Prologo - Rebelión

162 11 1
                                    

El templo de Scilya construido a principios del periodo conocido como: "La Era Primordial "Siempre cumplió su único fin para el que fue creado. Ser el receptáculo para contener el inmenso poder espiritual del Señor del Fuego, Vestalf.

Vestalf, aunque humano en su totalidad, era poseedor de características únicas que lo volvían alguien especial. La primera de ellas era el don de la inmortalidad con el que había nacido, esto descubierto tras entrar por voluntad propia en un incendio en los bosques aledaños al pueblo de Andrago.

Este evento ocurrió cuando Vestalf era un adolecente de 19 años.

Un fuego ocasionado por las altas temperaturas del verano, había arrasado gran parte de la vegetación de la región, destruido hogares y reducido a cenizas campos de cultivo a su paso.

Fue entonces cuando los habitantes de Andrago presenciaron aquel evento extraordinario que guardarían en sus recuerdos por siempre.

Las palabras del joven Vestalf, dejaron sin habla a la gente del pueblo que lo observaba "Me encargare de todo... mientras posea estas habilidades las usare para apaciguar las intensas llamas"

Sus palabras ocasionaron conmoción.

Vestalf era hijo de padres campesinos que siempre le advirtieron sobre usar descuidadamente las habilidades con las que había nacido. Dejándole en claro que si era descubierto podría ocasionar el rechazo de los demás. Despejando sus dudas, mientras aquellas palabras resonaban en su mente, se concentró en lo que debía hacer.

Su único objetivo era ayudar a aquella gente inocente, que en medio de las llamas lo habían perdido todo. Exacto, su único sentimiento era ayudar a los demás y traer de vuelta la paz que la madre naturaleza le había arrebatado.

Caminando con determinación hacia las llamas, mientras era observado por la gente del pueblo, fue consumido al interior del siniestro. Su figura ardía en colores deslumbrantes en rojo claro e intenso, al ingresar al interior del infierno.

La gente conmocionada por ver al joven desaparecer en el fuego, trato desesperadamente de ir en su ayuda. No obstante, el fuego se había extendido considerablemente destruyendo los árboles que caían en llamas obstaculizándoles el paso. Solo había una opción aparente. Darse por rendidos y dar por muerto al joven Vestalf.

Afligidos por la pérdida del joven atrapado por las llamas, se dieron por vencidos al no poder hacer nada.

Sin embargo, la situación cambio de repente...

Al poco tiempo, mientras lamentaban su perdida, un viento del norte soplo con ferocidad. Provenía de la dirección en la que Vestalf había desaparecido. Las llamas comenzaron a agitarse descontroladamente como si fueran absorbidas por algo. El fuego comenzó a disminuir considerablemente abandonando el bosque y los campos de cultivo, mientras lo único que quedaba era la ceniza de lo que había destruido a su paso.

Fue entonces cuan lo vieron...

En medio de las fauces de aquella bestia llamada infierno, una figura humana apareció. Esa persona con las manos extendidas al frente, absorbía las llamas con una expresión de dolor en su rostro. Ahí estaba el, el joven que creían muerto.

Vestalf haciendo uso de las habilidades con las que había nacido, domaba el fuego como si de una bestia se tratara.

A los ojos de las personas comunes parecía como si las llamas entraran por voluntad propia al cuerpo del joven. No solo eso fue lo sorprendente. En poco tiempo lo que la naturaleza había destruido volvía a restaurarse por sí solo: Los campos de cultivo regresaban a mostrar el esplendoroso verde de las hortalizas en crecimiento; por otro lado, el bosque que había sido convertido en tierra quemada, se restauraba una vez más, para continuar su ciclo natural.

¿Quién era realmente Vestalf? ¿Qué era Vestalf?

Preguntas similares se hacían los aldeanos de Andrago. Pero eso no cambiaba el hecho de que, gracias a sus esfuerzos y a su poder desconocido, todo había vuelto a la normalidad a excepción de las viviendas que no habían corrido con tanta suerte.

Aunque Vestalf poseía rasgos y un cuerpo humano, era bastante obvio que era muy superior a los seres humanos. Por este motivo, el consejo de ancianos de Andrago, consideró que se trataba del nacimiento de un nuevo dios. Pronto el joven se llenó de riquezas y ofrendas de las personas que creían seriamente en su divinidad.

Tras levantarse un templo en su honor fue llevado a permanecer dentro de este sin salir.

Argumentando que un Señor de Fuego como él, no debía mezclarse con la gente común, vivió un largo periodo de tiempo resguardado y privado del exterior.

Nada le faltaba a Vestalf en su templo: se alimentaba con los grandes manjares que el pueblo cocinaba para él, se le permitía estar con mujeres bellas de vez en cuando para satisfacer sus deseos. Libros de varias partes del continente le eran obsequiados para evitar su aburrimiento sin fin, los cuales suponían una valiosa fuente de conocimiento para él.

Tras años de permanecer aislado, las cosas tomaron un rumbo distinto...

Un día Vestalf conoció a una hermosa mujer llamada Hestia, de la cual más tarde quedaría profundamente enamorado. Su función consistía en ser su sastre personal.

Cada dos o tres días, Hestia acudía a los aposentos del Señor del Fuego, para diseñar sus nuevas vestiduras. Ella era poseedora de una belleza sin igual, exótica entre la gente del pueblo que la veían como una rareza entre las mujeres más hermosas. Deslumbrante cabello largo azabache más obscuro que la misma noche, ojos esmeraldas asemejados a las joyas más brillantes y una piel suave, blanca como la leche. Su edad estaba entre los 17 años. La edad no suponía un problema para Vestalf, debido a que en el momento que uso sus poderes para proteger la aldea, el crecimiento de su cuerpo fue detenido, convirtiéndose así en un ser inmortal.

Vestalf consideró convertir a Hestia en su esposa. Pero sus ilusiones fueron destrozadas por la gente del consejo de ancianos.

Palabras egoístas que salían de la boca de aquellos hombres despertaron un profundo odio en lo más profundo de su ser "Un ser que trasciende el tiempo y el entendimiento como usted no debe mezclarse con seres humanos corrientes"

Las palabras de aquel anciano líder de la aldea terminaron por confirmar lo que Vestalf venia suponiendo desde hace mucho tiempo. En los ojos de aquel hombre había rastros del sentimiento más arraigado a los seres humanos, del cual todos eran poseedores... también... llamado... miedo.

Miedo a lo desconocido...

¿Qué pasaría si alguien como, El señor del fuego tiene descendencia con un humano?

Esa pregunta pasaba por la mente de Vestalf. Sus suposiciones eran correctas y bien fundamentadas.

Fue entonces cuando decidió tomar una decisión arriesgada en su deseo de permanecer al lado de Hestia. Esa era la rebelión en contra de aquellos que lo habían aprisionado dentro del templo de Scilya. Aquellos humanos egoístas que lo mantenían en esas paredes por sus deseos egoístas.

El concejo de ancianos debía ser erradicado para poder escapar fuera del pueblo de Andrago y vivir una vida al lado de la mujer de la que estaba profundamente enamorado.

Su poder inconscientemente emergía de su interior cada cierto tiempo, motivo suficiente para que la gente lo mantuviera encerrado en el templo. En los años que había permanecido cautivo aprendió a hacer un mejor uso de sus habilidades, esa era utilizarlas como defensa.

Vestalfnunca se consideró así mismo como una persona sedienta de poder, por el mismomotivo nunca utilizó su fuerza para hacer el mal cuando pudo haberlo hecho.Ahora las cosas habían cambiado y debía hacer uso del fuego en su interior para escapar del templo, aun si eso suponía dañar a otros.



El Guardián del Señor del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora