Laura veía el paseo de Zarautz desde donde estaba, veía niños jugando en la arena. Era viernes a medio día y seguramente habrían salido, aprovechando la buena temperatura que hacia.
Algunos paseantes, incluso turistas se atrevían a mojarse los pies, parecía que el agua estuviese helada.
Laura pensó que el agua del Atlántico era mucho más fría que la del Mediterráneo, aún no había tocado el agua, pero recordaba decir a sus padres que estaba helada y que te cortaba la circulación.
Comenzaba a tener hambre y decidió volver al hotel, había andado bastante y comenzó a andar hacia el mismo.
Subió a la habitación, se pegó una ducha rápida y bajo al comedor.
Esperando al ascensor, oyó una conversación de las camareras que cambiaban las habitaciones sobre una habitación en concreto, parecían curiosas, pero asustadas a la vez.
Estas se dieron cuenta de que las miraba y cambiaron de conversación. Laura se quedó con las ganas de saber más, pero al momento se le olvido cuando notó que su estomago rugía como un león.
Se sentó y espero a que le atendiesen.
Una vez atendida mientras comía, le cayó la servilleta al suelo y se levantó a recogerla, cuando lo hizo al mover la silla choco con la persona que había detrás.
Se giró para pedir disculpas y el joven le contestó, "Vaya, señorita de nuevo nos volvemos a encontrar","Queda usted perdonada".
Laura entonces cayó en la cuenta de quién era él, el joven del paseo que le ayudó a no caerse esta mañana.
De nuevo le dio las gracias, cogió su servilleta del suelo y se sentó de nuevo, no sin antes presentarse. "Me llamó Laura", le dijo " y yo me llamó Daniel ".
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La Concha de Oro
General FictionLaura viaja a Guetaria en busca de vivir unos días tranquilos, sin ser consciente que llegará a descubrir el significado de sus sueños.