¡Qué extraño! -dijo Meg-. No puse ningún fruto seco. Lo juro
Vivian puso los brazos en jarras.
-Tienes que haber sido tú.
De nuevo, Meg sintió nueve pares de ojos clavándose en ella. Deseó que el suelo se abriera y la tragase. De pronto tenía la boca reseca y un nudo en la garganta. Sabía que ella no había echado las almendras a la ensalada. Lo sabía positiva y absolutamente. Quería defenderse, pero ni siquiera se le ocurría algo que decir.
- ¡Eh! -dijo Minnie, con aspereza-. Si Meg dice que no lo ha hecho, no lo ha hecho.
En ese momento, Meg la hubiera abrazado. Era reconfortante saber que Minnie estaba de su parte.
Vivian chasqueó la lengua:
-Bueno, alguien debe haberlo hecho.
Alrededor de la mesa brotaron murmullos de«Yo no y «Ni yo tampoco». Meg se sentó en la silla más cercana. Sabía que no había sido ella la que había añadido las almendras, lo que significaba que uno de los otros lo había hecho. Pero ¿por qué alguien haría algo tan simple como añadir frutos secos a una ensalada y después no reconocerlo? Tenía que ser un error. Alguien había puesto las almendras accidentalmente y tras el ataque alérgico de Ben se sentía demasiado cohibido para dar la cara.
Notó que una mano se posaba en su espalda.
-Nadie te está culpando a ti-le dijo TJ.
- Eh, por supuesto que no-dijo Ben, agarrando a Meg oor los hombros-. Tú me has salvado la vida. No sé lo que habría pasado si no hubieras estado aquí.
Ben se hizo a un lado Minnie se abalanzó sobre Meg y le dio un abrazo que parecía una llave de judo.
-¡Gracias, gracias, gracias! -exclamó Minnie, plantándole un beso en la mejilla entre un «gracias» y el siguiente.
Meg sonrió. Esa era la Minnie que ella conocía y a la que quería. Era un placer volver a verla.
- De nada.
El silencio se adueñó de la estancia mientras todos volvían a sentarse. Unos cuantos removieron con el tenedor la comida que quedaba en platos, pero nadie parecía tener ya apetito.
Ben fue el primero en romper el silencio:
-No es para tanto, tíos. En serio, me pasa montones de veces.
-Lo siento-dijo TJ-. Ha sido un buen susto, ¿sabes?
Ben dejó sus cubiertos sobre el plato y se incorporó:
- No quiero más. Vamos a ver la tele o algo? Me estáis agobiando.Llevó su plato a la apresuró cocina, y Minnie se apresuró tras él, dejando su cena casi intacta en la mesa. Uno tras otro todos fueron recogiendo platos y bandejas y amontonándolos en el fregadero. Nathan y Kenny desaparecieron antes de que alguien los liase para fregar, Lori fue detrás de Kenny, y Vivian después de repartir instrucciones sobre cómo cargar el lavavajillas, se unió al grupo que ya estaba en el salón, pero Meg prefirió quedarse en la cocina.
Mientras Gunner y Kumiko enjuagaban los platos los iban metiendo en el lavavajillas de modo totalmente contrario a lo recomendado por Vivian, Meg registró los armarios en busca de las almendras troceadas. Al no encontrar nada, sacó el cubo de basura y utilizó un largo cucharón de madera para rebuscar entre los desperdicios cualquier resto de almendras.
- Ya he mirado yo dijo- T.J.-. No hay ninguna bolsa de almendras.
-Oh. -Meg se incorporó y tiró el cucharón al fregadero
-Es muy raro-comentó Gunner. El Rey de las Obviedaderas.
Kumiko puso detergente en el lavavajillas lo cerró.
- No te preocupes más. Ben está bien. Simplemente, deja de pensar en ello.
-Exacto-secundó TJ.-. Necesitas relajarte. es este fin de semana, ¿de acuerdo? - Desapareció por la puerta que daba al patio interior y volvió con cuatro cervezas. Le pasó dos a Gunner y abrió las otras dos con un abridor que tenía en su llavero- De verdad, tómate una. Ya sé que no sueles beber, pero te ayudará a relajarte.
Meg aceptó el botellín con gratitud. T.J. tenía razón. Lo único que necesitaba era relajarse y divertirse un poco. Debía dejar de preocuparse por quien había puesto las almendras en la ensalada. Se suponía que ese fin de semana era para divertirse.
Con las cervezas en la mano, T.J. Gunner, Kumiko y Meg se reunieron con el resto del grupo en la sala de estar. Meg había esperado ver una película en la gigantesca pantalla de televisión pero, en lugar de eso, la pantalla estaba totalmente azul y proyectaba sobre la estancia una luz añil. Nathan y Kenny estaban frente a una estantería sacando un DVD tras otro y lanzándoselos a Ben y a Minnie, que se habían sentado en el sofá.
Minnie abrió la caja de Resacón en Las Vegas
- Vacía-dijo antes de tirarla al montón que ya había en el suelo
-Vacía-dijo Ben, y añadió Entre pillos anda el juego.
-¿Vacía? -preguntó Meg
-Vacía-respondieron Ben y Minnie al unísono.
Kenny ni siquiera se giró para decir: -Todas lo están.
-No tiene sentido-masculló Vivian, que se puso a examinar las cajas apiladas en el suelo como si fuera incapaz de confiar plenamente en la opinión de otra persona-. ¿Por qué iba alguien a poner cajas de DVD vacías en el estante?
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Diez
Mystery / ThrillerDiez adolescentes, tres días, un asesino. Meg y Minnie reciben una misteriosa invitación a una fiesta en una exclusiva isla y no dudan en mentir a sus padres para poder ir. Pero cuando llegan a la mansión de los Cliff y conocen a los otros ocho invi...