Galería de Arte

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"Hay un pasado que se fue para siempre pero hay un futuro que todavía es nuestro"

Había pasado una semana sin ver a Sesshōmaru y, aunque aquello me favorecía, no dejaba de evocarlo en mi mente. Fue hasta un martes lluvioso —había estado lloviendo mucho toda esta semana— que finalmente lo vi sentado en el lugar de siempre en la cafetería. Me acerqué a él y no lo distraje, estaba terminando de pintar uno de los dibujos que recientemente había hecho.

Llevaba un gran progreso: ya los pintaba. Ahora sólo faltaba que sonriera mientras los hacía, aunque dudaba mucho que eso pasara. Sesshōmaru era Sesshōmaru y era su forma de ser lo que lo hacía un ser especial.

De repente levantó la mirada y se me quedó viendo, me encogí de hombros porque sabía que le debía una disculpa. Me había comportado como una niña pequeña por haberme bloqueado y el temor de fallarle a la editorial. Suspiré y entonces le sonreí.

—Te debo una disculpa, Sessh —dije y él dejó de pintar—, me comporté cómo una niña y...

Él pareció restarle importancia mientras colocaba un pedazo de chocolate en la mesa. Supuse que era para mí y lo tomé de forma nerviosa. ¿Cómo Sesshōmaru había descubierto que amaba el chocolate? Pensé en verdad que no me prestaba atención pero parece que me equivoqué.

—Gracias por llevarme a mi casa —busque en el bolso que llevaba conmigo unos boletos—. Cómo compensación, ¿te parecería ir a ver una galería de arte conmigo?

Sus ojos viajaron a los míos para saber si estaba mintiendo o no. Pero yo no mentía y le mostré los boletos con una gran sonrisa de satisfacción. Él asintió y mientras guardaba sus dibujos me di cuenta de uno en especial que llamó mi atención y le arrebaté el cuaderno mientras él me miraba con el ceño fruncido.

—¡Es hermoso! —El cuadro tiene a la luna en medio del firmamento y el juego de colores azules es hermoso.

—Quédatelo.

—¿Enserio? —Mis ojos buscan los suyos esperando algo que me diga que está jugando, pero no—. ¡Gracias! Pero, fírmalo, por favor. Cuando seas famoso presumiré que tuve una obra de arte tuya, gratis.

Él levanta una ceja pero toma la pluma que le ofrezco y firma el dibujo que me acaba de regalar.

—Vamos. —Menciona poniéndose de pie y yendo a pagar la cuenta.

2.

En el transcurso del camino termino ojeando su libreta y veo el cambio de sus dibujos sin color a aquellos que ahora tienen color. Su más reciente creación está hermosa, hay una pequeña casa en medio de un gran lago y al lado de está hay un árbol del cual cuelga un columpió, se aprecia una persona pescando tranquilamente mientras mira los árboles de enfrente. Hay pájaros volando, por lo que creo que está ambientado en el final del invierno y el principio de la primavera.

A regañadientes logró hacer que me diga en qué se inspiró y me dijo que fue gracias a su madrastra Izayoi que se le ocurrió pintar algo así. Al parecer su madrastra adora viajar —una delas tantas razones por las cuales ellos no conviven casi— y había visto un paisaje así cuándo viajó junto al padre de Sesshōmaru.

Descubrí que él tiene un medio hermano que está en Tokio y casi no se habla con él, eso parece a él no afectarle pero por dentro creo que Sesshōmaru necesita de alguien que este con él. Los hermanos menores tienen esa cualidad de transmitir alegría a los mayores y a pesar de que suelen ser muy irritantes, son una muy buena compañía.

Sesshōmaru Taishō es una de las pocas personas que he conocido que ha tenido un pasado difícil, supongo que si él pudiera cambiaría muchas cosas. Pero el pasado fue y él parece saberlo, por lo tanto trata de continuar su vida como si nada, cómo sino le afectara pero en el fondo si le afecta.

Siento el deseo de ayudar a aquel hombre solitario, pero por más que quiera, no puedo. Mi tiempo está contado, aunque no es momento para preocuparme por eso. Sé qué no puedo hacer nada por el pasado de Sesshōmaru, pero sí puedo hacer algo por el futuro y estoy completamente segura de que lo lograré.

No deseo nada más que una sonrisa sincera de parte de él.

Y es entonces que me doy cuenta de que he pensado demasiado en Sesshōmaru los últimos días. ¿Por qué? Bueno, por el momento no importa. Ya habrá tiempo de pensar sobre eso.

—¡Llegamos! —Proclamo viendo el gran edificio de enfrente.

Sesshōmaru busca un lugar dónde estacionarse mientras yo hago fila para entrar. Me alcanza después de varios minutos y se coloca al lado mío.

3.

La galería le ha gustado a mi acompañante, puedo verlo por el brillo inusual en sus ojos y es lo que hace que yo sonría durante todo el recorrido. El arte no es lo mío, mi esposo sabe mucho más de eso que yo misma, pero no me importa. No estoy aburrida, la compañía de Sesshōmaru me agrada.

Cuando salimos él me invita a cenar algo, son las ocho de la noche y no habíamos comido. Estaba por negarme porque tenía que llegar a mi casa, pero el mensaje de mi pareja diciéndome que otro día se ha tenido que quedar hace que acepte su invitación. No es cómo si me gustara cenar sola después de todo.

El tiempo pasa rápido para nosotros a pesar de que soy yo la que habla más. A veces siento que me ignora, pero no. Sé qué me está prestando atención aunque no lo parezca y tal vez eso es lo que me gusta de Sesshōmaru.

Decidimos pagar la mitad de la cuenta cada uno y entonces damos por terminado nuestro pequeño viaje a la galería. El cielo poco a poco se oscurece y ambos sabemos que va a llover pero no comentamos nada al respecto.

Me lleva a mi casa dónde las luces de nuevo están apagadas. Mi pareja no ha llegado, por lo que dejo escapar un suspiro y siento cómo él me observa, pero no quiero decirle nada, no quiero arruinar tan lindo momento.

—¿Te la pasaste bien?

Taishō asiente y yo sonrió mientras abro la puerta del copiloto y bajo.

—Espero vernos pronto, Sessh.

Y después de eso entro en mi casa y lo veo irse a través de la ventana.

Él no lo sabe, pero se ha convertido en mi fuente de inspiración. Sonrió levemente mientras doy media vuelta para prender el computador y seguir escribiendo. 

Continuará


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