Capitulo 1.

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Un año después...

Victorio D'Alessandro entraba a los besos a su casa, con ella. Una chica muy linda, a quien había conocido hacia unos meses, y de quien creía estar perdidamente enamorado. Eugenia era perfecta. Rubia, de curvas únicas, con ojos celestes y una sonrisa hermosa, la diosa de la belleza ante su persona.

La conoció en la facultad, ella estudiaba diseño, el música. Ambos en la facultad de artes de la universidad de la costa. Una universidad que comprendía a los territorios desde San Clemente del Tuyu, hasta Pinamar. Primero fueron amigos, muy amigos, pero dos meses después con un poco de alcohol en sangre se dieron cuenta que deseaban ser algo más que ello. Aunque ninguno de los dos se animaba a dar un titulo a esa relación.

- Vic – se separo y lo miro - ¿Pedimos algo para comer?

- Dale, muero de hambre – se paro del sillón, donde segundos antes se habían sentado, y tomo el teléfono. Hace un año que vivía solo, desde que su hermano decidió irse.

Vico le sonrió. La quería mucho y era fantástica, Eugenia había llegado a su vida en el peor de sus días, donde se encontraba solo, y le había iluminado el camino completamente, demostrándole que siempre se puede salir de lo malo. Sin embargo, a pesar de tener mucha confianza, nunca se había animado a hablar con ella de su pasado.

Eugenia simplemente lo amaba. Se enamoro de él, el día que lo conoció. Esos ojos azules, esa mirada triste y perdida la cautivaron completamente y le tomo varios días acercarse y hablarle, porque el tenia la manía de huir y estar solo.

- Pedí pizza – se sentó nuevamente a su lado, mirándola. Estaba pensativa - ¿Estás bien?

- Re bien, algo cansada. Fue un muy lindo día Vic... - le acaricio la cara. Era sábado, y se habían ido a pasar un día de camping, por un día ella sintió que habían formalizado por fin.

- Si, la pase muy bien con vos Euge. – la beso.

La puerta se abrió, y ambos se separaron. Miraron un segundo a la persona que los observaba asombrada y se pararon del sillón. Victorio se acerco, mientras Eugenia retrocedía. La otra persona solamente se quedaba mirándolos.

- Vico, soy yo.

- ¿Peter? – pregunto quedándose helado. Se tuvo que agarrar de la pared para evitar caerse.

- ¿Quién sos? – Eugenia se acerco al morocho y lo abrazo.

- Perdón, no, pensé que no había nadie – exclamo bajando la cabeza – no quería interrumpir.

- ¿Qué haces acá? No, no sabía que estabas de vuelta.

- Necesitaba unas cosas que había dejado, me mude de vuelta. – Vico frunció el seño – No acá, a unas cuadras, volví.

- Qué bueno – suspiro rascándose la cabeza.

- Perdón, no sabía que estabas.

- No pasa nada – negó con la cabeza y miro a la rubia – ella es Eugenia, el es Peter – los presento. – Es mi hermano.

- Ah – abrió los ojos asombrada. – Hola – lo saludo.

- Hola – saludo Peter amablemente. – Bueno, vuelvo mañana ¿Si?

- ¿Por qué volviste? – el otro morocho suspiro.

- Vuelvo mañana y hablamos. Tipo siete. Perdón por la interrupción. – retrocedió lentamente. – Nos vemos Vico.

En cuanto Peter salió de la casa cerrando la puerta tras él, los ojos de Victorio se perdieron en el piso. Sin apuro se sentó sobre el sillón tomando su cabeza, olvidándose de la presencia de la rubia.

Desencuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora