-Ben es encantador-dijo Meg, mientras abría la cremallera de su de mochila.
-Si-respondió Minnie, encogiéndose de los hombros-No está mal.
-¿No está mal?
- Eso es lo que he dicho.
Hasta ahí llegado el buen estado de ánimo de Minnie.
-Pues no sé, pero daba la impresión de que estabas a gusto con él. Y fue un detalle que te ayudase en la playa y a subir a la casa.
-Sí, supongo.
Meg frunció el ceño. Minnie se estaba comportando de manera arisca intencionadamente; Meg tenía claro que ya había fijado su objetivo en Ben.
-Alto. Ojos azules. El pelo tan rubio como el tuyo. ¿Qué es lo que no te gusta de él?
-Montones de cosas. -Minnie abrió el armario y examinó el espacio disponible.
-¿Por ejemplo?-se tiñe el pelo, para empezar. Tiene las cejas negras.
-Vaya. -Solo Minnie podía fijarse en algo así. Meg estaba totalmente fuera de juego-. Meg parecía que hacíais una pareja estupenda.
Su amiga se giró bruscamente hacia ella.
-¿Que pasa, estás intentando juntarme con alguien antes de dejarme tirada en septiembre?
Meg se quedó momentáneamente sin hablar. No se había esperado aquella reacción para nada.
-¿Que, no es eso lo que estás intentando hacer?
-¿De qué estás hablando?
- Estás tratando de que algún otro cargue conmigo antes de que me dejes.
-¡No voy a dejarte! Me voy a la universidad. - Aquellas discusiones empezaban a parecer las de un matrimonio al borde del divorcio.
Podrías ir a la universidad aquí.
-No me aceptaron en el programa deEscritura Creativa de la Universidad de Washington-mintió Meg-. Ya lo sabes.
Minnie entrecerró los ojos y abrió la boca para decir algo, pero pareció pensárselo mejor. Volvió a cerrarla y le dio la espalda.
Meg la imitó y volvió a concentrarse en sacar sus cosas de la mochila. ¿Acaso sabía Minnie que la universidad más cercana a la que Meg había enviado una solicitud de ingreso se hallaba a más de mil kilómetros de distancia? Imposible. La única persona que sabía con certeza a qué universidades había enviado solicitudes era su madre, pues era ella la que se había ocupado de todo el papeleo. Y si había una persona en el mundo entero que quería asegurarse de que Meg pusiera tierra de por medio con su pegajosa mejor amiga, es era su madre.
- Tú y T.J. parecéis uña y carne-dijo Minnie de modo inesperado.
Con eso era lo que la había molestado. Meg de lo había estado temiendo desde el mismo momento en que T.J. se había puesto a su lado en el embarcadero para acompañarla hasta la casa. Había esperado que la atención que Minnie recibía por parte de Ben la distrajera de la que no recibía de TJ.
Pero no había habido suerte.
-Minnie, no empieces.
-¿Qué? -Minnie sacó un vestido sin tirantes de su maleta y lo tendió sobre la cama-. Solo ha sido un comentario.
Meg sacó unas camisetas y unos vaqueros de su mochila los metió en un cajón y dejó su diario y el portátil en el fondo de la bolsa.
-T.J. no me interesa.
-Pues quién lo diría-le soltó Minnie, con aquella entonación cantarina tan suya, pero Meg no se dejó engañar. Minnie estaba dolida por el desaire de T.J. y ahora lanzaba ataques a diestro y siniestro-. Daba la impresión de que los dos estabais coqueteando a lo grande.
No habían vuelto a hablar sobre el tema desde el día de la fiesta de bienvenida, ambas habían optado por no mencionarlo, aunque eso significase no resolver el problema. Hasta ahora.
-Solo somos amigos, Mins-dijo Meg.
-Los amigos no se citan para el baile de bienvenida.
-Nadie me pidió ir al baile-dijo Meg. Ya había mentido tantas veces sobre aquella noche que cada vez le resultaba más fácil volver a hacerlo-. Esa noche me quedé en casa con gripe. -Oh, sí, la epidemia de gripe. Se había quedado en casa fingiendo estar enferma y había escrito páginas y páginas de porquería sensiblera y rebosante de angustia en su diario.
-Lo prometes?
Meg se esforzó por sonreír. Otra promesa más que no podría cumplir.
- Minnie, lo prometo. No me interesa T.J. Fletcher. juramento sagrado.
Le tendió la mano con el dedo meñique estirado para que ella lo enlazara con el suyo, pero Minnie se quedó mirándolo durante un instante como si estuviera decidiendo si quería dar por terminada su agresividad o todavía no. Luego, con un impulso típico en ella, lanzó sus brazos alrededor del cuello de Meg y le plantó un beso en la mejilla.
-Lo siento-dijo y lanzó un suspiro-. Creo que he perdido un poco el control al verlo.
- Lo sé-
-Entre eso y que vas a dejarme...
Meg sacudió la cabeza.
-Mins, no voy a dejarte.-Pero te vas.
Esa era la cuestión, clara y simplemente. Meg se marchaba. Dentro de siete meses estaría comenzando una nueva vida en Los Ángeles, y por mucho que intentase fingir delante de Minnie que eso no era lo que iba a pasar, ambas eran conscientes de que era cierto.
-No es como si me fuera a ir a Europa o algo así-se justificó Meg.
-Sí que lo es- repuso Minnie, y torció el gesto en uno de sus pucheros patentados. Aquella mueca provocaba sudores a los chicos-. Encontrarás a otra mejor amiga y te olvidarás por completo de mí.
-A, eso no va a ocurrir; y B, eso no va a ocurrir.
-¿ Lo prometes?
-Sí, Minnie.
-Y ¿no te interesa T.J. ?
-¿No acabamos de hacer un juramento sagrado?
Minnie le dio un breve abrazo y enseguida se echó hacia atrás:
- Porque, si estuvieras interesada...
-¡Minnie!
- Si lo estuvieras-prosiguió con una sonrisilla burlona-, tendría que advertirte: ese chico tiene una gran...
-¡Mins!-Meg se tapó los oídos con el dedo índice de cada mano. No quería oír un informe de primera mano sobre las partes íntimas de T.J., y menos si venía de Minnie. Ya era bastante malo saber que Minnie T.J. se habían liado borrachos en una fiesta, pero era aún peor tener que escuchar la narración de la escena-. No te escucho. No te escucho. No te escucho.
Minnie se dejó caer sobre la cama con un ataque de risa.
-Solo me refería a que...- se interrumpió al quedarse sin aliento y luego continuó-: Para tu primera vez podrías querer...
-¡NO TE ESCUCHO!
Minnie giró hacia un lado y se rio con más fuerza todavía y, contra su voluntad, Meg acabó por unirse a ella. Se tiró de espaldas sobre su cama y las dos amigas se rieron como crías hasta que la tensión y el agotamiento del día desaparecieron por completo de sus cuerpos. Eran momentos como aquellos que le hacían recordar a Meg por qué quería tanto a Minnie. Sus vidas iban en diferentes direcciones, pero en lo profundo de su ser ambas seguían siendo dos niñas bobas de doce años que se reían con las mismas bromas absurdas, se protegían la una a la otra, y eran, por encima de todo, inseparables.
Cuando por fin se calmaron, Minnie extendió su brazo hacia Meg.
-Lo siento.
-Lo sé-respondió ella, apretándole la mano.
-¿Seguimos siendo amigas?
-Siempre.
-Genial. -Minnie se puso en pie y se alisó la falda- vamos abajo. Me estoy muriendo de hambre.Holaa! Si quieren que siga con el capítulo 6 comenten pofa c: espero que les guste , gracias por leer!!
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Diez
Mystery / ThrillerDiez adolescentes, tres días, un asesino. Meg y Minnie reciben una misteriosa invitación a una fiesta en una exclusiva isla y no dudan en mentir a sus padres para poder ir. Pero cuando llegan a la mansión de los Cliff y conocen a los otros ocho invi...