo, no importó tanto que Lauren cruzará la calle sin mirar, porque fue el mismo coche quien la atropelló y mató en el aquel parque.

Pero a veces la vida no es tan perra como pensamos. A veces, nos da una segunda oportunidad para poder hacer las cosas que no tuvimos tiempo de hacer antes...

Reencarnación |CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora