Capítulo 3

650 40 5
                                    

Un sutil rastro de olor a hierbabuena me despertó, parecía que lo desprendía mi piel. O quizás fuese sólo imaginaciones mías pero... Bendita ilusión. Una estúpida sonrisa iluminó mi rostro por la mañana mientras seguía tumbado en mi cama. Koron movía su pequeña cola animado también, era como si le hubiese transmitido mi estado de ánimo. Me miraba mientras sacaba su lengua, hiperventilando. Me destapé dándole una patada al edredón blanco, recibiendo esa brisa mañanera, poniéndome absolutamente toda la piel de gallina. Hoy desde luego sería un gran día o al menos tendría una buena tarde de sexo con Ryuuga. Ryuuga, quién sería. Me levanté de un salto del colchón, cogiendo el tabaco de la mesilla de noche. Lo encendí y tiré el mechero sobre la misma mesilla, soltando aquel humo tan perjudicial para mis pulmones. Encaminé mi rumbo hacia la cocina en ropa interior a pesar de que comenzaba a hacer un poco de fresco. Me había dejado una ventana abierta y el aire corría por todo el apartamento. Necesitaba café para calentar todo mi cuerpo y poder despertarme por completo, quería que las horas pasaran rápidas y cuanto antes empezara el día, antes vería a Ryuuga. O eso era lo que mi mente intentaba aferrarse con tanta decisión. Encendí la cafetera mientras daba otra calada al cigarro y presioné el botón de "play" de mi iPod, comenzando mi mañana con música. Koron no había ladrado todavía, sólo me miraba torciendo su cabecita. Me notaba algo diferente seguro, sonreí y me agaché para acariciarlo con todo el amor del mundo.

- ¿Quieres comer verdad?

Puso su pata sobre mi mano y volvió a sacar la lengua. Sin duda estaba ansioso por su comida tanto como yo por mi café. Café que ya estaba empezando a llenar aquella cafetera. En la cocina se empezaba a sentir ese olor tan exquisito de café recién hecho. Acabé el cigarro y lo dejé sobre el cenicero, abrí la alacena donde tenía el pienso de Koron y le llené su bol hasta arriba. En cuanto me aparté para guardar la bolsa, Koron se lanzó sobre su bol y comenzó a devorar su comida con ímpetu. Fui a por mí taza favorita y vertí el café, en ese momento una melodía comenzó a sonar por el iPod, me encantaba como la música podía dejarme tan embelesado. Como conseguía atraparme como a una mosca en una tela de araña. Sin duda era un grupo occidental que desde este mismo día tendría que añadirlos a mi lista de reproducción. No era muy bueno en inglés pero por mi trabajo sabía bastante. La letra sin duda me impactó, era cómo si mi iPod supiese cada uno de mis estados y me regalase estas obras de arte.

"I cannot stop this sickness taking over
It takes control and drags me into nowhere
I need your help, I can't fight this forever
I know you're watching,
I can feel you out there

Take me high and I'll sing
Oh you make everything okay (okay, okay)
We are one in the same
Oh you take all of the pain away (away, away)
Save me if I become
My demons
"

Me senté en mi taburete que acompañaba a la mesa de la cocina, subiendo mis piernas contra mis muslos. Con taza en mano y el calor inundando mi interior, cerré los ojos para saborear cada nota de aquella canción. Pequeños flasbacks de ayer revolucionaron mi mente, aunque no los llamaría flasbacks ya que todo lo que veía era una oscuridad absoluta. Pero mi piel recordaba cómo era la suya bajo mis dedos, mis oídos, su voz tan rota y suave a la vez... Igual que mi nariz, que me había despertado al reaccionar al que creía que era su olor. Todo eso era mejor que un mísero flasback. Sin darme cuenta estaba mordiéndome el labio inferior, negué con la cabeza para deshacerme de esos pensamientos pero mi piel y mi cuerpo ya se habían compinchado en contra mía. Era increíble como con tal sólo su recuerdo, mi cuerpo reaccionara tanto y tan deprisa, era como si estuviese a su mísero servicio.

-Joder. - Musité, observando mí erección.

Me bebí de un trago el café, quemándome la lengua y dejé la taza en el fregadero. El locutor de radio al fin le dio nombre al grupo, "Starset". Lo apunté mentalmente y me dirigí hacia mi habitación para poder ponerme algo más cómodo y que a poder ser, abrigara algo más que mi ropa interior. No quería desprenderme de ese olor maravilloso y mentolado de Ryuuga pero la higiene es lo primero, necesitaba mis duchas como el comer, eran mis momentos de relajación. Quería desahogar la tirantez de mi entrepierna también, Ryuuga seguramente le encantaría saber que no sólo me había masturbado una vez si no... Dos. Pero primero tenía que ponerme a trabajar muy a mi pesar. Otra mañana haciendo dibujos para empresas que no me importaban una mierda. Publicidad sosa y poco más pero... Qué bonito era el sueldo mes a mes. Abrí mi armario pero el sonido de mi móvil me interrumpió, una luz blanca iluminó la pequeña bombilla del iPhone dándome a entender que tenía un WhatsApp. Era un número desconocido, fruncí el ceño y desbloqueé el móvil para descubrir el mensaje.

ROOM 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora