Capítulo 9

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¿Mi ángel?

Jamás dejé que esas palabras saliesen de mi mente aislada al mundo o tan solo no me dí cuenta de ello. ¿Y si alguien mas lo había dicho? Se trató de una voz dulzona y tierna, no podía ser nada mas ni nada menos que de una chica. ¿Y si era su novia? El pensamiento pulverizó mi corazón. De seguro que él ya tenía novia, con esa sonrisa juguetona y ojos que reflejaban su alma, debía de tener muchas chicas a sus pies. Sin todavía acercarme, me puse de puntillas tratando de ver a la chica que debía traer loco a Armin y al no poder verla, decidí acercarme poco a poco con una mano contra mi pecho con la intención de apaciguar el dolor que sentía sin tener la menor idea del porqué.

Enfrentándome a mis miedos, de una zancada llegué a estar al lado de Armin quien tan solo se sorprendió pero recuperó su compostura sonriéndome. Pude notar que en sus manos llevaba la misma calculadora que me había comprado y ya estaba jugando uno de los juegos. Por pura casualidad, uno de los juegos que llevaba integrado por su compra se llamaba "Mi ángel" un juego otome para chicos. De repente me sentí nerviosa y me reí de forma algo tonta llamando la atención de algunos de los presentes en el pasillo.

—¿De que te ríes?— Me preguntó con algo de gracia.

—Yo...yo de nada— tartamudeé.

—¿Te ríes de la nada? Te pareces mas a mi de lo que pensaba— confesó—. Oye mira ésta calculadora, en realidad es una consola. Ya no habrá manera en la que me puedan cachar los profesores— soltó una risa maligna levantando ambos brazos.

—También tengo una, la he comprado ayer. Pero sería raro que utilicemos una calculadora mientras nos dan clases de literatura— admití.

—¡Mujer me has dañado los sueños!— Reclamó mientras movía con frenesí ambos brazos y se daba por vencido.

—¡Sorry! No era esa mi intención, sin embargo tengo la solución a tu problema— había empezado a rebuscar en mi mochila hasta dar con mi cartuchera de lucesitas y sacar uno de los lapiceros con juego—. ¡E aquí la solución! Por suerte compré varios— dije lo último en un susurro.

—¡Fantástico! No compré uno ya que Alexy me había suplicado que le prestase dinero para comprar unos cascos nuevos. Gracias— acercó su mano hacia mi para tomarlo pero sus dedos rozaron contra mi piel, provocando que soltase el lapicero.

—¡Lo siento que tonta soy!— Dije en el momento que me agachaba para recogerlo sin darme cuenta de que Armin tenía la misma intención, causando que nuestras frentes se chocasen y cada uno callera por su lado.

—Ay eso dolió— expuso levantándose y ayudándome a ponerme de pie.

—Perdón, soy muy mala con las perspectivas— y eso era cierto. Algunas veces no sabía diferenciar bien si algo o alguien se encontraba cerca de mi fallando muchas veces en lo que quería hacer, trayendo como consecuencia golpes, raspones y caídas.

—Pero con esos lentes deberías ver hasta lo que hay bajo la tierra.

—Noo ni tanto, ¿o si?— Me di vuelta un poco, tomé mis lentes en mis manos y empecé a alejarlo y acercarlos a mi, notando que poseían bastante aumento y lo ciega que estaba. Sobre mi hombro podía sentir sus risas pero no solo eso, también su respiración cálida en mi cuello. Pegué un salto sin pensarlo chocando con el rostro de Armin y sintiendo un suave roce en mis hombros desnudos haciéndome estremecer de placer, acelerando mi corazón.

—¡Waow! Hoy tienes mucho ánimo— admitió con un leve sonrojo en sus mejillas y con una mano ocultando sus labios. ¡Oh santa mierda! Fueron sus labios lo que sentido. Era como si mi piel se estuviera derritiendo, aun lo sentía como llama viva.

Realidad virtual, Solo un juego CDM #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora