Subieron por las callejuelas empinadas, hacia muy buen clima, era primavera, ya no hacia ese frío intenso, apetecía ir por el sol, notar su calor en la cara.
De madrugada y de noche hacia fresco pero durante el día se estaba bien.
Comenzaban a verse grupos de turistas por la zona, de diferentes nacionalidades, alemanes, chinos, ingleses. Todos iban haciendo fotos y observando cada detalle de lo que el guía les iba explicando del centro.
"El casco urbano de Getaria está ubicado en el tómbolo que enlaza tierra firme con el Monte de San Antón, que hasta el siglo XVI fue una isla", les iba explicando una de las guías.
A Laura le pareció interesante la historia de esta ciudad que no pueblo.
Pero pensó otro día conoceremos su historia, iban caminando por la calle principal llenas de bares, restaurantes, comercios y al final se veía una de las dos torres de la Iglesia de San Salvador, a simple vista y por fuera preciosa.
Daniel comenzó a hablarle del faro de Getaria, de la historia del faro, le explicó que debe su razón de ser a la existencia de la isla de San Antón, que desde el mar se confunde con las montañas costeras, lo que provocó varios naufragios. El promontorio más alto de la punta de San Antón, donde se encuentra la ermita homónima, sirvió para instalar el faro original, adosado a la ermita.
Fue destruido en 1813, durante la Guerra de Independencia, siendo aprobada su reconstrucción en 1847, inaugurándose el día 31 de diciembre con una óptica de 5º orden. Durante la Guerra Carlista el faro es bombardeado continuamente con el objetivo de dificultar el acceso a puerto durante el asedio de Getaria, pero el torrero permaneció en su puesto y el faro no dejo de funcionar una sola noche. La lámpara de aceite fue sustituida por una de mecha de parafina y petróleo, y en 1938 se electrifica, ampliando su alcance en 1946 hasta 12 millas.
Laura estaba alucinando con tanto lujo de detalle es como si Daniel se hubiese tragado la enciclopedia entera o se hubiese metido en internet y aprendido a conciencia su historia, o bien conociese de primera mano, con exactitud la historia de la localidad, debía de gustarle mucho la ciudad y la comarca no le cabía la menor duda.
Daniel le explicaba que desde allí arriba habían unas vistas espectaculares, que le gustaría un día ir para que viese por ella misma lo bonito que era.
A Laura, desde que oyó hablar a sus padres de Getaria, en un viaje que habían realizado por ocio, quedó maravillada por lo que contaban de ella y ahora que lo veía le gustaba todavía más y seguía sintiendo lo mismo como si ella conociese el lugar y lo más raro aún es que según iba explicando Daniel, la historia le era conocida y se sentía muy cómoda a su lado, desde luego como guía era perfecto.
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La Concha de Oro
General FictionLaura viaja a Guetaria en busca de vivir unos días tranquilos, sin ser consciente que llegará a descubrir el significado de sus sueños.