Capítulo 8.

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Ruidos se escuchan desde la sala, tengo miedo de salir. Mami y papi llevan mucho rato gritando, mami y papi siempre pelean. Es muy tarde. Tengo frío y miedo, está oscuro. Los gritos se escuchan cada vez más cerca, cada vez las peleas son más fuertes. Observo la pared frente a mi cama y hay sombras. 

— ¡Basta! ¡Por favor, River!

Las ramas de los árboles hacen las sombras.

— ¡Cállate de una vez, maldita!

Las ramas de los árboles hacen las sombras.

Las ramas de los...

Me cubro con mi cobija y dejo escapar algunas lágrimas. Los gritos van en aumento, pasos se escuchan por el pasillo...

Abrí los ojos de golpe dándome de lleno con la oscuridad de mi habitación, froté mis ojos y me senté sobre el colchón. Quisiera solo dormir y despertar con la mente en blanco una noche por lo menos. Me estiré hasta unas de las mesitas de noche y saqué mi caja de cigarros y mi encendedor, tomé uno y lo encendí dándole una gran calada. Me levante de mi cama y salí hacia el balcón me acerqué y me senté sobre la baranda con las piernas hacia afuera, estas quedaron completamente expuestas hacia el vacío. Hace frío, demasiado, pero no me importa. Tenía la vista fija en el cielo, algunas estrellas destellaban en el cielo negro. Me sentía extrañamente triste, demasiado solo. Sentía el alma congelada. Una lágrima solitaria corrió por mi mejilla cayendo a la nada, yo nunca lloro. A mi mente llegaron dos grandes ojos cafés y la calma que sentí cuando tomo mi mano para guiarme a la mesa en la cafetería.

Verla tan vulnerable me había afectado más de lo que pensé. Cuando acabé con el tercer cigarro entré de nuevo a mi casa yendo directamente hacia mi habitación. Era vagamente consciente de la hora, solo sé que cuando llegue a mi casa eran más de la siete.

Me acuesto en mi cama y miro al techo. Mi mente se llena de imágenes. Hoy; durante la tarde que pase con Victoria en la cafetería No podía sacar de mi cabeza la imagen de sufrimiento del rostro de Victoria. Por más que sonriera, sabía que no estaba bien. Ella sonreía, pero sus ojos demostraban un sin fin de emociones a tal punto que me sentí abrumado.

El dolor, la tristeza e incluso la agonía que expresaba me hicieron sentir mal por ella. Su cara mientras se perdida en sus pensamientos.

Yo sé lo que es sentir dolor, creer que nada ni nadie vale la pena, que nada tiene sentido. Te destruyes, ya no confías en nadie, ni en ti mismo. Sientes un vacío, sientes como todo adentro de ti se rompe, ya no hay nada. Pero también sé que el dolor es parte de sentir. Y aunque estemos destruidos, hundidos, rotos e incluso muertos por dentro, siempre viene algo mejor, viene la calma.

Esa calma que no ha llegado a mi vida, y creo que no lo hará nunca, ya que cuando estas rodeado de múltiples tormentas, unas más fuertes que otras, la calma se ve lejana, casi inalcanzable.

Me quiero golpear, literalmente apesto a confusión. Quería alejarla; no soy bueno para ella...ni para nadie. Quería mantenerla cerca, porqué en cierto me hace sentir bien. ¿Pero hasta qué punto podía aguantar sin dañar todo?

Quisiera no estar confundido: la quiero lejos, la quiero cerca...

Es algo estúpido que esté pensando de esta manera, ya que la conozco de hace poco, no hemos compartido mucho. Pero de cierta manera su tristeza me atrae, puedo ver su ser hecho cenizas, y me agobia.

En un vago intento de apartar toda esa mierda de mi mente me pongo de pie y camino por la casa. Parezco un intruso en mi propia casa, si, porque es mi casa. No más que paredes y cosas materiales. Porque esta mierda no podrá ser nunca mi hogar. Veo os cuadros rotos que aún siguen en el piso y me acerco, tomo una fuerte respiración antes de agacharme y tomar la primera foto.

En ella una sonriente mujer y un muchacho feliz aparecen. 

Emily.

Es increíble que ya hayan pasado tres años de todo. Tres años, pero la herida sigue abierta y ardiendo como el primer día, quemando y escociendo en mi corazón.

La vida puede ser tan injusta a veces, te quita lo único importante que tienes.

Si, la vida es una perra.

El silencio de la sala es roto cuando uno toques a la puerta se hacen presente.

— ¡Buno!— Camino hasta la puerta con el seño fruncido. — ¡Bruno, maldita basu...— Lo interrumpo cuando abro la puerta. Joey sonríe como un niño pequeño.

— ¿Qué haces aquí?— El solo se encoge de hombros y pasa.

—Mierda Bruno, esto es un desastre —Comenta viendo el chiquero que hay en la sala.

Bufo —No molestes, Joey. 

El se gira hacia a mí con una mueca en el rostro.

—Bruno, yo... me entere de lo de tu mamá. Lo siento mucho.

Solo asiento, mientras mis manos se convierten en puños.

— ¿No has sabido nada de él?— Pregunta.

Niego. La realidad hace mucho me dejo de importa lo que pasará con la vida de mi padre. Cierro la puerta y camino hasta el sofá. Me siento y froto mi cara para luego masajear mis sienes. Miro directamente a Joey.

—Solo espero que este muerto.


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⏰ Last updated: Apr 08, 2023 ⏰

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