Capítulo 9

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Mientras todos permanecían inmóviles en sus asientos, incapaces de reaccionar, la pantalla se lleno de estática.
Kumiko fue la primera en romper el hechizo. Se levanto de un salto y apago la televisión con mano temblorosa.
-¿Qué diablos era eso?
Gunner empezó a rascarse la rodilla.
-¿Sera cosa de Jessica, que quiere gastarnos una broma?
-¿Puñalada por la espalda?¿Destruccion de una persona? -La voz de Vivian parecía haber subido una octava-, ¿Alguien sabe siquiera qué significa eso?
-Puedo decir con toda seguridad que esto es lo mas extraño que he visto en mi vida-dijo Ben.
-¿Problemas matemáticos? - solto Nathan, con una risa que sono tensa-. ¿Y un nudo corredizo? O sea, es solo una broma, ¿no?
-Una broma de mal gusto-dijo TJ. Seguía mirando la pantalla en negro, con los músculos de su mandíbula fuertemente apretados.

-No es posible que eso tenga algún significado-murmuro Vivian.
Desde un rincón de la estancia, alguien sollozó. Todos se volvieron hacia allí. Lori estaba sentada en el banco que había junto a la ventana, frotándose desesperadamente un lado de la cara. Tenia los ojos rojos e hinchados, y unos lagrimones le caían por las mejillas.
- Lori, ¿estas bien? -le pregunto Kenny. Se levanto del sofa con una demostración de agilidad que a Meg le pareció increíble y corrió a su lado.
Le puso la mano en el hombro y Lori se sobresaltó como si acabasen de despertarla de un sueno profundo. Había una mirada en su cara que Meg solo podría describir como de pánico. Sin previo aviso, cerró los puños y aporreó el banco de madera.
-¿QUIEN HA HECHO ESTO?
Todos se quedaron pasmados. Aturdidos.
Nathan dirigió su mirada hacia la pantalla.
-Ha sido uno de vosotros. Para asustarnos. -Lori miro a su alrededor, sin fijar la vista en nada-, Necesito... necesito... -Vio la cerveza que Ben había puesto a su lado y se la ventilo de un trago.
-Estoy segura de que no es nada-dijo Vivian, aunque su voz no sonó muy convencida-, Calmate, ¿de acuerdo?
-¿Que me calme?- exclamó Lori, y agarro a Vivian por los hombros-. Alguien quiere asustarnos, Alguien va a por nosotras.

Meg arqueó las cejas ¿Se refería Lori a todos ellos, o solamente a Vivian y a sí misma?
Vivian se liberó de las manos de Lori.
-Eso es ridículo.
- ¿Ah, si?-Lori se tambaleó un poco y buscó el apoyo de la pared para sostenerse-. ¿Crees que esto es una coincidencia? Sé lo que significa. Sé lo que hiciste.
-¿Perdona?
- Lo que le hiciste a esa chica el año pasado. Todo el mundo se enteró.
Vivian se estremeció:
-No sé de qué estás hablando.
-¿De verdad? Por favor. Apuñalarías a tu propia madre por la espalda para ganar esa competición.
Gunner se inclino hacia Kumiko.
-¿A que viene ese ataque de nervios?- preguntó.
T.J. salio de su ensimismamiento y se incorporó lentamente.
-Me parece que necesitamos tranquilizarnos - dijo-. Ha sido un día muy largo y probablemente estamos todos muy cansados. Quizá deberíamos irnos ya a dormir.
- Me largo de aquí. ¡En cuanto amanezca, a primera hora! -vociferó Lori, mientras avanzaba a trompicones hacia el vestíbulo-. No pienso quedarme aquí con unos mentirosos.
Meg oyó los pasos vacilantes de Lori escalera arriba. Solo la había visto beber una cerveza, así que no podía estar borracha. ¿Tan enfadada estaba?

En cuanto Lori salió de la habitación, Vivian corrió disparada tras ella sin decir una palabra. Meg juraría que estaba llorando.
-Mierda -dijo Minnie-. ¿Qué le pasa a todo el mundo?
-Yo comparto habitación con Lori- comentó Kumiko, muy preocupada-, Me aseguraré de que está bien.
- De acuerdo-dijo T.J.-. Bien.
Nadie habló mientras abandonaban la sala de estar. Nadie miró a nadie a los ojos. No había el menor interés en hablar sobre lo que acababan de ver.
Subieron la escalera en fila de a uno, como escolares que se dirigieran a cumplir un castigo. En la segunda planta, cada uno desaparecio en su habitacion. La puerta de Vivian ya estaba cerrada. En el otro extremo del pasillo, Kumiko se acercó a la suya, llamó con suavidad y luego entro.
Mientras ascendían hacia la buhardilla, un silencio opresivo envolvió a Meg y a Minnie. Ninguna de las dos habló mientras se ponían el pijama, tampoco cuando se metieron en la cama, ni cuando Meg apagó la luz.
Meg se quedó con la vista clavada en el techo, escuchando el golpeteo de la lluvia contra las ventanas, sacudidas por un viento feroz. Al principio, le encantó que les hubiera tocado aquella habitación, pero ahora le daba mala espina. No podía explicarlo.
Sacudió la cabeza. Jessica llegaría al día siguiente, por la mañana, con nuevos invitados. Probablemente la tormenta amainaría durante la noche y al despertar todo parecería distinto. Estaba siendo una tonta; lo único que necesitaba era dormir.
-Mañana deberíamos buscar la forma de marcharnos de aquí- dijo Minnie. Aunque la habitación ocupada más cercana estaba en la planta inferior, había hablado en un Susurro.
-¿Lo dices en serio? Creía que te lo estabas pasando bien.
-Si... -La voz de Minnie fue apagándose hasta quedar en silencio. Meg la oyó girarse en la cama- ¿Meg?
- Dime.
-¿Estaré bien? ¿Cuando te marches a Los Ángeles?
-Mins, estarás bien.
Se oyó un ruido de sabanas y el crujido del colchón.
-A veces no creo que pueda, ¿sabes? Estar bien sin ti. No estoy segura de que pueda hacerlo.
-Hablaremos de ello mas adelante, ¿de acuerdo?-dijo Meg-. Cuando estemos en casa.
Ponerse a hablar de eso era lo ultimo que quería, y menos aún en la oscuridad total de la buhardilla de White Rock House, con T.J. durmiendo en otra habitación un piso mas abajo. Le hacía sentirse como si estuviera traicionando su amistad con Minnie: primero se iba en e a la universidad, después estaba replanteándose sus sentimientos hacia T.J.
-Lo prometes?- preguntó Minnie.
Otra promesa que nadie pensaba cumplir.
-Lo prometo.

El viento rugía contra las ventanas de la buhardilla y la lluvia golpeaba los cristales con tanta violencia que parecía que alguien se hubiera puesto a apedrear la casa. La luz que se filtraba entre las cortinas blancas de gasa era tenue y frágil, y el primer pensamiento de Meg al entreabrir los ojos fue que la tormenta debía de haber durado toda la noche sin tregua. A juzgar por el viento y la lluvia, les esperaba otro día oscuro y húmedo en Henry Island.
Se estremeció y tiró de la colcha para cubrirse hasta las orejas. Mierda, la casa estaba helada. ¿Habrían apagado la calefacción? Se giró hacia un lado para comprobar la hora en el despertador, pero la pantalla digital estaba completamente apagada. No era de extrañar que hiciera tanto frío: la luz debía de haberse ido a causa de la tormenta. Sin electricidad no tenían calefacción ni televisión. Minnie tenía razón: tenían que irse de allí en el primer barco.
Aguzó el oído en busca de otros ruidos en la casa, pero solo se oía la respiración rítmica de Minnie. Se quedó tumbada un instante, con los ojos apretados contra la invasora luz del día, y se preguntó si debería levanarse y decirle a los demás que se había ido la luz. Pero ¿qué podían hacer? No tenía sentido salir de la cama mientras estuviera caliente. Se acurrucó bajo las mantas, deseando volver a quedarse dormida. Pero tenía que ir al baño. Vejiga pequeña y demasiada cerveza. Saco las piernas de la cama, comprobó la temperatura del suelo con las puntas de los dedos de los pies y maldijo para sus adentros su decisión de no haber metido en la mochila unas zapatillas de andar por casa. Envuelta en la gigantesca colcha, salió de puntillas de la buhardilla y bajó la escalera.
Una ligera brisa que se colaba por el hueco abierto de la torre le puso la piel de gallina. Se cubrió con la colcha cabeza, lo que le llevo a pensar que era un esquimal, una momia o una mujer con burka, y aceleró el paso.
Pat, pat, pat. El sonido de sus pies descalzos le llegaba lejano y amortiguado a través de las capas de tela que cubrían su cabeza. Tenia los dedos tan fríos que apenas podía sentir la suave madera de los escalones, y la colcha actuaba como anteojeras: solo podía ver un pequeño óvalo justo delante de ella. Se movía tan rápido como podía, rezando por no tropezar y caer rodando escalera abajo, o aún peor, por la barandilla. Esa caída terminaría a buen seguro con un cuello roto.
¿Por qué siempre se imaginaba las situaciones casa morbosas? Tranquila. Lo único que tienes que hacer es ir al aseo y luego regresar a tu cama acogedora y caliente.
Pat, pat, pat.
Crrriijjj.
Meg se detuvo. ¿Eso había sido el crujido de un escalón? Había sonado como si viniera de algún punto por encima de ella. ¿Estaría la casa a punto de venirse abajo por culpa de la tormenta? Giró en un rellano y oyó de nuevo aquel ruido.
Crrriiiiiiiijjjjjjjj. Sus ojos distinguieron una sombra en la pared blanca de la torre. Había algo extraño en ella, algo que le resultaba familiar, a pesar de que allí arriba no debería haber ninguna sombra. Las ventanas de la torre no tenían cortinas, ni nada que proyectase una sombra. Meg se quedo mirándola durante un instante y se dio cuenta de que la sombra se estaba moviendo y se mecía lentamente de izquierda a derecha.
Criiiijjjjjj.
Meg se quedó petrificada, con los ojos clavados en aquella sombra. Era grande, alargada y amorfa, excepto por unas partes que se balanceaban...
Piernas. Mierda, eran piernas.
Meg giró la cabeza y quedó frente a frente con un rostro que colgaba en la escalera. Un nudo corredizo alrededor del cuello. La piel de un matiz azul púrpura.
Meg abrió la boca y soltó un grito.


Holaa!! Nuevo capítulo , espero que les aya gustado. Si les gustó pueden votar y comentar si quieren mas capítulos, gracias por leer!!

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