-thirteen- [part two]

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Varios golpes se dirigieron a mis mejillas pero no me dejé caer, cosa que sorprendió a Sam. Pero eso no quitaba la sonrisa de loco que formaban sus labios.

-¿Con que intentando defenderlo? Oh que bonito, los maricas ayudándose entre si. - Una carcajada sonora salió de su boca. Apreté los puños con rabia y lo miré desafiante.

-¿Es que acaso se ha ofendido el gordo? - seguía riéndose y se volteó para seguir pegando a Calum que estaba agarrando por los hombros por parte de Ashton. Tenía heridas en los brazos y en la cara y su ojo izquierdo se encontraba entreabierto. Verlo así me partió el alma. Y no me contuve más. No sé si fue un impulso, o un ataque de rabia, o las dos cosas; pero el caso es que me lanzé contra su persona golpeando su cara, abofeteando, arañando y hasta mordiendo su brazo. Cosa que hizo que gritara de dolor y su expresión socarrona fue reemplazada por una de rabia lanzándose contra mi persona sin dejar de golpearme por todos lados. Vi en ese instante como Calum intentaba zafarse del agarre de Ashton, pero éste era muy fuerte y no le dejaba escapar.

De repente, una chica con voz chillona y un señor corpulento hicieron su aparición en mitad de la pelea.

El hombre agarró a Sam por la chaqueta, apartándolo de mi, mientras él hacía esfuerzos por seguir golpeandome. Ashton miraba la escena con el rostro pálido e intentando escapar de allí, cosa que no le funcionó.

-¿¡Acaso estás enfermo?! ¡Dije que no le hicieran nada! Eres una mierda, Ashton. De él aún me lo esperaba, ¿pero de ti? - lo empujó - Me das asco.

-Lo siento, Amber, debí hacerte caso. Lo siento mucho. En serio. - Los ojos del castaño mostraban arrepentimiento y confusión. Se auguaron en un momento y yo lo miré extrañado.

-No te creo - dijo la rubia sin expresión alguna en el rostro.

Él gruñó y se cruzó de brazos.

Calum se levantó del suelo donde se encontraba momentos antes con gran dificultad por no caerse y se plantó delante del chico de ojos hazel.

-¿Quién mierda hizo eso con la libreta de notas? - estaba frustrado y empujó levemente a Ashton, pidiendo explicaciones.

Éste rió.

-Yo te avisé, si no me hiciste caso no es mi culpa. - bufó

-¿Perdón? -

-"¿Sabes lo más triste de la traición? Nunca viene de un enemigo." - recitó, como si se tratara de un poema.

Y entonces vi la expresión de sorpresa y temor de Calum, que luego se sustituyó por una de furia.


Calum P.O.V.

"Axel" en un fugaz momento pasó por mi mente. Mi mejor amigo. No podía ser. Pero las piezas encajaban a la perfección. Él había ido a mi casa y se había marchado enseguida, pidiendo como excusa un juego que ni por asomo le interesaba. Él se había aprovechado de mi amistad todo este tiempo. Era falso. Como todo lo de mi alrededor.

Agarré a Michael por la camiseta haciendo así que siguiera mis pasos, mientras Amber seguía echando bronca a Ashton como si fuera un niño pequeño mientras el hombre que había llegado antes (el director del instituto), se llevaba a Sam y a Ashton a saber donde. Probablemente a hablar con los padres de ambos. O a llamar a la policia, ya que Sam era mayor de edad.

Mientras pasábamos por el pasillo, arranqué todas las hojas del diario y las guardé en mis bolsillos mientras lágrimas se escurrían por mi rostro.

-¿Porqué lloras? - cuestionó en el momento en que paraba en seco de andar y estiraba mi brazo haciendo así que quedaramos a centímetros el uno del otro. Abrí mucho los ojos y pestañée varias veces, conteniendo la respiración.

-P-porqué... Era muy importante para mí. - él alzó una ceja ante mi respuesta

-Si tú no lo escribiste, ¿como puede ser importante? - cuestionó sin dejar de hacer contacto visual.

-Porqué me gusta pensar que alguien me quiere... - medité unos instantes y añadí - ¿Pero tú como sabes que no lo he escrito yo? -

Él sonrió y quitó con el pulgar las lágrimas que se encontraban en mis mejillas. Me miró fijamente y sonrió.

-Porque yo lo hice. Por ser tu mismo. Por defenderme. Porque eres tú lo que más me gusta en este mundo y por ser lo que más quiero. - sus ojos brillaban y sabía que no me estaba mintiendo.

Y entonces pusé mis manos en su nuca, tirando de él hacia mi rostro, haciendo así que nuestras narices chocaran mientras reía bajito y mi corazón no dejaba de acelerar. Y a un milímetro de nuestras bocas, él me acercó a su cuerpo y al mismo tiempo, sus labios hicieron contacto con los míos, de la forma más tierna y pasional que había sentido nunca. En ese instante fue cuando me di cuenta que estábamos hechos el uno para el otro: nuestros labios encajaban a la perfección y era imposible despegarme de su boca. Porque era adicto a ésta. Era adicto a él.



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