Capítulo 2.

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Soledad; socialmente se define como el acto de estar solo, sin acompañamiento de otra persona u otro ser vivo. La soledad es un sentimiento de vacío... uno que suele ir acompañado de tristeza, desánimo, aislamiento, y un deseo intenso de ser amado y necesitado por alguien.

¿Pero qué ocurre cuando estas rodeado de personas y aun así te sientes solo? Es una clase de soledad existencial. Una soledad existencial que apesta.

En mi caso, quizás yo fui quien decidió estar solo, apartado de todos. Si, complicado, pero prefiero estar solo que rodeado de personas vacías y huecas. La vida me había golpeado en un intento de decirme — ¡Hey, idiota, ese no te conviene! — Pero siempre lo ignoraba, y ahora estaba aquí.

Me encontraba recostado sobre el capó de mi auto, mi cabeza descansaba sobre mis manos; estaba a las afueras de una de las pocas cafeterías que hay en Forks.

La mayoría de los días eran iguales. Estaba mirando el cielo, nublado y oscuro, como mi estado de ánimo. Mi vista estaba fija en el montón de nubes oscuras, un fuerte estruendo proveniente del cielo anunciaba una fuerte lluvia. Cerré los ojos y suspire.

Un grito perturbo mi tranquilidad.

— ¡Bruno, amigo!—. Abrí los ojos para encontrarme con Ty, quien caminaba a paso apresurado a donde me encontraba.

No quería entablar una conversación con él, así que apenas llego hasta mí, fui directo al grano: — ¿Tienes lo que te pedí?— Pregunte, en tono frío.

El elevó las esquinas de sus labios en una tensa sonrisa —Claro que si amigo. De la mejor, como siempre.

Me senté sobre el capó. Aquí estaba yo, de nuevo... Autodestruyéndome. Extendí mi mano y le hice una señal para que me la diera.

El tendió una pequeña bolsa de plástico que contenía a mi asesina: cocaína. Le di un par de billetes y él los tomó. En ese momento, grandes gotas de agua empezaron a caer.

—Un placer hacer negocios contigo, amigo— No respondí, solo di un leve movimiento de cabeza. Él se mantuvo allí, hasta que se apoyó en el capó viendo hacia la cafetería.

Mi vista se dirigió a una pequeña figura femenina, totalmente vestida de negro. Pequeños mechones de cabello rojo se peleaban por salir por los espacios de su capucha. Tenía una mano metida en su bolsillo y otra sosteniendo su paraguas. Venia viendo hacia el piso saltando los pequeños charco de agua que se habían formado. Sonreí.

Mi sonrisa se borró al instante, justo cuando Ty abrió la boca.

—Es muy guapa ¿cierto?­— Preguntó con sorna —He tenido mi mirada en ella por un tiempo— Sonrió con malicia. Sabía a lo que se refería con "He tenido mi mirada en ella".

— ¿La conoces?— Cuestioné.

—No mucho— Admite sonriendo. —Solo sé que se mudo hace poco y que se llama Victoria. Pero es una belleza ¿Verdad?

Bufe y camine hacia las puertas de la cafetería. Un golpe a mi costado me hizo bajar mi vista para encontrarme con una pequeña pelirroja.

— ¡Oh, lo siento mucho! Soy muy torpe, no me fijé por donde iba. —Dijo.

—No te preocupes—. Me limite a responder. Ella, por su parte, me observo. Me miro por unos incómodos segundos. Para luego sonreír y darse media vuelta entrando en la cafetería.

Yo la observe a través de la ventana de la cafetería. Por un momento me sentí como un jodido acosador. Por un momento su mirada se encontró con la mía, pero la a parto para continuar hablando con la señora Margo, quien luego desapareció por una de las puertas.

Donde las Estrellas CantanWhere stories live. Discover now