— ¡Victoria! ¡Victoria, abre la puerta! ¡Ahora!— Los golpes en la puerta de mi cuarto se intensifican nada vez más. —Victoria, hija. Tu padre y yo queremos hablar contigo.
Me removí un poco en la cama, quitando las sabanas que me cubrían completamente. Mi cuarto estaba sumido en la oscuridad, ni un solo rayo de sol se colaba por las cortinas.
Humedecí mis labios con mi lengua dándome cuenta que los tenía extremadamente resecos.
— ¡Mamá, no quiero hablar ahora!—Grite sintiendo un leve ardor en mi garganta.
Desde el otro lado de la puerta se escuchó un bufido exasperado —Tienes casi dos semanas sin salir de tu cuarto, Victoria. Ni siquiera sales para comer.
—Victoria, nos tienes preocupados. Y no solo a nosotros, Gabriel no ha dejado de llamar— Esta vez fue papá quien hablo —Si no abres la puerta tú, la abriré yo Victoria.
Sé que Gabriel no ha dejado de llamar, antes de que mi teléfono se descargará por completo llamo más de cien veces, pero simplemente no halle el valor para contestar. Yo solo me hice ovillo enredándome aún más en mis sabanas, mis ojos se llenaron de lágrimas. Quería estar sola ¿Por qué nadie lo entiende?
Soy un remolino de sentimientos y emociones: culpa, tristeza, ira, odio, asco... solo quiero que todo acabe.
—Muy bien Victoria— Después de eso, escuche como entraba una llave en la cerradura y la puerta se abría.
— ¡Dije que no quiero hablar!— Sentí una mano en mi hombro y me tense completamente. Me levante de la cama como puede bajo la vista de mis padres —Por favor, no me toques— Lleve mis manos a mi cabeza y me senté en el suelo —Por favor, no me toques, no me toques, no...
—Victoria, ¿Qué te pasa?— Tenía mi vista clavada en el suelo, vi los zapatos de mi madre y de mi papá acercarse — ¿Qué te ocurre, Vic? solo quiero saber qué te pasa...
—Quiero estar sola, solo quiero estar sola...— Susurre, la angustia y la ansiedad se reflejaba en cada palabra vocalizada.
Mi padre me alzo y me sentó en la cama —Dinos que te pasa Victoria— Alce la vista para encontrarme con la mirada suplicante de mi padre, él estaba claramente preocupado. Me levante de golpe y camine hacia la puerta de mi habitación —Victoria ¿A dónde crees que vas?
— ¡Dije que quería estar sola, maldita sea! ¿Qué no pueden dejarme sola y ya? ¿Les cuesta tanto dejar de molestarme?— Grite desesperada corriendo escaleras abajo, mientras una oleada de lágrimas me atacaba. Mi padre llego justo cuando estaba por abrir la puerta principal y me tomo de la muñeca —Suéltame— Las lágrimas salían sin permiso, ya me estaba comenzando a desesperar.
—No hasta que me digas que te ocurre ¿Dónde está mi niña alegre?— Trate de zafarme de su agarre.
Desapareció papá, desapareció y no volverá.
—Victoria, por favor, habla con nosotros— Mi mamá se acercó lentamente hacía nosotros.
— ¡No quiero hablar con ustedes! ¡Quiero alejarme! ¡Quiero alejarme de todo!
—Victoria...— La voz suplicante de mi padre me detuvo un instaste.
Me solté de su agarre, abrí la puerta y salí corriendo sin destino fijo, yo solo andaba en pijama.
No supe cuánto tiempo exactamente estuve caminando cuando empezaron a caer grandes gotas de agua. Un auto blanco se detuve a mi lado, no tuve que girarme para saber que era el de mi padre, reconocería el ruido del motor donde fuera.
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Donde las Estrellas Cantan
RomantikBruno y Victoria. Dos personas completamente diferentes que aprendieron a conocerse por un factor en común. Porque cuando la vida te golpea y te derriba, no queda otra opción que levantarse. Pero el ser humano tiene un límite, la mente es...