Capítulo 5

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La alarma sonó a las diez de la mañana, después de una tarde de lo más estimulante y haber madrugado tanto... Aun quería dormir más, mi cuerpo lo necesitaba. Koron también había insistido en que me levantara de la mullida cama para sacarlo a pasear y llenarle hasta arriba su preciado bol de comida. Estaba tan somnoliento que ni siquiera hice mi cama, me duché y fui directamente a la cocina a prepararme un necesitado café bien cargado y caliente. La ducha me había destemplado y necesitaba calentar mi organismo. Conecté por inercia mi iPod pero esta vez no le presté demasiada atención, mi cabeza estaba empezando a despertar todavía y mi cuerpo funcionaba por mi rutina diaria.

La mañana era más fría de lo habitual, cogí de mi armario una sudadera negra y blanca, larga y de algodón por dentro de la famosa marca Adidas y froté mis brazos con fuerza. Volví a la cocina y rebusqué en las alacenas algo para comer, encontrándome pan de molde. Unas deliciosas tostadas con mermelada de fresa era sin duda un desayuno apetecible para alguien tan vago como yo a estas horas.

Me llevé el desayuno sobre una bandeja al salón y encendí el ordenador. Bebí un sorbo largo de mi café y me coloqué las gafas. Agradecí a mi yo del pasado por haber empezado el maldito proyecto. Con una tostada en la boca decidí continuar con ese maldito proyecto y acabarlo en tiempo record. En la vida podía ser un perdedor pasivo pero con mi trabajo no jugaba. Si podía cerrarles la boca a esos empresarios ricos, era el primero en alzar la mano y aplastarlos con cualquier desafío que me insinuaran. Y me encantaba hacerlo.

Encendí mi primer cigarro del día, sintiendo como el humo avanzaba por mi garganta. Soltándolo al segundo. Colores, formas, mezclas, texturas, dibujos... Crear algo de cero. En cuanto me concentraba en ello lo disfrutaba, realmente me encantaba mi trabajo. Y si había bastante dinero de por medio, la motivación crecía. Dibujaba sin control en cuanto las imágenes se proyectaban tan nítidas en mi cabeza, dándoles forma sobre la tableta. La música estaba en un segundo plano, amenizando mi trabajo.

Un par de horas más tarde ya había acabado el cartel, me recosté sobre el sillón a admirarlo. No era ningún Picasso ni ningún Velázquez y tampoco se me pedía algo realista. Pero me conformaba con esto. Al menos casi ningún jefe me exigía nada, me dejaban explayarme tanto como lo deseara y eso lo agradecía enormemente. Se lo envié sin extender mucho mi resumen sobre que había hecho. Tampoco me importaba su opinión, no tendría nada mejor en este país que no fuese mi trabajo. Y tanto él como yo lo sabíamos.

El sol ya estaba en lo alto del cielo, calentando tenuemente las calles. Aun así sentía mi cuerpo todavía algo destemplado. Quería tirarme en el sofá y taparme con la manta hasta el cuello, ver un poco la televisión y relajarme por una vez en la vida. Apagué el ordenador y de un salto me tiré sobre el sofá, agarré la manta que tengo doblada en el reposabrazos y me la eché por encima. Koron automáticamente saltó al sofá, acurrucándose junto a mi cuerpo. Sonreí como un idiota y encendí la televisión. Hice zapping un par de minutos por los diferentes canales de televisión pero nada conseguía atrapar mí interés. Me decanté por comprar una película en el servicio de videoclub de la tele. Me apetecía algo de fantasía y no había nada mejor que "El señor de los Anillos". Hacía años que no la veía y tenía muchas ganas de volver a verla y si fuese la versión extendida, mejor que mejor. Quería volver a encontrarme con mis viejos amigos de la Tierra Media que tantas noches amenizaron mi juventud en los libros con sus aventuras y desventuras para destruir aquel anillo único en el monte del Destino. Con una sonrisa ladeada activé el botón de "play" y me acurruqué, deseando que empezara aquella banda sonora tan cautivadora y extraordinaria.

Pero el timbre de la puerta hizo acto de presencia a los minutos de empezar la película, sobresaltándome. Koron salió despedido hacia la puerta, ladrando de forma estridente. Me quité la manta de encima y puse en pausa la película. No esperaba a nadie realmente y no tenía la más mínima idea de quién podría ser. Me encaminé hacia el pasillo y abrí la puerta, encontrándome todo un circo detrás de ella.

ROOM 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora