Capitulo 2.

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Colgó el último cuadro y sonrió. Amaba su departamento, amaba su vida. Se recibió de diseñadora y por fin estaba haciendo su vida como ella siempre había querido. Miro a la ventana y vio el mar, ese que fue su casa en los últimos dos años y que nunca abandonaría. Su hogar era un loft, un simple mono ambiente de una cocina-comedor, un baño y una habitación. Ideal para ella, lo que siempre soñó que quería como casa propia.

- Candela, abrime – el timbre sonó y la voz de su mejor amiga retumbo en todo el departamento.

- Ahí voy – sonrió y corrió a abrir.

Lali había sido su mejor amiga desde que ambas eran muy pero muy chicas. La morocha la había seguido hasta la costa cuando ella, acompañada de su ex, había decidido mudarse. Lali la conocía mejor que nadie, mejor que sus padres, mejor que muchos de sus conocidos, y la había bancado en absolutamente todas sus decisiones.

- Esto ¿No es muy chiquito? – la miro. Recorriendo el poco espacio del lugar y sentándose en un sillón.

- Para nada, es de mi tamaño. Ideal para mí. Me encanta – rio la otra, feliz de por fin haber terminado de decorar su lugar.

- ¿Y que pensas hacer de tu vida ahora que terminaste de estudiar? Contame.

- Trabajar, encontrar un trabajo para mantenerme sin depender de mis viejos. – Lali rodo los ojos – No me mires así, que ellos tengan plata no significa que yo tenga que depender de esa plata mi vida entera.

- Bueno, tenes razón. – asintió la morocha - ¿Por qué no venís el lunes conmigo a la oficina? Quizás puedo hablar con María, la jefa de publicidad para que te contrate.

- ¿Vos decís que me daría trabajo?

- Quizás. Andan buscando gente, pero no sé bien para qué sector. Proba, no cuesta nada.

- Dale, el lunes voy. – asintió. - ¿Vos que onda, seguís sola?

- Si – bajo la cabeza – desde que paso lo de Maxi, que bueno, no vi a nadie más.

- Que con uno te haya pasado eso, no significa que todos lo van a hacer. – susurro.

- Ya sé, pero dolió. – se paró de prepo. – Vamos a cocinar, que tengo hambre.

Peter, aturdido, salió rápidamente de la casa de su hermano, de la que era su casa, prendiendo un cigarrillo. No era un vicio, pero a veces lo necesitaba para tranquilizarse. Estaba muy alterado últimamente. Desde que llego de Buenos Aires, que estaba totalmente solo. Sus amigos, las únicas personas en las que se refugió cuando se separo de Candela y se alejo de Victorio, quedaron en la gran ciudad pero el necesitaba, aun mas que a sus amigos, volver a su ciudad natal, a la costa argentina.

Al otro día Victorio se levanto temprano y se sentó en el patio de su casa. No quería molestar a Eugenia, eran a penas las ocho y media pero él no podía seguir durmiendo. Su cabeza, no dejaba de dar vueltas. La vuelta de su hermano, moría por escuchar sus razones, necesitaba saber si lo había perdonado, si realmente volverían a ser alguna vez lo que fueron, esos hermanos tan unidos. Aunque... no se arrepentía verdaderamente de lo que había pasado. Lo repetiría otra vez y aunque, le costara admitirlo, también deseaba con todo su ser verla.

Si bien adoraba a Eugenia y la quería junto a él, el resto de su vida no podía negar que no era lo mismo que había sentido alguna vez por Candela.

Lali se levanto temprano en la casa de su amiga. Se cambio y salió, tenía que ir a comprar unas cosas antes que todo cierre al ser domingo, pero al llegar a la costanera, que quedaba a dos cuadras de lo de Candela, se dedico a mirar el mar. Las olas una y otra vez golpeaban la arena y el ruido la ponía de buen humor. Le gustaba mucho ese lugar, aunque allá demasiado viento y frio. Estaba tan metida en sus pensamientos, cuando una persona la choco de frente, cayendo ambos al suelo. Al levantar la mirada, no podía creer lo que sus ojos veían.

Desencuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora