5. Batman.

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Paso, paso, giro. Paso, paso, vueltas. Pié atrás y salto, salto, rodeo y bloqueo.

Repaso la coreografía una vez más antes de que llegue James con mis audífonos a todo lo que dan. Miro la hora en el reloj de la pared a mi izquierda. 10:05 am. <Cinco minutos tarde.> Murmuro por lo bajo.

Me pongo en la posición inicial para comenzar a hacer la coreografía desde el principio. La canción se repite y comienzo.

*

En cuanto la canción acaba y termino el último paso, noto una figura en el marco de la puerta y volteo a ver. James.

-Te llamé unas cuantas veces y creí que estabas en algún trance loco de bailarinas para no desconcentrarse. -dice con las manos en el aire mientras las mueve de un lado a otro, entrando al estudio.

Ruedo los ojos y dejo escapar un suspiro-. Ponte a estirar, yo tomaré un descanso mientras lo haces. -digo mirándolo con la respiración agitada, intentando controlarme.

Se acerca a la banca y pone su bolso en ella, sacando un termo y una toallita color azul marino. Me volteo quedando frente al espejo y me siento para estirar mis piernas un poco y relajarlas.

James se aclara la garganta haciendo que lo mire a través del espejo, y cuando se da cuenta que lo estoy observando levanta la mirada y me sonríe de lado, dejando ver unos dientes muy bonitos y perfectamente blancos. Sonrío inconscientemente y siento como mis mejillas se calientan al instante bajando la mirada y poniendo mi atención de nuevo en mis estiramientos. ¿Se supone que debería sonrojarme?

Hago un split y me estiro hacia el frente para estirar mi espalda completamente. Pongo mis brazos hacia el frente, empujándolos lo más lejos que pueda sobre el piso de madera. Mi columna se siente más ligera luego de dos minutos y oigo un leve traqueteo en ella, indicándome que estoy lista. Me levanto y me volteo a ver a James, quién me mira con una expresión confundida y río al verlo.

-Tu.. tu.. ¿Cómo rayos p-puedes hacer eso? -me pregunta James con los ojos bien abiertos.

-Sólo es práctica. -le respondo y encojo mis hombros-. Empecemos, me comienza a dar hambre.


***

Luego de hacer la rutina una vez para él, comienzo paso por paso a enseñársela. No le tomó tanto aprenderse la primera mitad de la coreografía, así que cuanto antes la hicimos sin errores tuvimos un descanso de diez minutos; hablamos de muchas cosas, entre ellas estaba sobre su familia. Tiene toda su vida viviendo solo. Sus abuelos lo criaron en Ucrania, a los 14 vino de intercambio y decidió quedarse.

Hablamos sobre por qué lo trataba así y sobre mi sarcasmo e ironía. La verdad, creo que me está cayendo bien, no es exactamente como me lo pensaba y la verdad, es muy divertido.

Pero sigue siendo James Golden.

-Rayos, Ann, estoy muriendo de hambre. -me habla James y lo miro-. ¿Quieres ir a comer? Son las 12, mierda.

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