8 •Atando Cabos Sueltos•

215 50 0
                                    

PDV:Cristiano:
Marcelo entró a mi habitación con una sonrisa. Este me miró sorprendido al verme de pie. No creyó que me recuperaría tan rápido, aunque no estoy del todo bien, pero puedo moverme y eso es lo que importa en estos momentos.

—¿Qué ocurrió ahora con ella? .—Preguntó divertido.

—Nada .—Volví a mirar hacia la ventana-. ¿Qué debería de pasar?.

—Vamos, al menos deberías de agradecerle que sanó tu herida .—¿Hablaba enserio?.

—¿Crees que iré a agradecerle cuando ella fue la que provocó esto? .—Apunté a mi brazo.

—Hey, ninguno de nosotros nos percatamos de que Alves se encontraba aquí .—No respondí—. Y si no hubiera sido por ella, quizás que cosas pudo haber hecho.

—Aun así ella misma provocó la herida .—Este no me respondió.

—Sabes que tengo razón Cristiano, al menos un gracias no estaría mal .—Se dio media vuelta caminando a la puerta—. Yo le estaría agradecido al menos, ya que ella se ofreció a curarte .—Dicho lo último salió de mi habitación dejándome con la palabra.

—Al menos un gracias no estaría mal .—Imito la voz de Marcelo con molestia. Lo único que hace esa chica es meterse en problemas y yo pagar los platos rotos.

•••

Bajé las escaleras esperando a no encontrarme con mi dolor de cabeza. Pero por esas casualidades de la vida tus esperanzas se van a la mierda. Ahí se encontraba ella leyendo un libro bajo a la chimenea. Me senté frente al sillón. No se percató de mi presencia y solamente seguía leyendo. Pude notar el título de este y no me sorprendí que estuviese leyendo el libro que hace algunos años James me había regalado, ¿desde cuando le interesan los asesinatos?. Observé cada facción de ella cosa que poco a poco me iba centrando cada vez más en estos.

—Veo que te ha gustado el libro .—Ella solo me miró y asintió volviendo su vista en el libro.

—Te lo obsequio .—Dije.

—No gracias .—Fruncí mi ceño. ¿Qué ha dicho esta mocosa?.

—No me puedes dejar con el obsequio así como así .—Ella se encogió de hombros.

—Ya te dije que no lo quiero, gracias, solo lo estoy leyendo, nada más .—Y vaya que le había gustado ya que lo terminó muy rápido a pesar de que era un libro con más de trecientas hojas. Se levantó y caminó hacia el estante. Me levanté del sillón caminando hasta quedar suficientemente cerca de ella. Se giró para encontrarse con mi mirada. Sus penetrantes ojos marrones tenían un resplandor que llamaba mi atención. ¿Por qué?.

—Deberías al menos recibir ese libro como parte de agradecimiento por curar mi brazo .—Ella está a punto de contestar cuando la puerta principal se abre revelando a Sergio. Idiota que me asustó, caminé hacia la chimenea y me senté nuevamente en el sofá. Me volteo para mirar a esa chica quién aún seguía en la misma posición, tenía la vista fija en el libro. Sergio se acerca a mí sentándose en el sofá que quedaba frente mío.

—Veo que estás a gusto aquí .—Sonríe de lado.

—Explícate .—Exigí en tono severo.

—Ya sabes a que me refiero .—Movió su cabeza dando en señal a la chica.

—Ya basta .—Este no emitió ninguna palabra alguna.

—Deberías abrigarte, tomarás un resfrió .—Dice este levantándose del sofá.

—No tengo frio .—Mascullé.

—Después no digas que no te lo advertí .—Ríe y se desaparece del salón.

—Oye buena para nada .—Llamé la atención de ella—. Acércate.

—¿Qué quieres llorón? .—Fruncí mi ceño.

—¿Acaso me has llamado llorón? .—Pregunté.

—¿A qué también eres sordo? .—Ríe con cierta ironía haciendo que mis manos se hicieran puños.

—¿Sabes que estoy así por tu culpa cierto?.

—Sí y por eso me ofrecí a curar tu herida, para compensar el daño que he provocado, a pesar de que eres un imbécil sin expresión alguna, que llevas todo los días con la misma puta cara de amargado, aún así, me ofrecí, y puedo destacar que eso solamente lo hace una persona buena.

—¿Me lo estás sacando en cara? .—Niega.

—Es solo que...un puto gracias, bastaba .—Lanza el libro al sillón y se dirige a las escaleras dejándome con la palabra en la boca.

—¿Qué fue todo eso? .—Pregunta Marcelo llegando.

—¿Viste todo el espectáculo? .—Hago una pausa—. Traté de ser amable con ella y me ha mandado a la mierda, ¿te das cuenta que no se puede ser amable con esa mocosa? .—Digo alterado. Por otra parte Marcelo ríe y yo lo miro mal.

—¿Cuál es el chiste?.

—Es que...me he dado cuenta que ustedes son tal para cual.

—¿A qué te refieres? .—Elevo una ceja.

—Tercos, desafiantes, orgullosos, explosivos, ¿no será que el destino trajo a tu alma gemela? .—Suelta una carcajada. Yo entrecierro mis ojos y me doy vuelta sentandome nuevamente en el sofá.

—No tengo y nunca tendré a alguien a mi lado y lo sabes Marcelo.

—¿Tambien te cierras esa oportunidad? .—Se sienta frente a mí.

—Sabes que no puedo...la vida que tengo no me permite tener a una compañera, puede terminar en peligro.

—Cristiano, sabes que no fue culpa tuya lo que le ocurrió a tu madre.

—Tú no entiendes, si no me hubiese ido con esa idiota de Georgina a Londres, mi madre aun seguiría viva, insistía tanto en que nos fueramos especialmente ese día...

—¿Te das cuenta que no puedes ser feliz solo por el hecho de que te reprochas a cada hora del día la muerte de ella?.

—Es la única manera de mantener a las personas que quiero, a salvo.

—¿No has pensado que Georgina tuvo algo que ver en la muerte de tu madre?.

—¿A qué te refieres? .—Pregunto.

—No sé amigo...solo trato de atar cabos sueltos, piensa...tu madre sola, la insistencia de Georgina de viajar a Londres, llegar de vuelta a Madrid y encontrar a tu madre muerta, Georgina desaparece a los días después del entierro de tu madre.

—No hables más...basta .—Pido mientras sobajeo mi sien con fuerza.

—¿Y si realmente la culpable fue ella y su sentimiento de culpa no pudo más que llegó a la conclusión de que debía irse?.

—Y dejarme con la gran culpa a mí, pero eso no cambiará nada Marcelo .—Lo miro.

—Claro que cambiaría, encontrarías a la verdadera culpable. Pero ya es decisión tuya, amigo... .—Me deja solo.

Mierda. ¿Y si este tonto tiene razón?, ¿pero que debería hacer?, a Georgina es como si la tierra se la hubiese tragado.

Way Down We Go - Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora