Era un día común de Octubre, las hojas comenzaban a caer sin cesár de los árboles, y ahí como si nada ocurriera se encontraba Él, caminando por las solitarias calles de la avenida principal de su ciudad.
Daniel Deripon, caminaba sumergido en sus miles de absurdos pero profundos pensamientos, mientras pisaba cada una de las amarillentas hojas, escuchando como crujían y se rompían por la fuerza ejercida de sus pies.
Daniel Deripon era un jóven de veintiseis años, estudiaba la carrera de manejo empresarial, ya que posiblemente en un futuro Él como heredero; se quedaría a cargo de las grandes empresas de su padre.
se podría incluso decir que la vida de Daniel era absolutamente casi perfecta.
Él era una persona joven, de un hermoso atractivo físico sus ojos azules sacados casi de un mundo irreal, su cabello rebelde color azabache sumándole a eso su perfecta piel tan blanca como la níeve y eso sin contar su perfecta condición física resultado de sus dias en el gimnasio.
Era también un chico brillante, de buena familia, con un excelente futuro por delante y eso sin contar a Anabella, su preciosa novia y prometida; que si bien no estaba profundamente enamorado de ella, la quería mucho y según el no podría vivir sin ella.
Anabella también provenía de buena familia y la boda de ellos estaba muy pronto a aproximarse.
Pero Él no estaba del todo seguro, si casarse era la mejor opción, quería mucho a Anabella pero no quería cometer un error que Después Él pudiera arrepentirse, pero aunque sus padres decían que lo mejor era sentar cabeza de una vez, que ya era lo suficiente maduro como para contraer matrimonio y tener una familia.
Además con tan buenos patrimonios como los de la familia Deripon y la familia Faour, el capital de ambos claramente se multiplicaría y todos saldrían beneficiados, ademas Daniel no quería decepcionar a nadie, y Anabella era una mujer tan hermosa, de buena clase y familia que la decisión que había tomado fue el casarse de una vez por todas con ella.
Siguió su camino mientras observaba como el cielo cambiaba de un tono naranja a un manto totalmente oscuro.
Se detuvo en una pequeña banca del parque a ver como el sol se ocultaba dando como resultado un atardecer hermoso.
No se había dado cuenta de que desde hace mucho no se daba tiempo ni de respirar, su agenda era tan apretada que parecía casi un robot sin sentimientos, y disfrutar él solo su ultimo día de soltero había valido la pena.
Mañana por fin entregaría sus votos para casarse con Anabella y todo su vida daría cambiaría totalmente.
Suspiro, mientras ecendía un cigarrillo, no acostumbraba a fumar pero ahora de verdad sentía que necesitaba calmar sus nervios no importaba como.
Se dio cuenta de la hora por medio del reloj de su muñeca, cada vez se hacía más tarde, y no podía huir mas, debía regresar a casa y asistir a la inutil fiesta de despedida de soltero que le habían organizado sus amigos.
Siguió su rumbo cuando un escalofrio le recorrio toda la espalda, sintio en un momento una tremenda sensacion de ser observado por alguien.
No le dió mucha importancia al principio, pero mientras los minutos pasaban, él aceleraba el paso mientras una fina gota de sudor recorría su frente.
No supo cuando, como o donde pero sintió un fuerte dolor en el estomago que le había dejado sin aliento, robándole todo su oxigeno.
— Asi, que tú eres el famoso Daniel Deripon.— dijo un sujeto alto y de una apariencia joven y bien conservada, su rostro era apuesto más daba idea de ser un hombre maduro, su cabello de color rojizo y sus ojos negros como la noche que profanaban una mirada tan penetrante que dejo petrificado a Daniel mientras este intentaba recuperarse del golpe que aquel sujeto sin ninguna razón aparente le había dado.— supongo que al fín y al cabo, si eres lo suficiente bueno para mi hija, espero y Eduardo no se haya equivocado respecto a tí.— comentó aquel sujeto pelirrojo, y Daniel aun no sabía si eso se trataba de una mala broma, intento huir por supuesto que lo hizo; pero su mente se encontraba en blanco y sus piernas no respondían como su cerebro le indicaba.—Daniel Deripon desde ahora serás el nuevo integrante de la legión Di´Salvo Fraire.— sentenció el sujeto con una sonrisa que muchos podrían haberla tomado como siniestra.
