Capítulo 4

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Cuando quise darme cuenta estaba en las oficinas de una empresa que me querían contratar para una campaña nueva de publicidad. Me habían sacado de mi calentita cama porque nos habían llamado para una reunión de urgencia. Estaba mi agencia y obviamente, tenía que estar yo presente para recoger todas aquellas aburridas propuestas e ideas que intentaban meterme en mi aburrida cabeza. Eran las once de la mañana y aun no conseguí despertarme del todo. Los párpados me pesaban como si estuviesen hechos de cemento a pesar de tener en frente de mis manos una taza humeante de café bien cargado. Era tan oscuro como la profundidad del océano. Llevaba ya cuatro esta mañana. No me había movido de aquí desde las nueve de la mañana pero la reunión no pudo comenzar hasta que los demás directivos llegaran a sus puestos de trabajo y por lo que se ve, algunos desconocían el término de puntualidad. Me saqué las gafas de leer y masajeé mis ojos cansados, soltando un gran y pesado suspiro. Cuando no descansaba el tiempo que mi mente y cuerpo necesitaban me volvía demasiado irascible. Los directivos y mi agencia hablaban entre ellos aburrimiento todavía más, aquellas voces se hacían cada vez más lejanas. Hablaban sobre un festival de invierno, repleto de famosos nacionales e internaciones que actuarían en diferentes escenarios. Habrá todo tipo de tiendas de comida por la calle, luces de colores, atracciones... Todo ese tipo de cosas. La temática era tan mítica y aburrida que no pude evitar poner los ojos en blanco. Frozen, La reina de las nieves, Jack Escarcha... Blah, blah, blah.

-Señor Takanori, ¿Qué le parece la idea?

Me sorprendió oír mi nombre y alcé la cabeza de mi cuaderno de notas. Volví a ponerme las gafas y carraspeé, necesitaba aclarar mi garganta y el café no me ayudaría en eso.

-Perfecto, puedo con ello, ¿Cuántos días tengo de plazo para hacerlo?-

-Bastantes creo yo. -El que parecía ser el jefe se me quedó observando como si fuese una especie de insecto. - ¿Cinco días?-

Asentí aceptando el reto, estaba claro que no esperaba grandes cosas de mí a pesar de haber trabajado en las campañas publicitarias más importantes de todo Japón. Sonreí con sorna levantándome de la silla, alzando mi mano hacia él que no dudó ni un segundo en estrechar la suya con quizás, demasiada fuerza.

-En cuatro estará en su bandeja de correo.

Asintió despidiéndose con una reverencia y salió por la puerta camino a su despacho. El resto de sus encargados fueron tras él y en aquella sala de reuniones sólo quedábamos los trabajadores de mi agencia y yo. Nos despedimos con cordialidad y decidimos desaparecer de aquel lugar con atmosfera cargante. Quería irme a casa y comenzar con esta mierda de trabajo, quería darle en las narices a ese señor como se llame. Era demasiado competitivo y cuando se trataba de trabajo, me convertía en un auténtico monstruo. Salí afuera del edificio y me metí en el primer taxi libre que encontré, ajustándome el abrigo al sentarme. Después de darle mi dirección a aquel taxista y acomodarme en el que parecía el asiento más cómodo de la historia, sonó mi teléfono. Desvelándome por completo.

- ¿Quién?

-Hola bombón, ¿Vas a comer con alguien hoy?

La voz de Aoi sonaba tan cantarina y animada como siempre. La verdad no me esperaba una llamada suya y menos en estos momentos. Miré el reloj de mi muñeca y se acercaba la hora de comer. ¿Por qué no?

- Ahora mismo estoy libre.

- ¡Eso es perfecto!, La verdad llevo unos días de lo más aburrido y esperaba tener una agradable comida con alguien interesante y... Tú eres el afortunado.

-De modo que soy el segundo o tercer plato... Qué feo por tu parte.

Su risa se coló por el altavoz de mi teléfono, era cantarina y cálida. Esas risas agradables que sin quererlo, provocan que tú sonrías en el mismo instante que las oyes.

ROOM 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora