Lejano no está el día en que nos volveremos a ver.
A la memoria de mi primer amor.
Y a todos que perecieron durante la primera pandemia que viví.
Yo sé que tres años no son muchos, si lo comparamos con nuestra existencia, pero jamás imaginé llevar tanto tiempo con él. Me siento muy orgulloso al verle recibiendo el diploma de primer puesto de la Academia Diplomática mientras su hermana le toma fotografías y el Canciller de la República lo felicita.
Ahora empieza su discurso, uno de esos que a muchos de mi edad nos resultan aburridos. Johan menciona a su mamá, a los plenipotenciarios que inspiraron su vocación y, entre líneas, subrepticiamente me menciona. Esbozo una sonrisa cómplice.
Johan tiene veinticinco años (aunque parece de menos, mis amigos le ponen diecinueve). Él es abogado, no es muy alto, blanco y de cabello ensortijado. Mesurado en el hablar, inteligente, buen conversador, pero lo que más resalto son su buen humor (que casi siempre suele tener), lo seductor que llega a ser con sus palabras, sus detalles conmigo y la paciencia que me tiene.
Me parece aún verlo ahí en mi sala, nervioso frente a mi mamá. Buscando las palabras adecuadas. Claro está que mi mamá intuía que yo tenía algo con Johan, pues venía con continuidad a visitarme y ella ya lo conocía, aunque superficialmente. Su físico contrastaba con su edad, en ese entonces tenía veintidós, por lo que mamá no sospechó que fuera tanta la diferencia de años. Ella se sorprende, se incomoda, se molesta, quiere ser lo menos agresiva posible, pero es cortante. Yo abogo por mi flaco, pero solo consigo enojarla más. "Renato, solo tienes dieciséis años. No sabes nada de la vida". Mis hermanos aparecen desconcertados al oír que mamá alzó la voz. La mirada de mamá les indica que acompañan a Johan a la puerta.
Y es que una madre siempre se pone en todos los supuestos (generalmente ve los negativos): que es muy experimentado, que es un degenerado, que solo te usará y luego se aburrirá. Yo también me puse en esos supuestos, pero ¿un degenerado estaría tanto tiempo con un chico y no intimar por año y medio? ¿O se presentaría ante la madre de ese chico para pedirle permiso y ser su enamorado?
"Johan quiero que dejes de ver a mi hijo, no puedo permitir que seduzcas a mi niño", fue lo último que le dijo tras cerrarle la puerta en la cara. Durante tres meses no lo vi. Él respetó su compromiso con mamá de no verme y yo no quise desobedecerla. Fueron días muy grises: me hacían falta sus besos, caricias y palabras. Dejé de comer, no tenía hambre, bajé de peso, y un día, saliendo de clases de Teoría de la Ciencia me desmayé. Cuando desperté, él estaba ahí. No supe cómo se enteró. Solo quise abrazarlo y sentir su calor. Mientras lo hacía, mamá entró inesperadamente, nos vio, y solo atinó a decirle: "ay de ti, si me lo haces sufrir...". Johan le respondió: "aunque suene cursi, señora, me dedicaré a hacerle feliz". Vivía mi propia telenovela. A mamá le costó aceptar nuestra relación, pero al final, logró hacerlo.
En tres años, Johan y yo hemos sido amigos, enamorados y amantes. Le he puesto en situaciones límites y siempre ha respondido como un fiel y buen novio. Yo soy muy loco, él más centrado; yo suelo ser un tirano, él un amable conciliador; yo, un dictador, él un encantador demócrata... Sí, estoy re templado de mi flaco.
De pronto, los aplausos me trae al presente e indican que su discurso terminó, así como la ceremonia de graduación de los nuevos diplomático de la república. Todos departen en el cóctel. Johan me llama, quiere tomarse una foto conmigo. "Acompáñame, amor", me susurra al oído. Me lleva al segundo piso de Torre Tagle, una casona colonial y sede de la cancillería, y ahí, al interior de un balcón labrado exquisitamente en madera, dice algo extasiado: "De todo Torre Tagle, me encanta este sitio". Y yo que quiero hacer un comentario inteligente, sólo atino a mascullar "sí, es muy bonito, diría que...", entonces, un beso furtivo suyo me interrumpe deliciosamente. Loco, flaco mío, mi felicidad eres tú.
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Para ti con amor
Teen FictionSolo enamorado puedes escribir historias así. No es cursi, es feeling. #cuentos #rainbowstories Nota: Las historias no se relacionan entre sí.