7 •Herido•

223 54 1
                                    

PDV:Jaiden:
Hay cosas de las que no debería ni siquiera pagar y todo por culpa de mi estúpido hermano. Bajé de las escaleras cautelosa y noté que todos estaban en el despacho de Cristiano, al parecer estaban en alguna pequeña reunión o yo que sé, pero habían voces hablando casi todas a la misma vez. Si tan solo no me hubiera metido en problemas, nada de esto estaría pasando. Presiono mi oreja para escuchar pero...mi mala suerte la puerta se abrió revelando a James quien fruncía su ceño, y yo caigo de rodillas quejándome por el golpe, al menos con él me sentía un poco tranquila, podía confiar en él. Por el hecho de que fue el primero en darme su confianza y su amistad.

—¿Estás bien? .—Pregunto mientras me abrazaba.

—Sí .—Contesté devolviéndole el gesto con una sonrisa.

—¿Qué haces aquí estorbo? .—Abro mi boca sorprendida. Estúpido.

—Yo, amm...necesito salir a refrescarme, sí a eso vengo.

—James, acompáñala hasta su habitación y que no salga de este .—Ordenó el portugués posicionándose a nuestro lado y luego se largó.

—No necesito que nadie me lleve, ni que tuviese guardaespaldas .—Le reproche.

—Hey .—Miré a James—. Ya tranquila .—Menciona.

—¿Qué puedo hacer para que este idiota sea feliz alguna puta vez? .—Pregunté ya irritada.

—Devolverme el dinero.

—Si yo te devolviera el dinero, ¿me dejarías libre?.

—No, porque sé que no te irás de aquí y no creo que tampoco lo hagas ya que .—Se quedó callado—. No tienes dinero y no tienes como conseguirlo y si no mal recuerdo...yo fui quien dijo que te trajeran aquí, así que nunca podrás escaparte, hazte la idea de que jamás volverás a ser libre .—Esto parecía una cárcel, lo único que quería era largarme de aquí. Pero el precio debo pagarlo.

—Cristiano, ya basta.

—Tranquilo James .—Fingí una sonrisa—. Todo está bien .—Me fui a mi habitación.

•••

Pude notar que alguien estaba escabulléndose entre los arbustos del jardín delantero. Seguramente era algunos de los chicos. Después de todo vivir en este lugar es realmente aburrido y estresante, al menos para mí. Salí de mi habitación para hacerle compañía a los chicos ya que deben sentirse de la misma manera mía, aunque siempre demuestre una sonrisa por delante. Bajé las escaleras y salí por la puerta trasera, caminé hasta los arbustos tratando de encontrarlo.

—¿Hola?, ¿hay alguien ahí? .—Pregunto. Repentinamente escuché un sonido proviniendo de estos. Me acerqué más hasta sentir que me agarran del brazo, me giré encontrándome a Cristiano. El habla no me salía por nada, era como si tuviera al mismísimo demonio de Tasmania en persona.

—¿Qué haces aquí? .—Me jaló del brazo sacudiéndome—. ¡Te dije que no tenías permitido salir a menos que tuvieras mi permiso! .—Tomé aire para no cometer un crimen frente a este imbécil. Odiaba cuando tenía demasiado poder sobre mí.

—Dijiste que no tenía permitido salir a la calle sin tu permiso, no especificaste bien .—Sonreí victoriosa, y sabía que tenía razón en lo que había dicho.

—Entra .—Ordenó apuntando hacía la puerta.

—Algo hay ahí .—Apunté entre medio de los arbustos.

—¿Qué cosa? .—Elevo una ceja. Me acerqué a estos y salió un tipo armado. Corrí hasta donde el portugués escondiéndome detrás de él.

—Vaya, que gusto me da verte Cristiano .—Dijo el peli castaño mirando con una sonrisa macabra al portugués.

—No podría decir lo mismo de ti Alves .—Respondió sin dejar de apuntar al castaño—. ¿Qué haces en mi casa? .—Preguntó con la voz dura.

—Solo vine a saldar mi deuda de esta manera .—¿Acaso todos le debían a este tonto?—. Y créeme que no es de una manera amable .—El castaño disparo al hombro del portugués y este le devolvió el gesto con un disparo en la rodilla. Cristiano cayó al suelo arrodillado.

—¡Hey! .—Grité—. ¡James, Marcelo, Isco! .—Grité a todo pulmón esta vez. La puerta principal se abre revelando a los chicos quienes corrían hacia nosotros. El portugués se acomodó entre mis piernas. Me giré para ver al castaño, pero este ya no se encontraba. Mierda. Escapó.

—Vamos .—James tomó a Cristiano del brazo herido y este se quejó—. Por suerte la bala solo le rozó, no ha dañado ninguna arteria .—Mencionó. Los chicos se lo llevaron y yo solo me limité a seguirlos. Me siento culpable por lo que le ocurrió. Como no, si no hubiera dicho nada, no hubiera pasado esto. Que estúpida fui al salir y ahora por mi culpa este idiota está herido. Creo que me costará esto.

—Jaiden .—Me di media vuelta para encontrarme con James quien aún sostenía a su amigo—. Tranquila, él estará bien .—Me sonríe y yo solo asentí. Por un lado me sentía culpable, muy culpable. Sino hubiera sido por mi curiosidad, tal vez este tonto no estaría herido pero por otra parte no hubiese salido a husmear que había, quizá todos estaríamos muertos a causa del famoso Alves.

Colocaron a Cristiano en su cama, a pesar de que la bala solo le haya rozado el brazo, este no paraba de sangrar. Me senté en la orilla mirando solamente. Debería de al menos curar su herida ¿no?. Después de todo, debo estarle agradecida.

—Chicos .—Estos posaron su mirada en la mía—. Yo me haré cargo, ustedes vayan afuera .—Ordené.

—¿Estás segura que puedes con esto? .—Preguntó Marcelo.

—Claro que sí, tampoco soy tonta .—Me crucé de brazos.

—Vale, cualquier cosa que necesites nos llamas solamente .—Asentí. Todos salieron dejándonos a solas a mí con Cristiano. Este tenía los ojos cerrados manteniendo su ceño fruncido a causa del dolor. Me acerqué a este con el botiquín en mis manos, saqué los elementos necesarios para curar la herida de su brazo. Con las tijeras corté la tela de su camisa que estaba manchada con su sangre lanzándola al suelo y me quede con la vista fija en su marcado torso.

—¿Disfrutas lo que ves? .—Preguntó soltando una débil risa haciéndome sonrojar al instante. Tomé peróxido de hidrógeno con un algodón y comencé a curarle la herida, este soltó un grito haciéndome sobresaltar.

—Quédate quieto .—Pedí. Este me tomo del brazo apretándolo fuerte. Hice una mueca de dolor y seguí con lo mío. Luego eché un poco de povidona a su brazo el cual sus músculos tensos se iban relajando dándome la firmeza que el dolor iba disminuyendo.

—Todo esto es tu culpa .—Habló entre cortado. Y tenía razón, la culpa era completamente mía.

—Cállate .—Me limité a responder mientras tomaba la venda que se encontraba a mi lado y comenzaba a vendar su brazo. Este me miró con sus ojos entrecerrados—. Listo .—Dije una vez que ya lo había curado completamente. Tomé un paño húmedo y comencé a limpiar los rastros de sudor que había en su frente.

—Para ser una buena para nada, en esto eres experta .—Dejé de hacer lo que hacía hace unos momentos. Lo mire seria—. Aunque no tanto para mi gusto debo decir.

—Entonces si no te gusta como lo hago haz lo que se te pegue la gana y ayúdate solo en esto .—Le lancé el paño en su cara y me fui de la habitación dejándolo con la palabra en la boca.

—Hey .—Sonríe Marcelo—. ¿Cómo está? .—Pregunto.

—Ya ha despertado el cretino .—Me crucé de brazos—. Me iré a la biblioteca, ahí al menos podré viajar imaginariamente .—Caminé sin escuchar lo que seguramente me respondería.

Fui a la biblioteca y realmente era enorme, tome un libro que llamo mucho mi atención, tenía de título "El Coleccionista". Me senté bajo a la chimenea y comencé a leer este que ya desde el primer capítulo comenzó a llamar mi atención. Me gustaban los libros policiales sobre asesinos en serie.

Way Down We Go - Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora