"Siempre he creído que es lo que somos...Traumas de la infancia...Lo que te prohibieron, lo que no te dieron, lo que te obligaron a aceptar y lo que te arrebataron crean tu carácter."
Había ido a aquella cafetería por casualidad, en mis planes nunca estuvo visitarla. Pero tenía buena fama y cuándo entre me di cuenta de que el ambiente en aquel lugar era muy ameno, las personas en aquel lugar conversaban y reían olvidando -tal vez- que existía un lugar allá afuera.
Sonreí y tomé un lugar cerca de una ventana que daba directamente a la calle principal. Ese lugar estaba inundado de puestos y siempre había gente caminando de lado a lado. Pensé que era un buen lugar para observar y tal vez tomar algo de inspiración para uno de mis libros.
Los bloqueos son lo peor del mundo.
Me mantuve ahí y ordené un mocaccino, eso se veía sumamente delicioso. Estuve mirando la ventana con mi lápiz entre mis dedos hasta que sentí la mirada de alguien y volteé rápidamente, topándome con un par de ojos ámbares que me miraban con enojo. Me encogí de hombros pero no comenté nada.
Seguí al extraño con la mirada en lo que tomaba lugar en el otro extremo de la cafetería. Tenía el ceño fruncido y ojeras, pensé que estaba ocupando su lugar favorito y por eso tenía esa cara de amargado. Pero entonces contemplé bien sus ojeras y la manera en cómo miraba a las personas que estaban delante de él.
Suspiré y me levanté de mi lugar, no pensaba irme, me dirigí ahí para decirle que si gustaba podíamos compartir la mesa. Por mí no había ningún problema.
Y así fue cómo conocí a aquel artista frustrado: Sesshōmaru Taishō. La persona más seria, callada y estoica del mundo.
2.
Descubrí los dibujos de Sesshōmaru una tarde de Marzo, mi intención era seguir escribiendo cómo poseída en aquella libreta que llevaba todos los días a la cafetería, pero no pude evitar voltear a verlo y darme cuenta de que estaba dibujando algo.
Mi curiosidad fue mayor, siempre he sido una persona muy curiosa y eso me ha ayudado en varios situaciones, cómo vi que estaba distraído me asomé y vi que era un hermoso paisaje. Quedé maravillada porque aquel hombre completamente serio y -a simple vista- carente de sentimientos, poseía un don que nunca había desarrollado por completo.
-Hermoso... -susurré pero él pudo escucharme y me miró con el ceño fruncido.
No sabía que hacer exactamente, quería que la tierra me tragara. Conocía a Sesshōmaru hace apenas unas semanas y ahora posiblemente había arruinado el poquito avance que pude hacer. Pero no había vuelta atrás y le interrogue cómo si fuera un detective para saber por qué no mostraba sus obras de arte al mundo.
No logré saber nada. Lo que sí supe fue que Sesshōmaru en verdad tuvo una niñez difícil y no me extrañaba mucho que esa fuera una de las razones por las cuales ahora era un artista frustrado con un trabajo que le provocaba ojeras. Pero sonreí levemente al pensar en qué aquello había hecho que yo le conociera.
-¿Tienes más dibujos? -Interrogue pero no esperé realmente que me enseñara los demás.
Me equivoque y me alegre de haberlo hecho.
Sacó unas cuantas hojas sueltas de pequeñas creaciones que había hecho en el trabajo mientras estaba aburrido en una junta.
-Cómo no te cacharon -bromeé y pude ver una diminuta sonrisa. Me sonrojé un poco, Sesshōmaru se veía mucho más apuesto cuándo sonreía.
Sus dibujos eran hermosos pero les hacía falta color, mucho. ¿Acaso era así cómo él veía su vida? Suspiré y pedí permiso para colorearlos. Menos mal que siempre llevaba muchos colores conmigo. ¿Por qué? No lo sé, pero nunca me han gustado las cosas en blanco y negro a menos de que sean películas de mimos.
Empecé a pintarlos tratando de no modificar de más nada, Sesshōmaru le dio algunos retoques y quedaron mejor de lo que habían estado antes.
-Se ven bien. -Comentó él.
Yo le sonreí. -Es porque te hacía falta yo.
3.
Nuestros días transcurrieron así y aunque no nos veíamos todos los días, los momentos que pasábamos juntos cada vez eran más divertidos. En algún punto de nuestros encuentros él empezó a leer los pequeños fragmentos que escribía en aquella libreta. Sólo fue un día que vio un borrador completo y se dio cuenta de que mis fragmentos no encajaban para nada en el escrito pero de alguna extraña forma yo les encontraba un lugar.
Él me dio a entender con la mirada que le parecía rara pero no me importó, Sesshōmaru también era raro para mí.
Y así nos la pasábamos, entre frases y paisajes.
Taishō se había convertido sin darse cuenta en una gran fuente de inspiración, tanto que ya estaba pensando en escribir un libro cuyo personaje principal se pareciera a él menos en rasgos físicos ¡y también sería un artista frustrado! La gran diferencia es que éste sí se dejaría ayudar a que sus obras impactaran a varias personas y no solamente a una escritora novata.
-Kagome -me llamó mientras lo volteaba a ver. Ese día también llovía y mi esposo había prometido pasar por mí hace más de dos horas. ¿Qué se creía para tardar tanto?
Sesshōmaru me pasó otro de sus dibujos y supe entonces que yo era la que debía pintarlo. Cuándo estaba con él parecía que volvía a ser una niña pequeña cuyo padre le hacía dibujos para mantenerla quieta. Reí levemente al imaginar a Sesshōmaru cómo papá cuándo él me aclaró que era soltero.
-Tendrás que pagarme -bromeé mientras terminaba de pintar.
Mi teléfono empezó a sonar y pude darme cuenta de que era un mensaje de mi pareja diciendo que le había salido una junta de emergencia. Suspiré y le regresé el dibujo a Sesshōmaru. Me puse mi abrigo y me resigné a tener que caminar más de cinco cuadras porque tampoco había ningún autobús que me dejara por mi casa.
-Ya me voy... -pronuncié, sin ganas.
Sesshōmaru levantó una ceja, un gesto que entendí como una pregunta.
Bufé. -Mi esposo no vendrá por mí -me crucé de brazos-, así que me iré caminando.
-¿Quieres que te lleve?
La oferta me tomó desprevenida. Me lo pensé un rato pero no me negué, a lo que espere que él pagara la cuenta. No conocía completamente bien a Sesshōmaru pero le tenía confianza, era muy extraño... pero igual no presté mucha atención.
Me iba a llevar a mi casa y, aunque una parte de mí me decía que le debería algo, otra me decía que me estaba pagando mis servicios prestados.
Salimos de la cafetería juntos y tardamos como media hora debido al tráfico en llegar a mi casa. Sesshōmaru no se despidió con un beso en la mejilla cómo mis amigos acostumbraban, sólo me dirigió una mirada y fui yo la que le sonrió y le deseó que pasará una bonita noche.
Muy dentro de mí esperaba otro día con él.
Continuará.
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Frases y Paisajes
RomanceEl encuentro entre un artista frustrado y una escritora no podía ser simple casualidad. El Fandom de InuYasha y sus personajes no me pertenecen. [AU/Serie de viñetas/Narración en primera persona, variando en cada capítulo]